El conflicto colombiano lleva más de cuatro décadas sin resolverse. La complejidad de una guerra interna que ha ocasionado miles de muertes debido al narcotráfico, el paramilitarismo, el terrorismo, el secuestro, etc, ha ocasionado que los habitantes, especialmente los de la línea de frontera, se desplacen y refugien en países como el Ecuador, mientras la comunidad internacional poco o nada ha hecho para evitar el desangre. Las élites de la derecha colombiana, en complicidad con el gobierno de los Estados Unidos, han incrementado aún más una política guerrerista y puesto en marcha el fracasado Plan Colombia.

Los grandes medios de comunicación colombianos, como la cadena Caracol y RCN, tampoco han estado al margen e intuyeron que abordar el tema de este conflicto político y social sería económicamente rentable y les haría subir su rating de sintonía y empezaron a producir telenovelas, series y películas como: El cartel de los sapos, El capo, Sin tetas no hay paraíso, Las muñecas de la mafia, entre otras.

La columna vertebral de la telenovela clásica es el romance. La chica pobre que se enamora del rico es una historia de amor que debe superar los obstáculos y las desgracias más terribles que puedan imaginarse, se trata de la búsqueda del reconocimiento social cuyo desenlace es la recuperación de la identidad por la reivindicación de algo proscrito: el origen humilde o la paternidad, fue lo que marcó la telenovela mexicana, venezolana y argentina de la década de los años 70-90. Después fue sufriendo variaciones y adaptaciones acordes con la época, sin desatender el denominador común del romance y la fatalidad. Las producciones brasileñas agregaron elementos históricos y etnográficos, la televisión colombiana introdujo la temática empresarial en la telenovela colombiana “Café” protagonizada por Margarita Rosa de Francisco.

Siguiendo los cánones de la tradicional telenovela, las películas de cowboys y de la mafia de la industria hollywoodense, los escritores y guionistas de la narcotelenovela crearon en el imaginario del televidente que cualquier ciudadano común, hombres y mujeres sumidos en la pobreza, pueden encontrar en el delito y la violencia la posibilidad de salir fácilmente de la pobreza, ascender socialmente y obtener poder.

El patrón manda desde la mansión en la que vive rodeado de excentricidades: animales de zoológico, piezas de museo, réplicas de cuadros de pintores famosos y de un harén de bellas mujeres en su yacusi. Siempre con un vaso de whisky en la mano hace negocios ilícitos vía celular, perdona o condena a quienes se atreven a no acatar sus órdenes o se interponen en su camino disputándole el liderazgo.

Los representantes de la ley y el orden no son más que piezas del tablero de ajedrez a quienes el héroe de la narcotelenovela puede corromper, pues según su credo: “Todo hombre tiene su precio”, nadie se niega a una buena aceitada (coima). Ni siquiera la cárcel en la que está prisionero puede del todo destruir su red de corrupción.

En la trama, el papel que cumplen las mujeres expresa abiertamente el machismo, pues no son consideradas más que una propiedad privada, un adorno, una mercancía desechable e intercambiable, a la que hay que satisfacer todos sus caprichos en el shooping. La mujer es un objeto sexual, algo cuyo valor agregado son las siliconas, un ente que no toma decisiones ni cuentan sus opiniones

Los valores del clan mafioso son la fraternidad, la lealtad, la hermandad entre los miembros del crimen organizado. Quien traicione la confianza del patrón o no cumpla con su palabra en los negocios, tarde o temprano será ajusticiado y morirá por un ajuste de cuentas. El soplón pagará cara su osadía. El narcotráfico, la prostitución, la trata de blancas, el sicariato, la corrupción, el lavado de dinero, el incesto, etc, son elementos de la trama de la narcotelenovela, en la que el drama y la tragedia son permanentes.

Tras la muerte de Pablo Escobar, el 2 de diciembre de 1993, el narcotráfico no desapareció en Colombia, por el contrario, hoy no sólo se limita al tráfico de estupefacientes. Una nueva dinámica del narcotráfico entró a operar, pues ya no se habla de carteles sino de un negocio de inversión en el cual un grupo de personas, con recursos suficientes, está involucrado en el envío de alcaloides. En este nuevo esquema han entrado a participar comerciantes, industriales y personas de la sociedad en general; el mercado se centra en círculos de poder de "ciertos personajes" que se encargan de administrar la mercancía y quienes han concentrado sus esfuerzos en la búsqueda de contactos en los diferentes organismos de seguridad que les permitan tener rutas seguras para poder transportar los cargamentos de drogas, por lo que el narcotráfico penetró en las esferas políticas como es el caso de algunos amigos y familiares del Presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez y del recientemente elegido Juan Manuel Santos.

El nuevo señor de las drogas, Diego Fernando Murillo Bejarano, conocido como "Don Berna", fue uno de los cabecillas de las autodefensas. Se dio a conocer desde la época de cuando se crearon Los Pepes (Perseguidos por Pablo Escobar) y de la que fue uno de sus cabecillas. Fue además uno de los principales colaboradores de la policía y la DEA para dar con el paradero de Escobar. Muerto el jefe del cartel de Medellín, "Don Berna" se convirtió en uno de los hombres más cercanos a Castaño y puso su organización sicarial, que pronto se conoció como La Terraza, al servicio de las autodefensas.

Según el informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONuDD) el Perú actualmente es el mayor productor de hoja de coca en el mundo, superando a Colombia, que ocupa el segundo lugar. En el 2009 ha producido 119.000 toneladas métricas de hoja de coca, la materia prima del clorhidrato de cocaína, lo que podría explicar su “crecimiento económico”.

Por estos días se constata que el Ecuador no es más una “Isla de paz”, pues se han incrementado sus niveles de crímenes, delincuencia, sicariato y narcotráfico, dejando en claro que no es una simple “percepción”, como lo afirmara el ex ministro de Seguridad y Gobierno Fernando Bustamante. Tristemente, el Ecuador ha dejado de ser un país de tránsito de la droga, especialmente cocaína, para convertirse en un sitio donde se la procesa en laboratorios.

La narcotelenovela no ha sido solo un éxito en Colombia, lo es también en todos los países latinoamericanos y aun en los Estados Unidos, quizá porque la violencia social, la delincuencia, el narcotráfico y la inseguridad en el mundo capitalista se han vuelto un problema permanente.