La explosión que provocó el escape de crudo hacia la superficie marina tiene tres culpables bien identificados: BP (antigua British Petroleun), propietaria del yacimiento. La empresa Transocean, que tiene los títulos de la plataforma de aguas profundas donde se produjo el accidente y la transnacional Halliburton, la cual posee subcontrato para operaciones en la compleja instalación.

La agencia AFP reportó que el tubo de una milla de largo está extrayendo hacia la superficie un quinto del petróleo que emana, pero no menciona el daño provocado por los otros cuatro quintos del hidrocarburo en la fauna y la flora del Golfo de México cuya extensión se desconoce.

Las tres empresas, citadas por el Congreso norteamericano, eludieron sus responsabilidades individuales por la vía de descargar las culpas sobre las otras. Sin embargo, todo el mundo considera que no se tomarán medidas drásticas, a pesar de reconocer la violación de numerosas regulaciones federales para la operación en el océano.

Habrá que esperar por demandas judiciales de posibles afectados en la costa, pescadores e instituciones ambientales.

Se trata de tres poderosas entidades capitalistas con centenares de hilos que las conectan a los políticos del Capitolio, asiduos receptores de las amplias donaciones de esas empresas petroleras.

Lo increíble es que el jefe de Operaciones de BP, Doug Sutiles, declaró a la prensa su gran satisfacción por poder quitar a las aguas del Golfo de México la quinta parte de la muerte que las asecha y las corrientes empujan hacia Luisiana, Misisipi, Alabama y Florida.

Los expertos coinciden en que la catástrofe es peor que la sufrida no lejos de Alaska por el banquero Exxon Valdéz, a cuya empresa solamente impusieron multa de 500 millones de dólares a pesar de los enormes destrozos causados al ambiente, y las violaciones cometidas.

Si aquel accidente fue menor, ¿qué sucederá con este? Entonces miles de especies animales y vegetales de la región murieron por intoxicación o problemas relacionados con el derrame; muchos kilómetros de playas estaban impregnados por el crudo y los daños a la industria pesquera fueron incalculables.
La expansión del crudo abarcó mil 120 kilómetros de costa y afectó la pesca, refugios de animales salvajes y parques nacionales en una de las regiones con más recursos naturales de Estados Unidos.

Fue tan grave que puso en peligro la cadena alimenticia garantizada por la pesca profesional. ¿Cómo será ahora que es mayor la catástrofe?

¿Continuará Estados Unidos tratando con mano blanda a los violadores que provocan desastres naturales de esta magnitud?

Agencia Cubana de Noticias