“Despliega Israel submarinos armados de misiles nucleares frente a las costa iraníes”. Ese fue el titular del diario israelí Haaretz el 22 de junio, al reportar sobre un trabajo investigativo del cotidiano británico Sunday Times.

Según las declaraciones de un oficial israelí, uno de los 4 submarinos Dolphin, proporcionados [a Israel] por Alemania, se encuentra ya en el Golfo Pérsico y sus misiles crucero (con un alcance de 1 500 kilómetros) portadores de ojivas nucleares le permiten alcanzar cualquier blanco en Irán.

Durante el fin de semana una imponente escuadra naval, que cuenta más de 12 navíos de guerra estadounidenses y por lo menos una unidad lanzamisiles israelí, cruzó el Canal de Suez, también en dirección al Golfo Pérsico, con vistas a reforzar la presión militar sobre Irán. La única razón no es sin embargo, como se ha dicho hasta ahora, impedir que Teherán logre dotarse algún día de armas nucleares.

Existe otra razón más urgente aún. A principios de la semana pasada, Teherán firmó con Islamabad el acuerdo, por 7 000 millones de dólares, para la construcción de un gasoducto entre Irán y Pakistán.
Se trata de un proyecto que data de hace 17 años, pero que estuvo hasta ahora bloqueado por Estados Unidos, a pesar de lo cual Irán ya tiene construidos 900 de los 1 500 kilómetros del gasoducto –desde el yacimiento de South Pars hasta la frontera con Pakistán, que construirá los 700 kilómetros restantes.

Se trata entonces de un corredor energético que, a partir de 2014, llevará diariamente a Pakistán, desde Irán, 22 millones de metros cúbicos de gas. El proyecto inicial incluía una rama que llegaría hasta la India, pero Nueva Delhi se retiró del proyecto por temor a que Pakistán bloqueara el aprovisionamiento.

Pero China sí está dispuesta a importar gas iraní. La China Petroleum Corporation firmó con Irán un acuerdo por 5 000 millones de dólares para el desarrollo del yacimiento de South Pars, reemplazando así a la compañía francesa Total, a la que Teherán no le renovó el contrato (mientras que la italiana ENI [Ente Nazionale Idrocarburi. NdT.] sigue operando en los yacimientos de South Pars y de Darquain). Para Irán se trata por lo tanto de un proyecto de gran importancia estratégica.

Después de Rusia, Irán posee las mayores reservas de gas natural, que permanecen esencialmente sin explotar. A través del corredor energético hacia el este, Irán puede desafiar las sanciones adoptadas por instigación de Estados Unidos. Pero existe un punto débil: su principal yacimiento, el de South Pars, es marítimo, situado en el Golfo Pérsico, y está por lo tanto expuesto a los peligros de un bloqueo naval, que Estados Unidos puede ejercer basándose en las sanciones adoptadas en el Consejo de Seguridad.

El descontento de Washington se hace patente ante el hecho que Pakistán, su aliado, haya firmado el acuerdo con Irán poco días después de la adopción de las sanciones en el Consejo de Seguridad. De ahí el movimiento militar, que cuenta con el consentimiento de los aliados europeos, y en particular de Francia.

El portaviones Truman, a la cabeza del grupo naval que se dirige al Golfo Pérsico, hizo primeramente escala en Marsella, efectuando en el Mediterráneo, entre el 4 y el 7 de junio y con los 80 aviones de ataque que lleva a bordo, una maniobra de interoperabilidad con los aviones del portaviones francés Charles de Gaulle. Hallándose en camino hacia Suez, el Truman recibió además la visita, el 14 de junio, del ministro de Defensa alemán, acompañado del jefe del Estado Mayor de la Marina de Guerra.

El momento más emocionante tuvo lugar el 13 junio cuando un sacerdote católico francés y un rabino judío oficiaron juntos, en la capilla del portaviones estadounidense Truman, una ceremonia religiosa que permitió «a las dos naciones aliadas unirse en el plan espiritual».

Fuente: Il Manifesto (Italia).