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Hoy, Alán García habla y se jacta como obra suya del "exitoso modelo económico peruano", de ese producto del neoliberalismo capitalista aplicado en el Perú desde Fujimori (1990-2000) y con Toledo (2001-2006).

Bendita hora, esta la del crepúsculo neoliberal capitalista, para las aspiraciones teleológicas de Alan García. Aun sin poseer una definición doctrinaria ["seguridad democrática"] como la que Alvaro Uribe trató de vender al continente, García se ha declarado, a titulo propio, defensor del neoliberalismo y la democracia representativa dentro de su país, y de la geopolítica ’monroeniana’ del imperialismo norteamericano en América Latina.

Auto-irrogado con ese compromiso, ataca con desdén aristócrata a quienes como el Presidente Morales de Bolivia y Chávez de Venezuela lideran sistemas alternativos de economías solidarias, estados participatorios, sociedades justas, y naciones soberanas; los insulta y se ríe del proyecto que representan, el Socialismo del Siglo XXI.

Con su iniciativa de "Protocolo de Paz, Seguridad y Cooperación Continental" [donde se excluye al mayor peligro guerrerista del continente: las bases militares norteamericanas en Colombia] presentado a la UNASUR en Quito el año pasado, buscó tribuna continental. Pero fracasó porque esa bandera flameaba en sentido adverso al viento de cambios que sopla por todo el continente.

Ahora cuando el continuismo pro-norteamericano de Uribe en Colombia muestra al menos en el plano electoral que puede ser vulnerable, cuando ni Lobo ni Martinelli ni Piñeira son lideres con la capacidad ideológica y la obsesión teleológica para ’brillar’ en el continente como adalides del sistema capitalista, y cuando la probabilidad de que el pueblo peruano elija en las elecciones del 2011 una alternativa de cambio, por decir lo menos, Alan García presiente que su hora ha llegado.

Si de un tiempo aquí el imperio lo consideró un aliado estratégico suplente, hoy le ha echado el ojo en serio. Necesita con urgencia un punta de lanza. Obama, el "rey" de moda del imperio (pues, como todo rey, reina pero no gobierna), lo ha mandado llamar. García está feliz. Gastará cuatro días en Washington, desde el 31 de Mayo hasta el 3 de Junio. Su pesada agenda destaca una reunión de trabajo con el "rey" en la Casa Blanca y otras con los pesos pesados del nuevo "Consejo de Indias" que el Departamento de Estado liderado por la dama Hilary Clinton viene a representar.

Todo parece que la realización de su destino está encadenada a la sola voluntad imperial. Le importa el fin, claro. Pero aún la forma que en el contexto de dominación imperialista adopta un perfil virreinal también le entusiasma. Un virrey, esa bisagra política de la dominación colonial, fue después de todo una figura continental y tuvo acceso al poder de la metrópoli imperial. La metrópoli es ahora Washington DC, el "rey" Obama, el "Consejo de Indias" el departamento de Estado, y el aspirante a "virrey", el mandatario peruano.

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Imposible imaginar que Obama hable y menos aun reproche a García por los escándalos de corrupción que comprometen a altos funcionarios de su gabinete y a él mismo estos días. La corrupción, ese anti-valor de conducta política [ese negocio de prebendas donde el que tiene poder da favores a cambio de regalías] fue congénita a la mismísima relación de dominación imperio-colonia, y así es como se han reproducido todo tipo dominación colonial, neocolonial e imperialista. Un estado que practica la ética pública es soberano, por tanto, incompatible con una relación de vasallaje. Obama y García no hablarán de ese asunto!

En su agenda de "cooperación bilateral" tampoco se revisará la constitucionalidad del contrato del Gas de Camisea, del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, de los asesores militares norteamericanos en territorio peruano, de la devolución de 240 misiles anti-tanques Spike L-R de fabricación israelí por ser defectuosos y que el gobierno peruano compró para renovar sus fuerzas armadas.

Y aun cuando García manifestara que la ley Arizona es una "respuesta irracional al problema migratorio", remotísima es la probabilidad que Obama hable con García sobre asuntos domésticos del imperio. Para eso él tampoco ha sido llamado.

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Habrán elecciones locales el 2010 y presidenciales el 2011 en el Perú. Preocupa al imperio norteamericano sus intereses estratégicos económicos (garantizada macro-económicamente en el Tratado de Libre Comercio y toda la institucionalidad neoliberal) y geopolíticos (acceso militar y de inteligencia política para el control del continente). Hasta hoy, estos "asuntos hemisféricos y globales" han sido garantizados sin interrupción por todos los gobiernos desde 1980 (Belaunde, García, Fujimori, Toledo y García nuevamente). Para la metrópoli, este estado de cosas (status quo) debe continuar.

Ni García ni su partido, el Apra, tienen chance de continuar gobernando. Mas que porque la constitución peruana no consagra la re-elección, es porque la mayoría del pueblo peruano los rechaza y los identifica como corruptos [el 80%, según la encuesta Ipsos-Apoyo, Mayo 2010]. Esto lo constata la misma embajada de Estados Unidos en Lima como parte de su informe ordinario al Departamento de Estado.

Faltando menos de un año para las elecciones presidenciales del 2011, la metrópoli no ve con claridad al líder o la agrupación de alcance nacional que garantice continuidad a sus objetivos "hemisféricos y globales". Toledo y su entorno son una carta "pro-sistema" que ya ha sido puesta en juego. Lourdes Nanos del PPC decidió postularse como candidata a la alcaldía de Lima, pensando en el año 2016, y ya está descartada de la presente lid presidencial. Keyko Fujimori no tiene futuro sin la sombra de su encarcelado padre, el ex presidente Alberto Fujimori, quien, aunque recordado favorablemente por algunos sectores pobres, es condenado por la clase política por sus rasgos dictatoriales y también corruptos.

Parece sin embargo que un nuevo personaje ha llamado seriamente la atención del imperio. Se trata del actual alcalde de Lima Luis Castañeda Lossio y el grupo de socios que se hace llamar Solidaridad Nacional. Se presenta como un tecnócrata de eficiencia edilicia y se le identifica por una serie de proyectos de infraestructura que ejecutó durante sus dos gestiones gobernando la "Ciudad de los Virreyes", Lima.

Como manifestación de esa su opción política (que bien puede llamarse injerencia) y haciendo uso de indiscutibles resortes institucionales, el imperio ha ’bautizado’ a Castañeda Lossio en Washington DC este Mayo 11 de 2010. En el marco de la 40va. Conferencia del Consejo de las Américas (COA por sus siglas en Inglés), una sociedad ligada al Departamento de Estado, Castañeda Lossio fue distinguido "por su liderazgo en las Américas", "por su lucha contra la pobreza y la mejora de vida de las condiciones de vida de la población", y "por su tarea de inclusión social, modernización y promoción de la inversión nacional y extranjera en Lima".
Así se expreso al entregarle el galardón John Dimitri Negroponte, Presidente del COA, cuyo currículo diplomático incluye haber sido embajador de Estados Unidos en Honduras (1981-1985) cuando se entrenaba a los Contras para derrocar a los Sandinistas de Nicaragua; embajador en Iraq (2004-2005); y Director de Inteligencia Nacional (2005-2007). Castañeda Lossio además sostuvo conversaciones privadas con el Subsecretario de Asuntos Hemisféricos del Departamento de Estado, Arturo Valenzuela, el Presidente del Instituto Republicano Internacional, Lorn Crane, y el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Luis Alberto Moreno.

Pero Castañeda Lossio es una figura parca en carisma y poco conocida fuera de Lima, en el resto del Perú donde habita más de dos tercios de la población peruana.

Junto a esa aparente desventaja del posible candidato preferencial del continuismo esta sobre todo el hecho no alterado que corroboran los resultados electorales anteriores según los cuales en el Perú hay un tercio electoral constante que es proclive al cambio (opuesto al status quo). El fracaso de las políticas entreguistas, excluyentes, y represivas mas los recientes escándalos de corrupción que enfangan al gobierno de Alan García, suma descontento y alienta el viraje adicional de preferencias electorales hacia el cambio que la izquierda, los nacionalistas y otros progresistas representan. Esta variable preocupa seriamente al imperio.

En esta circunstancia, lo que una vez García declaró ante banqueros extranjeros de que si bien él "no podía imponer al siguiente presidente del Perú, si podría impedir quien lo fuera", se convierte en un compromiso bienvenido para los intereses continuistas de dominación imperial. Con la certeza deductiva que proviene de aquellas evidencias contextuales [como lo sugiere el principio legal res-ipsa-loquitor], se puede afirmar que Obama ha mandado a llamar al aspirante a virrey, Alan García, para desarrollar una especie de conspiración continuista estratégica que con el tiempo quedará revelada.

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Debilitar el desarrollo de las fuerzas del cambio mediante el uso de medios directos como mas represión, persecución, difamación, acaso fraude electoral, y sobre todo división; pero también haciendo uso de los recursos públicos y de aquellos provenientes de resortes desestabilizadores del imperio como son la USAID, NED, IR, COA, etc. Si Ollanta Humala es hoy la figura presidenciable más distinguida con el Gran Cambio, lo acusarán de todo (corrupto, terrorista, Chavista, autoritario, etc.) y hasta manufacturarán adversarios para confundir y dividir a la clase popular-nacional. Este es el objetivo prioritario que los converge.

Quién garantice el continuismo (líder o agrupación) es, aunque no parezca, un asunto menos complicado. A diferencia de las fuerzas derechistas domesticas que riñen entre sí para alcanzar el poder y hacer lo mismo, al imperio no le interesa ya si el que lo represente es japonés, cholo, o pituco (Obama mismo, primer presidente afro-norteamericano, prueba que la dominación no es una asunto de raza sino de clase). Al imperio le interesa que no cambie el sistema neoliberal capitalista en cuyo marco ejerce su hegemonía y dominación. En tal sentido, lo mínimo que García tendrá que hacer es crear las condiciones para que haya una segunda vuelta con al menos un candidato continuista como contendor; mejor aun si éste es, como parece ya indicar la opción preferencia imperial, Castañeda Lossio.

Permitir que Fujimori, desde su lugar de condenado, haga campaña a favor de su hija Keyko, o blindar a Toledo de actos entreguistas como el contrato de venta del Gas de Camisea para se recomponga y participe de frente o a través de algún nuevo rostro, es y seguirá siendo parte del compromiso con el proyecto continuista que García tiene que ofrecer en Washington.

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Estar en Washington DC hace sentir a García un protagonista "hemisférico y global", como hubieron de sentir los virreyes de la colonia estando en la metrópoli española. La desgracia del tipo de protagonismo como el virreinal es que su gloria es esclava de la dominación imperial. El imperio necesita de virreyes hasta el último momento de su existencia; de ese tipo de gobernantes que enceguecidos por la falsa gloria y el poder egoísta vende, entrega o permite el saqueo del patrimonio nacional y de quienes, habitando allí, generan el valor y la riqueza que ambos, el imperio y el virrey usufructúan.

Pero la gloria y el poder que emana de la dominación imperial aunque real es efímera aun más en su hora crepuscular. Durante su postrimería de nada valieron los actos "heroicos y protagónicos" de los últimos virreyes del colonialismo español. Es el período cuando nuevas fuerzas (las independentistas) marcan un rumbo diferente e inevitable a la historia.

El penúltimo virrey Joaquín de la Pezuela no pudo evitar que sus tropas se plegaran al ejército libertador que el General Álvarez de Arenales dirigía en Pisco en 1820, ni que los jefes españoles le dieran un ultimátum en Aznapuquio. En defensa de un sistema (de dominación colonial) y de su deseada continuidad, tras la debacle de liderazgo del virrey Pezuela, Don José de la Cerna e Hinojoza se erigió a titulo propio en el último virrey de la colonia el 29 de Enero de 1821.

Felipe VII lo confirmó virrey 3 años más tarde, en Agosto 9 de 1824. Ocupado estuvo en la recuperación y la defensa mediática y militar del sistema de dominación colonial sobre su último peldaño, el Perú. De nada le valió ser virrey de una potencia opresiva en decadencia y que la metrópoli le nombrase como tal 3 días después de su derrota en la Batalla de Junín. Tras recibir 7 heridas de bala tuvo que capitular para salvar su vida en la Batalla de Ayacucho el 9 de Diciembre de 1824.

Pensar que un imperio es inmutable y protagonizar la defensa ciega de su dominación en tiempos de su decadencia es fatal, para el imperio que decae y para quien se yerga como su defensor. Es cuestión de sentido común: no se puede nadar contra la corriente de la historia. El Perú no es una isla. Allí también soplan vientos en dirección del cambio, por la democracia inclusiva, por la economía armónica y solidaria, por la justicia social, y por la soberanía nacional.

Vientos y fuerzas que ya protagonizan batallas; hay además desbande en las fuerzas que defienden el sistema incluyendo el propio partido de Alan García; y habrá, sin duda, una nueva Batalla de Ayacucho del cual resultarán heridos los defensores del sistema neoliberal capitalista y de la dominación imperial norteamericana, y en donde se selle la segunda independencia del Perú, también.

Alan García, para salvarse se irá del Perú una vez más pero no a la metrópoli, Washington DC, pues allí no habrá quien y donde lo entierren. En ese sentido el último virrey de la colonia española, Don José de la Serna e Hinojoza, podría haber tenido la suerte de retornar a Cádiz, la tierra que lo vio nacer, y donde apenas se le recuerda como el Conde de los Andes.