Para presionarlos y marginarlos, hacen cuanto les permite el abuso del poder, empezando por negarles publicidad oficial, particularmente a los escritos y de la radio (en las televisiones existe la censura previa) para que se deshagan de los periodistas que le caen mal al señor Calderón.

La embestida calderonista empezó contra Gutiérrez Vivó, a quien persiguió hasta echarlo de la radio con su periodismo oral. El panista (que trata de cambiar de caballo a la mitad de su sexenio, tras su fallido gobierno y administración e inocua presencia internacional) odia a revistas y periódicos que informan verazmente y mantienen sus análisis críticos, exigiendo rendición de cuentas y actos.

Calderón ha usado la agencia oficial Notimex para arreglar la información a sus intereses, pisotear el artículo 6 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, pues impone inquisiciones administrativas a la manifestación de las ideas, y pervertir el derecho a la información. Asimismo, ha establecido trabas, que incluye la censura previa, a la libertad de escribir y publicar escritos sobre cualquier materia.

Calderón y Cortázar cesaron de Notimex a la periodista Teresa Gurza, despido que ejecutó gustosamente Sergio Uzeta, el dizque director de la empresa pública. Éste, también, para taparle el ojo al macho, y obedecer servilmente al “señor presidente”, despidió a los demás periodistas que como Gurza han hecho de la Constitución la única norma de su conducta periodística.

El rencor y encono calderonista contra la prensa en general (con sus excepciones) radica, pues, en que la derecha panista calderonista proclive al yunquismo no deja de tener raíces neofascistas. Esto los hace intolerantes a la crítica porque nadie, como quienes ejercen la libertad de expresión, ha estado pendiente del mal gobierno del Partido Acción Nacional, que se hunde en la ineficacia, corrupción y abusos del presidencialismo.

Esa ojeriza calderonista ha aumentado directamente, como es el caso de Notimex, y como prepotentemente se comportan los alfiles de Max Cortázar desde sus direcciones de comunicación en las secretarías y demás órganos (Petróleos Mexicanos, Pronósticos, etcétera), y donde la corrupción y sobornos para tener una prensa favorable, los ha hecho canales de las aguas negras de las componendas, y se prestan para atacar a periodistas y medios que no se someten al calderonismo.

Aumenta la aversión calderonista a los periodistas y su silencio cómplice a las agresiones y homicidios contra ellos. No tragan Calderón y Cortázar las libertades constitucionales para escribir y publicar, por lo cual están llevando hasta sus últimas consecuencias inquisiciones administrativas para quienes no se autocensuren y no acepten someterse al mermado coro de alabanzas y de quienes pasan por alto el desastre político del calderonismo.