En día especial como el venidero domingo, dedicado a las madres, estos patriotas desgranan ernura a sus progenitoras, esposas e hijos desde las lóbregas cárceles estadounidenses donde se encuentran.

A lo largo de su encierro las cartas de Los Cinco, como se les conoce internacionalmente, rebosan amor y optimismo. René González, en misiva a su esposa, Olga Salanueva, califica a sus hijas Irmita e Ivette de “nuestros tesoros”. A la última escribió: “Crecerás en la sociedad más justa que hasta ahora ha concebido la humanidad.”

A sus hijos Tonito y Gabriel, Antonio Guerrero manifestó en amorosa misiva: “Estos años de cruel encarcelamiento me han probado con creces que un padre puede estar muy cerca de sus hijos, aún estando lejos y en las más terribles condiciones.”

Estos luchadores antiterroristas cada día sueñan con sus seres queridos, razón más de su felicidad pese al duro y prolongado cautiverio.

Gerardo, René, Antonio, Fernando y Ramón han sido víctimas, en estos años de encarcelamiento, de todo tipo de atropellos por parte de las autoridades judiciales norteamericanas.

Su historia se engrandece al paso del tiempo, mientras la solidaridad internacional clama por su excarcelación. Este caso es, como afirma la escritora afroamericana Alice Walter: “una historia de valor, gran sacrificio y amor.”

Ramón Labañino ha manifestado: “Es mi papel de padre estar al tanto y siempre educar, aunque sea a distancia.”

La esperanza permanece intacta para estos hombres, de ahí que escribiera a su esposa, Elizabeth Palmeiro, e hijas: “Cuando vuelva, recuperaremos todas mis ausencias y reconstruiremos todos los sueños y anhelos que hicimos esperar.”

Durante un acto en la Casa de la Amistad, en la capital cubana, Irma Sehwerert, madre de René González, llamó a los jóvenes latinoamericanos a sumarse a la demanda mundial a favor de la libertad de Los Cinco. Orgullosa, Irma proclamó: “Ellos no han claudicado…jamás traicionarán a su patria.”

Fieles a su pueblo, estos heroicos hombres, quienes obligados permanecen alejados de sus familiares, sin olvidarlos siquiera un instante, constituyen ejemplo de amor a sus padres, hijos y esposas. De “familia excepcional” los ha calificado la poetisa cubana Nancy Morejón.

Cada día Irmita, la hija mayor de Olga Salanueva y René González, recuerda una carta en la cual su padre le pide que no renuncie a ser feliz. "Ser felices es la única forma de hacer mejor el mundo”, aconsejó el papá a su retoño mayor.

Inclaudicable en sus principios, René escribe a su esposa e hijas: “Yo lo único que necesito es saber que ustedes están bien, que están contentas, que se sienten útiles y que ríen ante cada oportunidad de hacerlo.”

Gerardo Hernández y Adriana Pérez sueñan con tener hijos. “No habría padre más especial que Gerardo”, dice la joven. En carta a su amado le expresa: “No hay dudas de todo el amor reservado para esos seres que serían toda una extensión de nuestros sentimientos.”

Fernando González recuerda a su esposa, Aurora Freijanes, la promesa hecha por ambos: “No hay nada que pueda contra nuestro amor.”

Esa estrecha relación familiar, fue calificada por Alice Walter como “de amor extremadamente conmovedor.”

Agencia Cubana de Noticias