¿Dónde naciste y dentro de que contexto social?

 Nací en San Telmo dentro de una familia clase media vacilante, muy católica y gorila.

 ¿Cuándo te acercaste a la expresión artística y por qué?
 Desde muy chico mi amor fue escribir a tal punto que gané un primer premio en sexto grado con un cuento corto. Con los años y trabajando como empleado quería vencer un trauma con el teatro. Por eso me presenté en Cultura del anterior General Sarmiento, allá por 1987 y tuve la suerte de encontrarme con un director fuera de serie, Hugo Ríos.
Y sin darme cuenta estaba arriba del escenario interpretando una semblanza de García Lorca. En ese tiempo se hacía todo a pulmón y como hacía falta un decorado, sin tener idea de lo que era, pinté mi primer mural. Y según decían, salió tan bueno que preguntando decidí pintar cuadros al óleo. Entonces descubrí y me descubrí que pintar, para mí engloba todas las disciplinas artísticas: literatura, teatro y música.

 ¿Cuál fue y es tu búsqueda en el campo del arte?

 Te contesto con una frase de Picasso, “¡Yo no busco...encuentro!”, tal búsqueda no existe, viene sola de adentro de uno. Llamalo alma, espíritu... como quieras.

 Muchas veces enunciaste que tu encuentro con el "Arte pobre" te marcó un "antes y un después de". Pese a que pasaron unas décadas, ¿sigue teniendo vigencia el tema?

 Justamente en ese "encontrar" me he dado cuenta que una obra de arte debe tener sudor, tosquedad, rusticidad. Que en definitiva somos nosotros, los humanos, por lo que me identifico plenamente tal cual soy. Es decir, con esos elementos, lo que dieron en llamar el arte pobre, se consustancia con mi forma de ser, pensar y vivir. El gran director de teatro inglés Peter Brook decía del teatro tosco, “¡Si el estiércol es un buen fertilizante, no es cuestión de andarse con remilgos!”.

 Teatro, pintura, performances, ensambles, ¿cómo interactúan estas formas de comunicación para concretar una producción?
 De la misma manera como hacen los niños del jardín de infantes, ¡jugando! Para mí son los cuadros más hermosos, torpes, desinhibidos, auténticos y sinceros. Y vuelvo a nombrar a Picasso cuando dijo entre muchas cosas: "A los quince años pintaba como Rafael, pero me llevo toda una vida pintar como un niño".

 ¿Cómo venís a dar con genio y humanidad a José C. Paz?

 Teníamos ya dos hijos con mi mujer y vivíamos en una pensión en la Capital. Nunca me gustó pedir favores. Mis parientes me podrían haber ayudado teniendo casas vacías, pero nunca me perdonaron el haberme casado con una tucumana "friegapisos". Entonces decidimos comprar un terreno en Tortuguitas y una premoldeada, y en el año 1971 nos mudamos al medio del campo. Hace 42 años que convivo con esa "tucumana friegapisos". Es lo mejor que me pasó en mi vida. Con los años compramos otro terreno en el Barrio "Las Heras" y aprendí el oficio de albañil. Salvo algunas cosas, toda la casa está levantada por nuestras propias manos.

 ¿Hoy reconocerías alguna otra influencia en tu trabajo?

 ¡Sí, por supuesto! Miró, Tápies, Paul Klee, Kandiski, Karel Appel, Picasso, Marcel Duchamp y yo (risas). Nadie crea nada, todo se recrea.

 ¿El arte necesita del razonamiento o solo lo vive como un obstáculo para su libertad?

 Quien razona en el arte no va por buen camino y creo que algo dije, el arte es intuición, es una radiografía de nosotros mismos.

 Siempre hay, por suerte, nuevos artistas que quieren transitar este
camino de constantes zozobras y placeres que es la creación. ¿Qué consejo les darías que los ayude a defender su vocación?

 Que miren muchos cuadros desde los clásicos a los contemporáneos, que vayan a exposiciones, que lean y seguro que en un rincón de alguna parte se encontrarán a si mismos.

 Fuente: www.laorejaquepiensa.com.ar.

 Stella Torres Berdún es escritora, periodista y artista plástica de la localidad de Grand Bourg. Partido de Malvinas Argentinas.