Cambia solo una vocal en la sigla y se transforma todo el espectro financiero mundial. Porque Europa, potencia económica al fin y al cabo, quiere manejar sus propios asuntos sin injerencias rígidas con demasiada influencia norteamericana, aunque la independencia total es difícil.

Lo malo de la implantación de este nuevo mecanismo —si se da— es que se trataría de un duplicado del FMI y las desastrosas medidas de ajuste del Fondo caerían sobre los ciudadanos de la zona euro con todas las consecuencias.

El sismo financiero causado por el enorme déficit presupuestario griego estremeció a todo el continente debido a que padecen del mal Italia, España y Portugal, con disímiles condiciones. También se produjo una amenaza muy fuerte sobre el euro, el cual bajó de 1,50 por unidad a 1,36 frente al dólar, en cuestión de días.

Ante los peligros que se cernían sobre la moneda común europea, Wolfgang Schäuble, ministro de Hacienda de Alemania, lanzó públicamente la idea de crear el FME y sacudió al Banco Central Europeo, a los gobiernos y a los medios de prensa. El FMI se quedó sin habla.

El primer apoyo a la iniciativa fue de la canciller federal de Alemania, Angela Merkel, jefa de gobierno del país considerado como la locomotora económica de Europa.

Para ella se trata de una "idea buena e interesante", aunque la consideró como último recurso” aplicable después de la cascada de sanciones y la respuesta del mando colegiado de la Comisión Europea quien especuló que las negociaciones para la creación del organismo multilateral, podrían concluir alrededor del primero de julio.

Francia respondió a la iniciativa diciendo que “la idea merece estudio” (no la rechaza), pero levantó algunas interrogantes sobre su conveniencia.

Luc Chastel, vocero gubernamental de París, adujo que el FME obligaría a enmendar el Tratado de la Unión, actualizado en diciembre último, con la entrada en vigencia del Tratado de Lisboa después de años de arduas negociaciones.

Curiosamente, el presidente del Bundesbank (banco central germano), Axel Weber, recibió mal la iniciativa pues, a su entender, lo importante es que los gobiernos y las instituciones europeas tengan la voluntad de cumplir las reglas existentes, especialmente las de disciplina presupuestaria.

Según las agencias, Berlín trabaja, aparentemente, con doble enfoque: por un lado, endurecer las normas actuales de vigilancia y disciplina presupuestaria con sanciones efectivas para los incumplidores y, por otro, establecer el mecanismo colectivo de rescate que permita ayudar, dentro de la Eurozona, a socios con dificultades insalvables.

Agencia Cubana de Noticias