Son buenas las catarsis, cuando no se puede hacer terapia, los manuales de psicología no funcionan, o simplemente se confunde mística política con mística monacal o retiro espiritual.

El aprismo es proyecto integracionista, ética pública, ideología crítica y revolucionaria, es memoria de las luchas sociales lideradas, es futuro indoamericano, es gobierno de los productores organizados como trabajadores manuales e intelectuales. Despojar al aprismo de alguna de estas características, es transformarlo en otra cosa. Y eso es lo que ha sucedido bajo el alanismo. Se ha despojado al aprismo de todo su carácter innovador, frentista, transformador. Se le está convirtiendo en algo parecido al belaundismo/odriísmo, muy bien envuelto en la corrupción y la impunidad.

El alanismo ha transformado la fraternidad en complicidad para la impunidad. Sino, vean la prescripción de los delitos de AGP durante su primer gobierno, el bloqueo en los congresos nacionales del PAP en los años noventa para investigar la corrupción y sancionarla. La "inmolación" de Mantilla, la "limpieza" en los petroaudios de toda referencia al jefe de Estado, el "No me acuerdo" de Jorge, las movidas de Mauricio con sus polichenelas para "ganarse alguito" con Caanán. ¡Por favor, en aras de la fraternidad, no se puede tolerar todo esto!

¿Cuál hubiese sido la reacción de la generación fundadora con todo lo que ocurre?

La fraternidad no es un convivio entre señoras para recordar los viejos tiempos, o reunión de cofradías para barrer bajo la alfombra. La fraternidad no es unidad con corruptos y claudicantes frente al neoliberalismo. Fraternidad es defender la institucionalidad histórica del aprismo en el seno de una sociedad que reclama grandes cambios y liderazgo, fraternidad es renovar el juramento en torno a los valores de Haya de la Torre, y el principal valor es la ética. Acaso, ¿no hay en el partido una dictadura? ¿no se prepara un fraude para el Congreso nacional? ¿no se están rematando las riquezas que pertenecen a los peruanos y a las futuras generaciones? ¿no se mantiene en la inopia salarial a los trabajadores mientras los beneficios empresariales son estratosféricos?

Reunirse para reivindicar a Haya de la Torre en medio de toda esta inmundicia organizada por el "gobierno de los lobbies y su instrumento dictatorial en el partido", significa desagraviar a Víctor Raúl, a los mártires, a la generación fundadora, a los viejos luchadores.

Significa que se ha perdido el miedo a la satanización, a la inmaculada concepción alanista, a la violencia de una pandilla.

Cuando se suprime el mitin, se suprime la memoria histórica de Haya de la Torre. Se nos dice que vayámonos acostumbrando al nuevo partido, que esto ya no tiene regreso. Que el que manda es Alan García y su pandilla. Y el que no está contento, que se marche. Eso es premodernidad, civilismo, siglo XIX. Esto no lo ven las señoras, más preocupadas en los juegos artificiales, en cánticos y, sobre todo, en la continuidad de un orden que ya no existe al interior del aprismo, porque el alanismo lo ha destruido, y es necesario reconstruirlo.

Es la hora de la rebeldía, del desacato ciudadano, de la desobediencia civil, es la hora de la juventud aprista que no está vendida ni comprada con viajecitos, becas y "asesorías". Es la hora de los apristas que ya no tienen nada que perder y que este gobierno ha tratado con la punta de los zapatos. Es un claro mensaje para que este gobierno rectifique y no meta las manos en el Congreso nacional.

No se trata, tampoco, de disidencias o de "lucha por el poder" o "lucha por cargos de elección". Lo que se demanda es que regresen los procedimientos democráticos, la unidad sincera, transparente y sin corrupción. Los conflictos, a veces, son la oportunidad, para nuevas formas de integración. No se trata de suprimir a unos y reemplazarlos por otros, se trata de defender la dignidad. ¡Que nunca más se pisoteen los derechos del militante, sus aspiraciones, sus sueños y sus grandes ideales!