por Eduardo Bueno León; jle27049@hotmail.com
27-2-2011

I

Jaime Baily ha escrito que los chilenos son taimados, hipócritas y feos. Se le olvidó decir que el patriotismo chileno es aldeano y atorrante. En realidad la historia de Chile, se reduce al triunfo de la guerra del Salitre sobre Perú y Bolivia, se reduce al festival de Viña del Mar, el "modelo económico", los goles de sus futbolistas en el extranjero y su presidente Ricardo Lagos. Un chileno promedio modernillo, solo habla de eso, matizándolo todo con alguna novela corta y ecologista de Sepúlveda, o si es más culto con algún poema de Neruda o Nicanor Parra.

El patrioterismo chileno suele ser histérico, exclamativo, suerte de trance sicológico que deben vivir las personas que se han sacado la lotería. Hace unos años dieron un concierto en el Auditórium de la ciudad de México, la gran e inolvidable Mercedes Sosa, y el grupo chileno Illapu. En la platea, había mayoría de sudamericanos mezclados con mexicanos. Todo iba bien, disfrutando con las canciones de la cantante tucumana, hasta que le llegó el turno a Illapu, ni bien comenzaron con sus zampoñas, flautas, tambores y guitarras, se levantaron varios grupos de la platea con banderas chilenas y a gritos de "Chi-chi-chilleeeeeee", se hicieron con el espectáculo. Parecía una escena sacada de thriller de Michael Jackson, cuando muertos vivientes, comienzan a bailotear de forma inesperada. No faltaron quienes quisieron improvisar una cueca con pañuelos.

Pero vamos, estoy exagerando. Mis mejores amigos en mis largos años en el extranjero siempre fueron chilenos. Profesores chilenos, amigos de piso chilenos, condiscípulos chilenos. Con ellos descubrí el vino chileno, el pue huevón, las empanadas, a Luis Sepúlveda (antes que lo sacara del mercado libresco Paulo Coelho), y eventualmente el pastel de choclo. Aunque ya no tengo contacto con ellos, los recordaré hasta el último día.

Un día conocí a un chileno de mi edad, tendría unos siete u ocho años. En el edificio del jirón Moquegua donde Luis Alberto Sánchez tenía su estudio al igual que mi padre, vivía con su mamá, una señora que era costurera, o supongo que lo era, pues siempre estaba cosiendo. El niño hacía la primaria en el mismo colegio donde yo estudiaba, en Jesús María. Era muy solitario, y víctima de los apodos, juegos, malicias y violencia de los niños peruanos, que siempre le recordaban su origen. Eso era alentado por un profesor imbécil, que no sé por qué razón se la agarró contra el niño chileno, posiblemente refugiado en Lima con su familia.

Nos hicimos amigos, jugábamos al fútbol los dos solos, o nos íbamos juntos a esperar el bus de la línea Cocharcas-José Leal, y comencé a defenderlo de tanto ataque y tanta violencia, incluyendo una trompeadura. El no entendía por qué tanto odio en su contra, porque todos eran sus enemigos. Me hablaba de su pueblo en la costa chilena, de sus playas, de su mar, sus amigos y las estrellas. Su mamá nos preparaba empanadas y salíamos a la Plaza de Armas a comerlas y usar un muro de piedra en las escaleras de la Catedral como tobogán. Pasábamos la tarde, antes de regresar, caminando por el jirón de la Unión, comprando algodón de azúcar, devorándola mientras mirábamos las vitrinas de las tiendas Tía.

Un día simplemente desapareció, dejó de asistir al colegio y su departamento no se volvió a ocupar. El profesor imbécil siguió usando su corbatita michi, los chicos de su aula nunca volvieron a hablar del "chileno", y yo dejé de comer empanadas por un largo tiempo.

II

Jaime Baily dice que los peruanos a veces tenemos un complejo de inferioridad con los chilenos. No le falta razón, pero ¿qué país derrotado militarmente, mutilado, invadido y saqueado, no tiene esa especie de resentimiento histórico, que algunos llaman "complejo de inferioridad"? Por lo demás, no creo que los peruanos hayan construido su identidad nacional sobre la base del odio a los chilenos, como sí lo han hecho por ejemplo los bolivianos, y los ecuatorianos, pero contra el Perú. Algo que al Perú resultó indiferente hasta la derrota en el Cenepa.

Generaciones de peruanos crecieron con el recuerdo de la nefasta guerra del Salitre, y generaciones de chilenos crecieron con la satisfacción del recuerdo de una guerra victoriosa. La depresión de unos, implicó la arrogancia de los otros. Por lo tanto el complejo aludido es en una doble dirección. Sin embargo, a los chilenos les enseñan que Argentina se quedó con la Patagonia, que según los reyes españoles era de la Capitanía General de Chile. ¿La antipatía chilena contra los argentinos, tiene su raíz en esa historia imaginada? ¿O simplemente los argentinos son demasiado gritones y gastadores, para los sigilosos y conservadores oídos chilenos, que los tienen que aguantar cada verano y esa es la razón de la antipatía?

Nunca vi en la izquierda chilena allendista, al menos la que conocí en el exterior, ese complejo de superioridad, cultivado en la educación chilena en base a supuestas razones de superioridad, racial, cultural, económica, pues esa misma arrogancia era usada contra el mundo popular chileno por parte de las clases dominantes, sobre todo las que se consolidaron económicamente con la guerra del salitre contra Perú y Bolivia. Nada había más infortunado en Chile de principios del siglo XX, que ser campesino sin tierra, roto, posiblemente de origen quechua o aimara.

A lo sumo, he encontrado chilenos de izquierda que practican el cinismo, y dicen cosas como que, en esos años no se sabía exactamente de quiénes eran esos territorios. Una especie de tómbola de territorios y el principio "eso es mío porque lo necesito".

Es penoso decirlo, pero Ecuador sólo ha logrado reivindicarse como nación, luego de derrotar al Perú en el Cenepa y quedarse con Tiwinza. El populismo conservador se quedó sin la bandera que siempre agitaba, y la nación ecuatoriana, pudo, al fin, sacar a flote su verdadera agenda étnica inconclusa y negociarla.

Nuestra firme posición contra Chile, empero, no es contra la nación chilena, ni mucho menos contra sus ciudadanos. Nuestra posición descansa contra el proyecto histórico de la oligarquía chilena que explota y domina al Chile pobre que todos vimos por televisión saqueando mercados luego del terremoto de Concepción. Y porque ese proyecto neo portalista es imperialista. Esa oligarquía quiere convertir al Perú en una Tarapacá económica, en su reservorio de materias primas para sus industrias exportadoras. Y tiene a sus FFAA como garantes de su proyecto. La derecha chilena sostén de esa oligarquía es antidemocrática, sino observemos como trata al pueblo mapuche.

III

Lo que causa gracia es que Baily considere a los chilenos feos. No porque no lo sean, sino porque creo que nunca se lo han dicho. Si Chile es lo máximo, Chile es lo mejor de América, si Chile no tiene que ver con Latinoamérica, en fin si Chile es lo mejor de esta zona del planeta, ello indudablemente incluye a su gente. Pero su gente hasta el artículo de Baily -que está dando la vuelta al mundo- era como el rey desnudo del cuento de Hans Christian Anderson, ahora tendrán que verse en el espejo tal como lo que son, otra forma de mestizaje híbrido, medio mapuche y medio occidental, mestizaje desdibujado, moreno, de poca altura, de cuerpos grotescos, de expresiones secas y mirada seria, a la defensiva. Y los mestizos para los ojos occidentales no son hermosos, somos el referente para que se crean bellos.

El occidental aprecia lo exótico, no lo mestizo. Por eso, las mulatas trastornan a los ibéricos, las andinas medio achinadas y de cuerpos delgados son el delirio de holandeses y daneses. Las argentinas, las mejor cotizadas, en Europa y EEUU, destacan no solo por su físico occidental (varias generaciones comiendo carne y vegetales), sino porque son inteligentes. Al final la mujer latina ofrece buen sexo, mejor comida, fina plática, femineidad, compañerismo, y un poco de locura. ¿Qué mejor medicamento para el sajón adicto al trabajo y al Prozac?

Pero estos comentarios frivolones buscan ir en contrario a la conocida monserga que lo bello está en el espíritu y no en el físico. ¡Como si todos fuéramos evangélicos!

Lo cierto es que el actual modelo totalitario de consumo, ha reforzado estereotipos de belleza que pocas veces coinciden con nuestro mestizaje. Y a ello no escapa ni siquiera Baily, que gusta cuando le apetece, de mujeres neuróticas. Y novios también neuróticos como el recientemente afamado y despechado Corbacho.

En fin, el mejor poema sobre Machu Picchu lo escribió Neruda, la mejor música andina salió de Inti Illimani, Quilapayún, Violeta Parra, es decir lo peruano está muy presente en lo chileno, y lo chileno muy presente en lo peruano, sino recordemos que Luis Alberto Sánchez y Manuel Seoane fundaron la editorial más grande de Chile que puso en riesgo el control de las editoriales argentinas y mexicanas del mercado latinoamericano en los años cincuenta del siglo XX. Las selvas peruanas de la Amazonía son el escenario de novela más famosa chilena de los últimos años, y aunque el escritor Sepúlveda no oculta su antiperuanismo, su breve relato es símbolo del ecologismo mundial. Y Chile y Perú comparten la producción de poesía más creativa, penetrante, sensual, telúrica, épica y solitaria de Sudamérica.