El informe oficial de la National Transportation Safety Board (NTSB) sobre los dos aviones que se estrellaron contra el World Trade Center el 11 de septiembre de 2001 señala que uno de los aparatos volaba a 945 km/h y el otro a 796 km/h cuando impactaron las Torres Gemelas.

La asociación estadounidense Pilots For 911 Truth subraya por su parte que, según el propio fabricante, los Boeing 767 no son maniobrables y se desarticulan a altitud baja a más de 660 km/h, datos que ya fueron confirmados por Dwain Deets, un ex responsable de la NASA.

Lo anterior significa que los aparatos que se estrellaron contra el World Trade Center no pueden ser los aviones de pasajeros que cubrían los vuelos United 175 y American 11.

En su libro L’Effroyable imposture [Publicado en español como La gran impostura], Thierry Meyssan ya mencionaba la posibilidad de que aviones militares hayan reemplazado los aviones de pasajeros, conforme a lo previsto en la Operación Northwoods (p. 168 de la edición original en francés).

A través de los documentos de la NTSB, desclasificados a pedido de Pilots For 911 Truth, ya habían permitido saber anteriormente que la puerta de la cabina de pilotaje del vuelo American 77 se mantuvo cerrada desde el momento del despegue hasta el instante en que se perdió todo rastro del avión, del que finalmente se dijo que se había estrellado contra el Pentágono. Lo cual demuestra que los supuestos piratas aéreos no pudieron penetrar en la cabina de pilotaje para desviarlo de su ruta.