Ejemplos son varios en estos más recientes años, pero baste citar los más recientes: la celebración en Caracas del bicentenario de la independencia de Venezuela del colonialismo español y de la novena cumbre de la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (ALBA), así como la Primera Conferencia de los Pueblos sobre Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra, organizada por las nuevas autoridades de Bolivia.

La primera, es todo un hito porque a dos siglos, por primera vez en la historia venezolana, esa nación puede hablar de real libertad y autodeterminación, y proclamarse como uno de los puntales en el creciente movimiento de cambios progresistas que vive nuestra área geográfica.

Además, la Revolución Bolivariana no es solo ejemplo y apoyo en el hemisferio, sino también actor decisivo a escala internacional en la búsqueda de un mundo multipolar y equilibrado.

Mientras, el ALBA se constituye hoy como el mecanismo integrador más justo, realista y humano en la historia global, con logros sustanciales ligados a la educación, la salud y la complementación económica a gran escala.

Ni qué decir de la Cumbre de los Pueblos sobre Cambio Climático que el presidente indígena de Bolivia, Evo Morales, potenció, organizó y convirtió en todo un éxito con el ancestral propósito –legítimo legado de su raza- del respeto a la naturaleza, la única fuente de recursos que ha permitido al hombre llegar hasta las fronteras del presente.

Esa reunión, que unió a no menos de 130 mil representantes de movimientos sociales y populares de todo el planeta, se convirtió en verdadera tribuna mundial en la defensa efectiva del medio ambiente y puso en total tela de juicio el fraude organizado en Copenhague por los poderosos, los que han convertido la naturaleza en un infierno el cual se niegan a poner fin.

En consecuencia, América Latina deviene bandera política mundial, antimperialista, justiciera y combativa. Es la voz de los siempre acallados que al fin llena todos los espacios.

Agencia Cubana de Noticias