El nuevo gobierno japonés está tratando de reformular la política exterior de su país y, por sobre todo, de liberarse del tutelaje de la antigua potencia ocupante: Estados Unidos.

Por evidentes razones históricas, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial Washington no se relaciona con Japón a través del Departamento de Estado sino del Departamento de Defensa. Aprovechando la voluntad japonesa de emancipación, Hillary Clinton quiso al parecer que el Departamento de Estado recuperara las atribuciones que debería tener en ese sentido. Pero el nuevo ministro japonés de Relaciones Exteriores, Katusya Okada (a la derecha en la foto) quiere terminar primero con la base aérea estadounidense de Futenma (Okinawa) y tiene intenciones de proseguir por el momento el diálogo con el jefe del Pentágono, Robert Gates.

Mientras que el presidente Obama debe viajar a Tokio la semana próxima, el encuentro preparatorio previsto entre la señora Clinton y Okada fue anulado sine die por el ministro nipón. Washington está tomando el asunto a la ligera y asegura que el incidente demuestra la indecisión –y por lo tanto la debilidad– del gobierno de Yukio Hatoyama (a la izquierda en la foto). Pero es posible que sea lo contrario y que el nuevo primer ministro de Japón esté evitando ponerle la barra demasiado alta al presidente Obama. Se trataría entonces de abrogar los tratados secretos que Washington impuso a Japón en los años 1960.