El presidente estadounidense Barack Obama envió al primer ministro israelí Benjamín Netanyahu una carta en la que demanda una prolongación de la moratoria sobre la construcción de colonias judías en Palestina. Aunque el documento no se ha dado conocer, la administración Obama organizó la filtración de su contenido al Washington Institute for Near East Policy (WINEP), el tanque pensante del American Israel Public Affairs Committee (AIPAC).

Según esas fuentes, los términos de la carta fueron objeto de una negociación previa entre el Consejo de Seguridad Nacional estadounidense y, por el lado israelí, el ministro de Defensa Ehud Barack así como el consejero del primer ministro israelí a cargo de las negociaciones Yitzhak Molcho.
Las partes convinieron:
 que el futuro de las colonias judías recientemente implantadas en los territorios palestinos no se defina antes de las negociaciones sino que sea objeto de discusión durante las negociaciones;
 que Estados Unidos opondrá su veto a cualquier proposición de resolución sobre Israel, sin importar de donde venga, mientras dure el periodo de negociaciones, previsto para un año;
 que Washington reconoce como legítimas las exigencias de seguridad de Israel y que no tratará de redefinirlas. Se aumentará el aporte militar de Estados Unidos a Israel, ascendiente a 3 000 millones de dólares, y Tel Aviv podrá tener acceso a nuevas armas y sistemas de vigilancia, incluyendo los de tipo satelital.

A cambio de todo lo anterior, Israel aceptaría prolongar la moratoria relacionada con la implantación de nuevas colonias judías en territorio palestino por un periodo de 2 meses.

Las mencionadas negociaciones ya carecen de legitimidad debido a la ausencia de representatividad del presidente de facto de la Autoridad Palestina, cuyo mandato legal expiró el 9 de enero de 2009.

En caso de confirmarse, el contenido de esa carta evidenciaría que las negociaciones también están torcidas de antemano y que sólo pueden costar caro a los palestinos. En efecto,
 a la luz del derecho internacional, las recientes colonias judías son ilegales y, por lo tanto, no hay razón que justifique una negociación sobre su retirada. Su mantenimiento es lo que sí pudiera ser objeto de negociación;
 durante el año de negociaciones Israel gozaría de completa impunidad ya que el Consejo de Seguridad de la ONU no podría adoptar ninguna resolución en su contra, haga lo que haga;
 el principio de los dos Estados que Obama defendió en la ONU no significa que los dos Estados vayan a tener los mismos derechos. Todo lo contrario, el territorio del futuro Estado palestino será considerado como un aumento de la profundidad estratégica de Israel.
Por consiguiente, el Estado palestino no podrá tener ejército y tendrá que aceptar abrir su territorio a las necesidades del ejército israelí. En esas condiciones, el Estado palestino no será más que una ficción comparable a los bantustanes del apartheid sudafricano, o sea una pantalla jurídica que permitirá mantener el apartheid entre palestinos e israelíes, sin que se le pueda reprochar a Israel.

Y finalmente:
 como la moratoria sobre la colonización duraría sólo 2 meses e Israel gozaría de impunidad ante el Consejo de Seguridad de la ONU, cada prolongación de la moratoria tendría que lograrse en detrimento de los palestinos ya que estos se verían obligados a poner siempre alguna nueva concesión en la balanza para lograr que se apliquen sus derechos.

En resumen, al igual que en anteriores ocasiones, las negociaciones no están concebidas para tratar de alcanzar la paz sino para seguir obteniendo cada vez más concesiones a favor de Israel.