Generacción reproduce el Perfil que en su edición del viernes 11 de los corrientes, Hildebrandt en sus trece, publicara en su página 9, sobre el periodista Herbert Mujica Rojas, por considerarse de interés y por referirse a uno de nuestros colaboradores más entusiastas.

Cerca de la clandestinidad

Retrato al vuelo de Herbert Mujica, el periodista al que Lima Airport Partners quiere ver en la cárcel

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Camina a paso lento porque le duele la espalda. Pero el doctor insiste que es una lumbalgia. Y ese fue el motivo oficial por el que el periodista Herbert Mujica Rojas no pudo asistir a la lectura de sentencia de uno de sus seis juicios. Todas esas querellas fueron entabladas por la empresa Lima Airport Partners y por una supuesta difamación agravada. Por eso Mujica parece andar con sigilo y lleva gafas oscuras aunque el día esté nublado. Teme alguna represalia, admite. Con esa facha parece estar a un paso de la clandestinidad.

“Mi familia está golpeada. Pierdes las alas económicas y los contratos”, explica. Todo empezó con el libro ¡Estafa al Perú! ¡Cómo robarse aeropuertos y vivir sin problemas!, publicación que, en 2007, costeó con sus ahorros.

Algunos lo llaman “conflictivo crónico”, Mujica dice que ese sambenito se lo ha ganado diciendo las cosas “que muchos no se atreven a decir porque desconocen el tema o están comprados”.

Así de radical es este Mujica honrosamente pobretón. Sus enardecidos textos circulan en la Internet desde 1998 y su columna “Señal de Alerta” inunda cientos de correos casi a diario. “Tengo como tres mil artículos en la web”, dice.

Su voz, que algo de locutor tiene, se oye a través de Radio Moderna AM, donde tiene un espacio que él mismo ha alquilado.

El programa va los lunes y miércoles, y en él resuena un periodismo antisistema en donde no sólo se critica al actual gobierno del Apra, partido del cual fue secretario nacional de Asuntos Estudiantiles en 1975, sino que se habla de Historia del Perú, poesía y Sociología en versión ganosa y amateur. “Es una radio popular en la que intento hacer cultura”, explica.

“Debo pasar el gorrito para seguir con el programa”, comenta. Se refiere a lo difícil que es conseguir patrocinadores. Pero Mujica no se amilana. El vive de imposibles.

Detrás de este guerrillero de la palabra, de este cruzado de causas en trance de perderse, se esconde un chalaco del barrio de Bellavista y un ex jugador de las divisiones menores del Sport Boys. “Cuando tenía once años jugaba en el equipo de calichines. Era un volante con vocación de gol”, recuerda.

Y luego afirma que la vida política le quitó espacio para esos entretenimientos.

“Suena feo decir que soy un desempleado. Soy independiente por la gracia de Dios, si es que existe”, dice volviendo al presente.

Una de las particularidades de este antropológo sanmarquino, curioso por la nanotecnología, posmoderno con el inalámbrico que luce en la oreja, es su apego por los deportes: a sus 52 años recorre ocho kilómetros diarios. Eso lo mantiene en forma.

El periodismo, como su trabajo con el legendario Andrés Townsend Ezcurra en el Parlamento Latinoamericano, le permitió recorrer buena parte del mundo. ¿Recuerdos de sus viajes por Sudamérica? “En Chile me encontraron libros de Víctor Raúl Haya de la Torre y eran los años de la dictadura militar y tuve problemas”. Otra anécdota le ocurrió en Buenos Aires, donde en los 70 lo confundieron con un curioso digno de sospecha por su facha de trotamundos sin dinero por estar tomándole demasiadas fotos a la Casa Rosada.

Cuando se le pregunta cómo se definiría: dispara: “Cara de bobo, rápido para la respuesta y con un enorme apego histórico”. En su cuenta de Facebook se autodefine como “un librepensador de nariz superlativa, imposible de ocultar”. Como se ve, la severidad de Mujica tiene trayectoria de bumerán.

Herbert Carlos Mujica Rojas se considera amante del buen castellano y resulta un buen orador: “No hemos venido a la Tierra para beber el agua, comer el paso y legar la única herencia de un esqueleto”, recita a Manuel González Prada.

También es miope agudo y tiene un club de lectura de trémulos iguales. Prefiere la música clásica, navega por Internet con una destreza que no es habitual en los de su generación y carece de mascotas. “En mi casa el único animal soy yo”, dice.

Tipo extraño este Herbert Mujica. Aparenta ser un sujeto duro, pero no lo es. Se peleó con canillitas en el fulbito de la infancia y hoy denuncia a Dionisio Romero. Escribió su libro, vendió casi todos los ejemplares y luego, en vez de seguir lanzando ediciones, cogió el texto y lo colgó en la web. Quince mil lectores ya lo han bajado. Y gratis. Y no es que a él le sobre la plata.

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