"Me convertí en antropólogo por pura casualidad, no porque me interesara la antropología, sino porque quería huir de la filosofía”, solía afirmar Claude Lévi–Strauss (Bruselas, Bélgica, 1908-París, 2009).

Influenciado por la lingüística estructural de Ferdinand de Saussure y de los lingüistas Roman Jakobson y N.S. Trubetzkoy, además de Sigmund Freud y Karl Marx, fue el padre del estructuralismo moderno.

En Tristes trópicos, anota: “La lectura de Marx me arrebató tanto más cuanto que a través de este gran pensador me ponía por primera vez en contacto con la corriente filosófica que va de Kant a Hegel. Desde ese instante, este fervor nunca se vio contrariado y rara vez me pongo a desentrañar un problema de sociología o de etnología sin vivificar mi reflexión previamente con algunas páginas del 18 Brumario de Luis Bonaparte o de la Crítica de la economía política”.

“El marxismo, el psicoanálisis y la geología son mis tres grandes inspiradores”, admite Lévi-Strauss.

Su pensamiento se opone al funcionalismo de la antropología norteamericana, especialmente a los trabajos de B. Malinowski, y al existencialismo, en particular al representado por J.P. Sartre.

El estructuralismo en Francia dió nacimiento a una corriente de pensadores post-estructuralistas, entre ellos: Michael Foucault, Roland Barthes, Jacques Lacan, Louis Althusser, etc.

La lingüística posee en la obra de Lévi-Strauss un lugar preponderante. La define como “la única ciencia social que evolucionó al nivel de las ciencias exactas”, y propone a los psicólogos, sociólogos y etnólogos, “aprender de la lingüística moderna la ruta que conduce al conocimiento positivo de los hechos sociales”.

Para construir su disciplina, “la Etnología”, Lévi-Strauss tomó la Lingüística Estructural de Ferdinand de Saussure y el concepto psicoanalítico de inconsciente, de la teoría de Sigmund Freud.

En “Antropología estructural”, nos dice: “Los sistemas de parentesco, como los sistemas fonológicos, son elaborados por el espíritu en el plano del pensamiento inconsciente, la recurrencia, en fin, en regiones del mundo alejadas unas de otras y en sociedades profundamente diferentes, de formas de parentesco, reglas de matrimonio, actitudes semejantes prescriptas entre ciertos tipos de parientes, etc., permiten creer que, tanto en uno como en otro caso, los fenómenos observables resultan del juego de leyes generales pero ocultas”. “El lenguaje es, a un tiempo, hecho cultural por excelencia (que distingue al hombre del animal), y aquel por cuyo intermedio se establecen y perpetúan todas las formas de la vida social”.

Lévi-Strauss sostiene: “La historia es la repetición sucesiva de una matriz universal inconsciente. Dentro de esta matriz se encuentra, “la prohibición del incesto, sólo así se puede situar el pasaje de la naturaleza a la cultura.”

Dicha prohibición tiene dos consecuencias:

a) Los deseos sexuales reprimidos hallan su vía de expresión al ser sublimados a través de la actividad cultural humana.

b) La aparición de mujeres prohibidas dentro de las gens obliga a sus miembros a establecer contactos fuera de su grupo de origen (exogamia).

Establecida, entonces, dicha prohibición como determinante de la cultura, cabe preguntarnos acerca de su historia. Al respecto, Lévi-Strauss sugiere no emprender tan infructuosa tarea, ya que considera que los orígenes de las costumbres y reglas sociales están perdidos y que debemos tomar a estas últimas como lo que son: mitos, estructuras ya formadas, un sólido bloque. “La historia previa de un mito nos conduce a otro, y luego a otro más, en una sucesión interminable”, anota. Esta concepción que legaliza al mito, es presentada por Lévi-Strauss como un hallazgo epistemológico, que lo lleva a no admitir diferencias entre el pensamiento mítico y el pensamiento científico, al que considera el mito de la era moderna.

En “Mirando a lo lejos” Lévi-Strauss expone su método para rastrear el origen de la cultura. Señala que los hallazgos paleontológicos y los registros históricos poco nos pueden informar y sugiere encontrar, en todas las sociedades humanas, una “ley” que prohibe el incesto.

“Toda la sociedad conocida, antigua o actual, afirma que si la relación entre cónyuges implica derechos sexuales recíprocos, otros lazos de parentesco tornan las relaciones sexuales inmorales, pasibles de sanciones legales, o simplemente inconcebibles. La prohibición universal del incesto proclama que los individuos en relación de padres e hijos o de hermanos y hermanas, no pueden tener relaciones sexuales y menos aún casarse”.

Finalmente concluye: “La prohibición del incesto instituye una dependencia mutua entre la familia biológica y la obliga a engendrar nuevas familias, solamente por las cuales el grupo social logrará perpetuarse. Sólo así se puede situar el pasaje de la naturaleza a la cultura, de la condición animal a la condición humana.”

Claude Lévi-Straus ha muerto al cumplir casi 101 años, dejando más interrogantes que respuestas para los marxistas, antropólogos, sociólogos, psicoanalistas y muchos otros intelectuales.