Los participantes en el Seminario Internacional “Los problemas de la revolución en América Latina”, y los seguidores de sus conclusiones, fuimos invitados a examinar la profundidad y las implicaciones de la crisis del capitalismo y el imperialismo en su anterior versión de 2009. En esta oportunidad esta reflexión toma una dimensión especial cuando se ubica la urgencia de ahondar en la búsqueda de salidas organizativas y políticas que beneficien al proletariado y los pueblos.

Con acierto el Seminario concluyó que “El pánico ha atrapado a los círculos del capital financiero imperialista y a las clases dominantes de todo el planeta: una nueva crisis cíclica del capitalismo está presente, y de ella no escapan las potencias imperialistas ni los países dependientes.

“No obstante de que las iniciales manifestaciones de esta crisis se expresaron en el ámbito financiero e inmobiliario, su origen está en la base de la economía, pues, se trata de una nueva crisis de sobreproducción relativa de bienes de consumo que choca con la baja capacidad adquisitiva de las masas. Su causa está en la contradicción existente entre el carácter social de la producción y la apropiación privada de los bienes y riquezas producidas, que se presenta como la contradicción fundamental del sistema capitalista-imperialista reinante.

“Esta no es una crisis más. Es la más profunda de la historia del capitalismo, solo comparable a la de 1929 que llevó a la Segunda Guerra Mundial, y la guerra llevó a revoluciones que liberaron a un tercio de la humanidad de la explotación capitalista, aunque posteriormente el proceso fue revertido. Sus alcances son enormes, abarcan todos los ámbitos de la economía actual, tiene enormes impactos ambientales, sacude por entero la institucionalidad burguesa, agudiza la competencia interimperialista y el descontento de los trabajadores y pueblos en todo el mundo.” (Declaración del XIII Seminario Internacional Problemas de la Revolución en América Latina. Quito - Ecuador 13 al 17 de julio 2009)

Posteriormente, a pocos meses, la Plenaria de la Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista-Leninistas, CIPO-ML, realizada en noviembre de 2009, examinó el desarrollo económico de la crisis y la situación internacional de constituye valioso aporte y referencia.
Resultaron muy ligeros los análisis que califican el estado y proyección de la economía mundial como de recuperación.

En primer lugar, porque no hay soluciones de fondo a los problemas estructurales generadores de la crisis cíclica actual, como lo confirman los resultados de la reciente cumbre del G-20 y G-8.

En segundo lugar, porque los fenómenos que se señalan no identifican cambios cualitativos en el proceso productivo, en especial en materia de empleo, demanda, inversión y cambio tecnológico que den cuenta de un nuevo ciclo.

Los datos sobre el crecimiento de las principales economías del mundo siguen siendo negativos. En Alemania el descenso fue del 4.9%, y el de Italia y el de Reino Unido del 4.8%. Francia registró -2.2% y Estados Unidos -2.4%. La zona euro bajó el 4% y la Europa de los 27 reconoció 1%. Japón recortó su PIB un 5.1%. En China se calcula que el crecimiento del PIB se redujo de 9 por ciento en 2008 a 8.4 en 2009. En la mayoría de casos, los crecimientos que se señalan en el segundo semestre de 2009 son todavía insuficientes para revertir la crisis y colocarse en una senda de crecimiento. También es preocupante el deterioro de los indicadores sociales latinoamericanos. En 2009 la tasa de desempleo subió del 7.4% al 8.3% en América Latina. Esto significa que más de dos millones de personas se incorporaron a esas filas. Esto va asociado con los crecientes faltantes fiscales que anuncian medidas antipopulares de recorte de los exiguos derechos sociales e incremento de impuestos.

La crisis y sus elementos recesivos son cada día más evidentes y al contrario de lo que señalan los economistas burgueses, la crisis se prolonga y profundiza cada día más porque las medidas tomadas no pueden superar los factores estructurales que la generan, así tenemos que hoy se advierte el peligro de un colapso de las economías de España (la caída del Producto Interior Bruto (PIB) fue del 3.6%), Portugal e Italia, preocupación incrementada por la situación de Grecia y el reciente estallido de su pueblo por las duras medidas anti crisis que golpean al pueblo inclementemente. Parte de esa realidad de pánico económico es la muy difundida medida de ajuste del gobierno alemán y todo indica que le seguirán los pasos otros gobiernos.

En esos términos las mismas cifras económicas internacionales de las trasnacionales y organismos multilaterales hacen añicos la propaganda neoliberal de la recuperación. La crisis se prolongará y profundizará, ningún país quedará al margen de sus consecuencias, a pesar de las diferentes evoluciones episódicas de la misma.

Asistimos a una coyuntura compleja que nos abre posibilidades para avanzar en la acumulación de fuerzas revolucionarias con la organización y la acción política de masas. Es una coyuntura compleja que demanda un gran esfuerzo para superar sus retos.

El reformismo, táctica burguesa ante la crisis

En el Seminario Internacional del 2009 afirmamos que: “Las crisis del capitalismo, sistema históricamente agonizante, solo podrán resolverse a favor de los trabajadores y los pueblos con la superación de este régimen de explotación y la implantación del socialismo. Los monopolios y los gobiernos buscan sortear la crisis garantizando la permanencia del sistema como lo hicieron en otras ocasiones, aunque a la postre sus modelos de acumulación (estado de bienestar, neoliberalismo) desembocaron en nuevas crisis.” (Declaración del XIII Seminario Internacional Problemas de la Revolución en América Latina. Quito - Ecuador 13 al 17 de julio 2009).

Esto quiere decir que necesitamos definir la táctica revolucionaria para cada uno de nuestros países y procurar construir una táctica revolucionaria para nuestra América Latina y el Caribe.

Esto plantea impulsar compromisos y acuerdos entre las fuerzas del campo popular, al seno de la tendencia progresista, democrática, de izquierda y revolucionaria en cada país y por la conformación de un Frente de masas anti oligárquico, antifascista y antiimperialista.

La lucha contra los daños de la crisis entre los pueblos y naciones también nos exige diseñar programas de lucha tácticos que logren que la crisis la paguen los ricos; en ellos consignamos reformas que permitan defender las conquistas de los obreros, campesinos y todos los sectores populares, pero con ellas no hacemos ilusiones sobre buena calidad de vida bajo el capitalismo porque somos conscientes de que debemos trabajar duro para echar abajo este sistema oprobioso capitalista-imperialista, que aunque sea grande la profundidad de la crisis no se caerá sin derribarlo con la lucha de todas las clases y sectores explotados y oprimidos. Por tanto, esos programas tácticos deben estar íntimamente ligados al plan estratégico, a la lucha por el poder popular y el socialismo.

Bien señala el gran revolucionario comunista José Stalin: “No se trata, evidentemente, de las reformas o de los compromisos y acuerdos en sí, sino del uso que se hace de ellos.

“Para el reformista, las reformas son todo, y la labor revolucionaria cosa sin importancia, de la que se puede hablar para echar tierra a los ojos. Por eso, con la táctica reformista, bajo el Poder burgués, las reformas se convierten inevitablemente en instrumento de consolidación de este Poder, en instrumento de descomposición de la revolución.” (Los Fundamentos del Leninismo. J Stalin, 1920. Pág. 97. Ediciones Vanguardia Proletaria)

El oportunismo de derecha –a menudo liderado por la socialdemocracia- en Colombia y el mundo es un gran obstáculo para desarrollar una táctica revolucionaria, ya sea que actúen desde el gobierno o al interior de las organizaciones populares.

Es así como en los países donde gobiernan los socialdemócratas se encargan de aplicar las medidas a favor del capital –incluida la declaratoria o apoyo de la guerra imperialista por mercados- contra los obreros y demás explotados, en un inútil plan de salvamento del sistema capitalista-imperialista que por su decadencia no sale de sus crisis. Simultáneamente, al interior de las organizaciones de los trabajadores, los campesinos, la juventud, las mujeres y demás sectores populares los socialdemócratas y demás oportunistas de derecha practican el inmovilismo ante la ofensiva del régimen y difunden el culto a la legalidad burguesa, el electorerismo, el parlamentarismo, promueven la y rechazan la combinación de las formas de lucha que incluya la utilización de la violencia revolucionaria de las masas, única vía para la toma del poder.

Los gobiernos alternativos y la crisis

En la lucha por el poder, tiene gran valor la propuesta de luchar por gobiernos tácticos antiimperialistas, anti oligárquicos y democráticos. Ellos constituyen un duro golpe contra el poder burgués.

El avance de estos gobiernos está directamente ligado a su capacidad para apoyarse en el empuje popular, de fortalecer sus nexos con las fuerzas que internacionalmente se enfrentan al imperialismo y combatir con ellas sus medidas de dominación. Pero igualmente, está relacionado con su capacidad de medir el alcance de las reformas que impulsa para no dejar que se agoten en medio de las contradicciones estructurales del capitalismo y se diluya el beneficio para las masas.

Si bien no compartimos la caracterización del socialismo del compañero Hugo Chávez, Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, nos parece importante destacar que él afirmó en una reunión con trabajadores del sector eléctrico transmitida en cadena nacional de radio y televisión que solo bajo el socialismo se resolverán problemas como el de la inflación, el crecimiento económico, la pobreza crítica o la vivienda. Advirtió que es la pervivencia del sistema capitalista lo que impide a su Gobierno resolver los problemas económicos y sociales de Venezuela. "Estoy consciente de que el modelo capitalista que se construyó en Venezuela ya no da para más porque es muy atrasado", manifestó el presidente. (El Tiempo. Colombia, 10 de abril de 2010).

Estas afirmaciones dan lugar a profundizar el debate sobre los alcances de las reformas y de los gobiernos alternativos, pero en particular sobre aquellos gobernantes que persisten en la lucha por el cambio pues en el caso de Rafael Correa es de lamentar su distanciamiento de los compromisos y aspiraciones populares.

Combinación y cambio de las formas de lucha

Consideramos que en la lucha contra el reformismo cuando enfrentamos la crisis con criterio revolucionario es esencial asumir un estudio de todas las formas de organización y de lucha de las masas, el saber ligarlas, coordinarlas, combinarlas y cambiarlas según la correlación de fuerzas y los objetivos de la lucha.

La utilización de violencia revolucionaria de las masas, en sus distintas manifestaciones, es atacada sin descanso por la burguesía y sus agentes, o descuidada por las fuerzas de la tendencia de izquierda y revolucionaria. Es de mucha importancia táctica-estratégica educar sobre su papel en la historia, instruir a las masas sobre la vitalidad de su aplicación para el logro de conquistas y la defensa de las organizaciones del pueblo.

En la época del imperialismo y las revoluciones proletarias, definida por Lenin –el gran teórico y dirigente proletario-, bien vale no olvidar al camarada Stalin cuando afirma que para el revolucionario “…lo principal es la labor revolucionaria, y no las reformas; para él, las reformas son un producto accesorio de la revolución. Por eso, con la táctica revolucionaria, bajo el Poder burgués, las reformas se convierten, naturalmente, en un instrumento para descomponer este Poder, en un instrumento para vigorizar la revolución, en un punto de apoyo para seguir desarrollando el movimiento revolucionario.

“El revolucionario acepta las reformas para utilizarlas como una ayuda para combinar la labor legal con la clandestina, para aprovecharlas como una pantalla que permita intensificar la labor clandestina de preparación revolucionaria de las masas con vistas a derrocar a la burguesía.

“En eso consiste la esencia de la utilización revolucionaria de las reformas y los acuerdos en las condiciones del imperialismo.

“El reformista, por el contrario, acepta las reformas para renunciar a toda labor clandestina, para minar la preparación de las masas con vistas a la revolución y echarse a dormir a la sombra de las reformas "otorgadas" desde arriba.

“En eso consiste la esencia de la táctica reformista.” (Pág. 97, obra citada)

Concluimos que el reformismo no es alternativa para los trabajadores y los pueblos, que pensando en la revolución, en el poder popular y el socialismo, debemos tener una táctica flexible que incluya la lucha por reformas como factor al servicio de la acumulación de fuerzas para la toma y ejercicio del poder. Bien vale recordar de nuevo la declaración del XIII Seminario Internacional en el 2009: “Las organizaciones populares y revolucionarias trabajamos por generar un gran movimiento en contra de la dominación del capital imperialista y de las clases dominantes criollas, en el que participen todos aquellos sectores dispuestos a defender los intereses de los trabajadores y los pueblos, quienes luchan por los cambios democráticos, progresistas y revolucionarios. Un gran frente de masas que se exprese en cada uno de nuestros países es una necesidad vital; mas, los trabajadores y los pueblos deben comprender la necesidad de elevar su organización al plano político y a la lucha por el poder.

“Asumimos esta crisis como una oportunidad que las fuerzas revolucionarias tienen para denunciar y demostrar el carácter anti obrero y explotador del capitalismo, para avanzar en la organización de los trabajadores y los pueblos tras las banderas del cambio, de la revolución social y nacional; es un ocasión para que la clase obrera y los pueblos desarrollen la conciencia antiimperialista y anticapitalista.”

Deseamos éxitos al Seminario