Docente, columnista de opinión y escritor, fundador de Página 12, militante de ideas, de esas ideas que organizaba tan admirablemente en cada escrito, batallando a favor de un mundo más igualitario, más justo. Una tarea que asumió durante medio siglo y que debutó en la redacción del combativo periódico de la CGT de los Argentinos, en el diario La Opinión bajo la dirección de Jacobo Timerman y en la revista Panorama.

En Roma y en condición de exiliado, a raiz del Terrorismo de Estado instaurado en la Argentina entre 1976 y 1982 lo obligó a teclear más fuerte sus ideas, explicando al mundo el dramático proceso que se estaba viviendo en nuestro país desde la agencia IPS. Su regreso, en coincidencia con la apertura democrática, lo llevó a participar de la nueva experiencia que editó la revista El Periodista de Buenos Aires.

Pero Pasquini era, esencialmente, un docente. O más bien, conjugaba la lógica docente con las reglas objetivas y éticas del periodismo. Esa era su escuela.

Recuerdo su presencia en el Congreso Mundial de Periodismo y Comunicación, organizado en 1998 por la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires, bajo el lema “No hay democracia informativa sin democracia económica”.

Reproduzco aquí un párrafo de su extensa exposición ante más de 40 mil periodistas de Capital, del interior del país, del extranjero, docentes, estudiantes y referentes sociales: (…) La sociedad no debe depender de los periodistas. La sociedad debe depender de si misma, de su fuerza. Nosotros tenemos que depender de la sociedad. Porque el principal Derecho a la Información el derecho de las audiencias, de los públicos, no el de los periodistas ni el de los patrones de los periodistas. Está en la sociedad la raíz. La nutriente del derecho a la información y a la comunicación. En consecuencia quien es raíz no puede ser copa. No podemos invertir el árbol; nosotros somos emergentes de esa sociedad. Por lo tanto hay que hacer todo el esfuerzo posible para que el verdadero código de ética se la capacidad que tiene la sociedad de participar en el control, la producción y la gestión de la información. Sigue siendo valido darles voz a los que no la tienen. Esta es una consigna que, de pronto, como muchas otras frases, va quedando en el olvido, y me parece que hay que hacer memoria-por los caídos y las palabras caídas-. Hay palabras que siguen siendo vida. Y debemos sostenerlas como tales en nuestra memoria (…)”

Si, es cierto algunas palabras siguen siendo vida y no hay muerte que aguante la fuerza de las ideas. Ese es el eterno regreso del Negro Pasquini Durán.