Uso de la tierra en el mundo

Como proveedoras de alimentos para la población mundial, las unidades de producción ocupan 4 mil 789.3 millones de hectáreas (Ha) de la superficie terrestre, el 36.8 por ciento del total, siendo el ganado el mayor usuario, pues emplea aproximadamente 68.9 por ciento de esta superficie para actividades de pastoreo y producción de forrajes y granos para los animales. Por su parte, las actividades agrícolas emplean únicamente 31.1 por ciento de la superficie destinada a la producción de alimentos. En América Latina y el Caribe, se emplean 698.9 millones de hectáreas para el desarrollo de actividades agropecuarias, de las cuales el 70.8 por ciento es ocupado por pastos para la producción pecuaria, y 29.2 por ciento se destina a las actividades agrícolas (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, FAO, 2009: 61). México cuenta con 5.5 millones de unidades de producción agropecuaria que explotan 112.7 millones de hectáreas: de esta superficie, 27 por ciento se destina a la producción agrícola y 60 por ciento, a las actividades pecuarias (Instituto Nacional de Estadística y Geografía, Inegi, 2007).

Unidades en México

Actualmente, el número total de unidades de producción agrícolas (UPA) en México es cinco veces más que las existentes en 1970; sin embargo, la aportación de éstas al producto interno bruto ha decrecido dos terceras partes y la balanza agropecuaria registra un saldo negativo creciente, principalmente en granos básicos.

En términos totales, las unidades productivas del sector han aumentado 4.5 millones de 1970 a 2007. Tanto el reparto agrario como la nueva conformación del ejido permitieron la proliferación masiva de 2.1 millones de unidades de producción tan sólo en una década. Por otra parte, con el término del reparto agrario y las modificaciones al artículo 27 constitucional en 1992, cuya parte ejecutora fue el Programa de Certificación de Derechos Ejidales, se generaron de manera adicional 1.1 millones de unidades productivas en el campo mexicano. No obstante lo anterior, la superficie explotada por las unidades agropecuarias ha decrecido en 27.2 millones de hectáreas a un ritmo de -6.9 por ciento anual (Inegi, 2009).

El tamaño promedio de las unidades de producción agropecuaria también ha disminuido, al pasar de 137.1 Ha en 1970 a 20.3 Ha en 2007, con un ritmo de disminución en tamaño de -47 por ciento anual (Inegi, 1970 y 2009), lo que evidencia el acentuado fenómeno de pulverización de la propiedad en el sector, como producto de las reformas agrarias instrumentadas principalmente al ejido y cuyo objetivo real fue eliminar las funciones colectivas del mismo y desaparecer las diferencias entre el ejido y la propiedad privada. De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina (1982), a este modelo se le atribuía el fracaso del sector, debido, entre otras cosas, a la excesiva fragmentación de la propiedad.

Las medidas tomadas por los hacedores de política de la década de 1990 y respaldadas por el Banco Mundial no tuvieron el efecto esperado; por el contrario, al proporcionarle al agricultor la oportunidad de fraccionar la propiedad ejidal, se dio la división del ejido entre los hijos de los poseedores de los derechos ejidales y, posteriormente, el creciente mercado de tierras al menudeo; causas principales de la proliferación en número de las unidades productivas.

Propiedad privada y propiedad ejidal

Durante 1970, las unidades de producción privadas representaban el 30 por ciento del total contabilizado y ocupaban casi la mitad de la superficie explotada, aportando el 57 por ciento de la producción, concentrando casi tres cuartas partes de la inversión y la maquinaria existente (Lechuga, 2006). El incremento en los porcentajes de superficie que ocupan las unidades de producción privada sugiere un comportamiento en la producción que obedece principalmente a las necesidades que dicta el sistema económico, pues al desaparecer los precios de garantía y darse la apertura comercial, la rentabilidad en los cultivos disminuyó y obligó a los productores privados a buscar alternativas para mejorar su competitividad. Entre éstas, sobresalen el uso de tecnología y crecimiento de sus unidades de producción, a fin de entrar en un esquema de economías de escala para hacer más eficientes los procesos productivos. De esta manera, el Censo de 2007 reporta que las unidades de producción por tipo de tenencia de la tierra son 65.4 por ciento de propiedad privada y 34.6 por ciento propiedad ejidal (Inegi, 2009).

Ingresos de las familias rurales

De acuerdo con la Encuesta nacional de ingreso-gasto en los hogares realizada por el Inegi en 2008, aquellos hogares con ingresos bajos donde se ubica la mayoría de las UPA obtienen 41.8 por ciento de su sustento de remuneraciones al trabajo, que son todas aquellas actividades en donde se percibe un salario o sueldo por efectuar trabajos a terceros; 33.1 por ciento de transferencias recibidas, que incluye todos los apoyos que recibe el productor fuera del predio tales como remesas, apoyos de familiares y apoyos de gobierno; y sólo 25 por ciento proviene de las ganancias como productor agropecuario (Inegi, 2008).

UPA y producción agrícola

La situación de las unidades productivas no siempre ha sido así. Durante el periodo de 1950 a 1970, los ingresos de los campesinos provenían de las actividades primarias, circunstancia que estuvo asociada al desarrollo agropecuario impulsado por el reparto agrario, la creación de infraestructura de riego y desarrollo tecnológico que se basó en el uso de semillas mejoradas, agroquímicos y maquinaria para la agricultura comercial. También estuvieron presentes las políticas crediticias de subsidios, comercialización y precios de garantía, lo que significó una fuerte intervención del Estado en el proceso de acumulación en el campo (Lechuga, 2006). La estructura del sector se sustentaba en tres grupos de productos de acuerdo con los 10 cultivos más importantes por superficie cosechada y que aportaban casi el 90 por ciento del total de la misma. El primer grupo lo constituían los granos básicos (maíz, frijol y trigo), cuya participación en la superficie cosechada fue del 70 por ciento; el maíz era el cultivo más importante, con una participación en superficie de 50 por ciento. El segundo lo conformaban el algodón, caña de azúcar, café y henequén, cultivos que registraron las mermas más significativas al final de la etapa desarrollista. Y el tercero estaba conformado por ajonjolí, garbanzo y cebada, que también disminuyó su participación, aunque más tenuemente (Lechuga, 2006).

Durante el periodo de 1981 a 2007, las unidades destinadas a la producción de granos básicos muestran un decremento de 152 mil 343 UPA, situación que se explica por el aumento en la demanda de productos de exportación ?principalmente de frutas y hortalizas? al firmar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. El número de unidades agrícolas dedicadas a la producción de granos básicos pasó de 90.2 por ciento a 56.3 por ciento durante el periodo analizado, al ser el cultivo del maíz la principal actividad agrícola desarrollada.

Conclusiones

Las unidades de producción agropecuaria en México han crecido al menos cinco veces en número a partir de 1970; sin embargo, la superficie explotada por éstas disminuye a un ritmo de 6.9 por ciento anual, lo que denota un retroceso en la producción de alimentos, principalmente granos básicos. De acuerdo con la estructura actual del ingreso económico en dichas unidades, se evidencia que las actividades primarias han pasado al tercer plano en importancia para la generación de riqueza en el país.

Bibliografía


• Cepal, 1982. El Sistema Agropecuario en el desarrollo económico de México, Centro de Estudios de Planeación Agropecuaria y Dirección

• General de Planeación de la SARH. Proyecto de Cooperación SARH-ONU-Cepal. México Distrito Federal.

• FAO, 2009. “Resumen de los países”, en Perfiles de los países. FAO, 6 de julio, http://www.fao.org/countryprofiles/default.asp?lang=es.

• Inegi, 1970, Censo agrícola, ganadero y ejidal de 1970.

• Inegi. 2007. Censo agropecuario, ganadero y forestal 2007.

• Inegi, 2008. Encuesta nacional de ingreso-gasto en los hogares, www.inegi.gob.mx.

• Lechuga, M J, 2006. La estructura agraria de México. Un análisis a largo plazo. UAM, México.