PARDO PEÑA. Intereses empresarios y políticos detrás del cierre de la revista.

La inesperada medida empresaria puso en evidencia los límites impuestos a la libertad de expresión en el marco del proyecto ultraconservador de Uribe, en un momento de tensión interna y regional por el papel que juega Colombia como “guardián” de los intereses de los Estados Unidos.

El caso trasciende las fronteras de Colombia, porque a la cuestionada política asumida por el gobierno colombiano como “cabeza de playa” para la instalación y control de bases militares norteamericanas, se sumaron denuncias de corrupción, resultado de las investigaciones periodísticas realizadas precisamente por la revista Cambio.

La decisión del cierre de la revista fue anunciada súbitamente la primera semana de febrero por la editorial colombiana Casa Editorial El Tiempo (CEET). Los periodistas supieron imprevistamente que la publicación semanal fundada en 1993 –y que en sus orígenes estuvo hermanada con la española Cambio 16– abandonaba a sus lectores y despedía a todo su plantel periodístico.

Aunque solamente circulaba en Colombia, Cambio tenía repercusión en muchos países de la región. Representaba la llegada a Latinoamérica de una revista que fue considerada el gran fenómeno periodístico de España durante la transición a la democracia. Su reconocimiento creció aún más cuando, a raíz de una crisis financiera, García Márquez la rescató junto con un grupo de amigos.

Sin embargo, en 2005, nuevamente llena de deudas, la revista fue comprada por CEET, y el Nobel de Literatura se alejó del fallido emprendimiento. En 2007, el grupo español Planeta adquirió el 55% de las acciones de la editorial, controlando mayoritariamente el único diario de circulación nacional en Colombia.

Razones oscuras

Sus denuncias recientes parecen haber incomodado a Álvaro Uribe, pero también a Juan Manuel Santos, su candidato para las presidenciales, ministro de Defensa hasta mayo de 2009 y vinculado estrechamente con la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), y a Francisco Santos, actual vicepresidente de la República, abocados por estos días a garantizar la continuidad del “uribismo”, tras haber denegado la Corte Suprema de Justicia la posibilidad de otra reelección. Allí y no en una «crisis económica» que adujo Francesc Solé, presidente de Planeta para la región, deberían buscarse las razones para el cierre.

Rodrigo Pardo Peña, ex director, ahora, de la revista Cambio, es quien explica el caso ante Acción. “Lo de la crisis económica ha sido recibido con muy poca credibilidad por dos razones. En primer lugar, porque la revista no perdió dinero, sino que ganó en 2009, y en cualquier caso sus magnitudes y presupuestos son muy insignificantes para la CEET, que a su vez tiene ahora como socio mayoritario al grupo Planeta. Y en segundo lugar, porque desde hace varios meses había señales de que a los dueños no les gustaba el modelo de periodismo investigativo que enfatizaba Cambio, por la molestia que algunos de los artículos e informes causaban en las autoridades. Planeta es un grupo grande, con intereses diversos que dependen de su relación con el gobierno –entre ellos, una licencia que está pendiente para un canal nacional de televisión– y desde ese punto de vista le resulta incómoda una revista que hacía tantas denuncias sobre la corrupción en el sector público”.

Escándalos

Rodrigo Pardo Peña es politólogo de la Universidad de los Andes, con una maestría en Relaciones Internacionales de la universidad norteamericana Johns Hopkins, fue consejero presidencial, canciller de Colombia, embajador en Venezuela y Francia, analista y columnista de varios diarios, editor de El Tiempo, subdirector de Semana y director de El Espectador y de Cambio hasta el cierre definitivo de la revista.

El hombre recuerda que molestaron a las autoridades “especialmente los escándalos sobre los vínculos de un fiscal regional –Guillermo Valencia Cossio, hermano del ministro del Interior Fabio Valencia Cossio– con la mafia de Antioquia que terminó con el mencionado en la cárcel. También incomodó el informe sobre las irregularidades en asignaciones de subsidios agrícolas por parte del ex ministro de Agricultura Andrés Felipe Arias a personas y empresas que hicieron aportes a la campaña de Uribe”.

Las investigaciones periodísticas señaladas por Pardo Peña refuerzan la idea de que el cierre, lejos de fundarse en razones económicas, fue una decisión política tomada desde el ámbito gubernamental aprovechando la relación con el grupo Planeta, en respuesta a la magnitud pública, incluso por fuera de las fronteras, que adquirieron las denuncias publicadas por Cambio. Más aún en el contexto de críticas que despertó el acuerdo militar con Estados Unidos. Porque en su última edición, la nota central reveló las negociaciones secretas entre los gobiernos de Uribe y Barack Obama sobre “aspectos sensibles” y aún pendientes derivados del convenio para instalar bases militares en territorio colombiano.
En la extensa investigación, entre otros aspectos importantes, figuran la pretensión de Washington de darles inmunidad judicial a los militares y contratistas que llegarían al país y la forma de zanjar los posibles desacuerdos. Cambio dio detalles sobre el rol de la base Apiay como punta de lanza de las operaciones contra los frentes del bloque oriental de las FARC.

Según el periodista, ésta es la primera vez, durante la presidencia de Uribe, que se cierra un medio de comunicación, y considera que no es verdad que decline la venta de publicaciones con contenido político, otro de los argumentos que circuló de fuentes empresariales. “Por el contrario –afirma–, creo que hay un público cuyas necesidades de información no se satisfacen con el registro de las noticias que hacen los medios diarios o inmediatos. La coyuntura actual brinda una gran oportunidad para las revistas semanales de investigación y análisis”. Y rechaza la idea de que en Colombia se reproduzca la situación que viven medios europeos y norteamericanos, donde el cierre de decenas de periódicos, diarios y revistas ha dejado en la calle a miles de periodistas en España, Francia, Estados Unidos, Alemania, Gran Bretaña e Italia.

Pardo Peña caracteriza enfáticamente la conducta ética-periodística de Cambio: «Actuó con independencia y con actitud crítica frente a los principales actores políticos del gobierno y la oposición. Dentro de esa perspectiva, voceros oficiales nos criticaron con frecuencia por ser “conspiradores”. El ex ministro de Defensa y actual candidato presidencial nos calificó como “idiotas útiles de la guerrilla” y el ex asesor presidencial Obdulio Gaviria me calificó como “líder de la bigornia” (grupo que conspira contra el gobierno) por las columnas que publicaba en El Tiempo”.

Luego de esta experiencia, Pardo Peña enumera, en orden de importancia, los desafíos que, a su juicio, enfrenta el periodismo de investigación en Colombia. “Las amenazas del gobierno, las presiones de los grandes grupos económicos y la influencia de los grupos irregulares de tipo mafioso con poder en los niveles locales”, son los tres principales obstáculos. Desafíos similares a los que enfrentó su abuelo (Roberto García Peña), ex director de El Tiempo durante 42 años, quien durante la dictadura de Rojas Pinilla padeció también el cierre del periódico porque se negó a rectificar una información que afectaba al gobierno.

Su nieto destaca hoy que el periodismo de investigación permitió que, ante las recientes elecciones legislativas realizadas en Colombia, la opinión pública conozca supuestas financiaciones ilegales de las candidaturas de familiares de ex congresistas investigados por nexos con paramilitares, la situación de 80 candidatos que aspiraron a ocupar un escaño en el Congreso y sus nexos con paramilitares de ultraderecha o familiares de políticos acusados de ese delito, así como los nombres de los parlamentarios relacionados con grupos criminales, entre otras revelaciones de la prensa colombiana.

 Fuente: Revista Acción.