Un axioma popular sostiene que “los niños son seres que los adultos echamos a perder” y, lejos de su sentido jocoso, la sentencia advierte el riesgo pendiente. Documentos de la ONU sostienen que en la actualidad 600 millones de infantes en el planeta viven en la pobreza.

Tal realidad, subsiste aún cuando en 1989 se emitió la Convención de los Derechos del Niño, primer instrumento internacional jurídicamente vinculante de las oportunidades humanas civiles, culturales, económicas, políticas y sociales de los menores.

Aparecen en calidad de firmantes del pacto (54 artículos y dos protocolos facultativos) 115 países del orbe. En el documento se definen los derechos a la supervivencia, al desarrollo pleno, a la protección contra influencias peligrosas, los malos tratos y la explotación, y a la plena participación en la vida familiar, cultural y social.

Si bien el texto ofrece el marco ético y legislativo común que permite formular un programa dedicado a la niñez, la práctica, en términos generales, queda rezagada y esa soledad de orientación en la cual se ha dejado al menor, —opinan psicólogos— es amputación no visible, pero eficaz, de la garantía de una vida digna.

Pese a los intentos mediáticos del imperio y sus acólitos por ocultar la verdad de la Isla, informes anuales de organismos internacionales como la UNICEF y otros, dan fe de la obra de la Revolución a favor del pleno desarrollo de los niños.

El estado revolucionario ha creado el cuerpo legislativo dedicado a garantizar la supervivencia, desarrollo, protección y participación de la población más joven, manifiesto en los Códigos de la Familia, del Trabajo y de la Niñez y la Juventud, entre otros edictos como el de la Maternidad, con ventajas para madres y bebés.

Al término del año 2009 la nación logró una tasa de mortalidad infantil de 4,8 por mil nacidos vivos, comparable y superior a la del primer mundo. Mientras, cada infante cubano está protegido contra 13 dolencias, algunas de las cuales son flagelos en lugares de América Latina y África.

A la garantía de acceso a la educación se suman múltiples programas con el propósito de protegerlos, entre ellos el de Educación Formal para una Conducta Sexual Responsable, los Proyectos para los adolescentes, la divulgación de los derechos de los niños y el Educa a tu hijo, para los menores de cinco a 14 años no matriculados en Círculos Infantiles, que prepara al futuro escolar.

La realidad, aunque perfectible, no miente, y de hecho los menores de este país caribeño tienen razones para festejar la fecha universal que muchos de sus coetáneos en el mundo ni siquiera conocen de su existencia.

Agencia Cubana de Noticias