Recordado c. Jefe, Víctor Raúl Haya de la Torre

Quiero informarte, con vergüenza ajena, tal y como nos lo habías anticipado que muchos que decían ser tus discípulos y que en más de una oportunidad te juraron “contigo hasta la muerte”, te traicionaron a la vuelta de la esquina.

¡Cuánta razón tenías cuando nos recordabas en las aulas del Partido, el cuidado de hacer un juramento cuando no se tenia el temple de un auténtico luchador social para cumplirlo, tu habías sido testigo y nos lo contabas, de cuántos hicieron esa misma promesa y en la primera oportunidad se vistieron con el ropaje del Judas bíblico.

¡Uno de ellos! ha gobernado mal en dos oportunidades y quiere hacerlo por tercera vez, ha hecho tabla rasa de los principios y valores que tú nos inculcaste, se ha vuelto millonario siguiendo la vieja receta de la oligarquía que tú despreciaste y practicó sin el menor escrúpulo la sensualidad y frivolidad amén de una vida licenciosa, vicios que tu señalabas como imperiosa necesidad de desterrar en el poder y que corrompe cuando no se tiene el espíritu adecuado para impedirlo. Siguiendo tu línea nosotros lo hemos llamado: traidor y el Anti-Haya por haberse entregado, sin atisbo de pudor, a la derecha y al imperio.

Querido c. Víctor Raúl, ahora te comprendemos mejor que hemos enfrentado a los traidores que se incubaron al compás de sus mezquinas ambiciones de poder para convertirse en acaudalados servidores del poder económico. Tu autoridad moral y doble condición de creador y conductor intachable del aprismo impidió, mientras estuvo en tus manos el timón de esta gran nave, que los miserables que medraban al interior de nuestra organización pudieran tener roles importantes, tu los conocías bien a todos y muchos al no obtener lo que pretendían se alejaron sólos , pero otros sobrevivieron y sacaron las garras cuando comenzaron a desmantelar el Partido.

Se adueñaron con malas artes de tu obra degenerándola al extremo de corromperla y que el pueblo, en los últimos comicios generales, castigó reduciendo la célula parlamentaria a cuatro representantes: una financiada por la gran minería, un segundo que no tiene empacho en haber construido un hotel de cinco estrellas sin que su sueldo lo justifique, un tercero vinculado al narcotráfico y un cuarto que se ungió como dictador en el manejo del Partido manipulando y borrando del padrón a los mejores apristas así como violentando los estatutos para auspiciar el clientelaje al mejor estilo del civilismo; en resumen ya no son ni siquiera una bancada como lo exige el reglamento interno del Congreso.

Debo comentarte que quienes no son apristas, que no te conocieron personalmente pero ante lo visionario de tus obras que leyeron y que acaban de asumir el poder, usan tus lemas como el de “la gran transformación” que tu anunciaste desde la prisión en la isla de San Lorenzo el año 1923, y planteamientos como el del Consejo Económico Nacional que tú llamaste con mayor propiedad el Congreso Económico Nacional que tendría la virtud de reunir en su seno al Estado, al Capital y al Trabajo y se constituiría en el cuarto poder de la nación. Más todavía, el nuevo presidente de la República juró por el espíritu, principios y valores de la Constitución de 1979 que tú firmaste. Esta noticia debe causarte satisfacción y a la vez indignación, por cuanto los que gobernaron en dos oportunidades diciendo ser apristas no tuvieron el coraje ni la convicción de ponerlos en práctica tal y como lo demandaba la ideología aprista.

Sucede c. Jefe, que no encontré otra forma que el de la epístola para hacerte conocer cuanto te extrañamos en tu magnetismo, docencia y mensaje duradero, a la par que tu nobleza y transparencia, transformados en virtud de auténtico líder sin igual. Fuiste considerado un peligro por las almas negras de la política y fue por eso que te combatieron y persiguieron sin tregua los ignorantes y letrados obnubilados por el odio y la envidia que despertó tu lucha por los más pobres y desheredados que no tuvieron otro defensor genuino que en tu entrega, desvelo y valentía que ellos nunca poseyeron y también por tu honestidad y austeridad probada frente a las tentaciones que tuviste que enfrentar y derrotar.

Nos enrolamos desde muy jóvenes en esta difícil pero impostergable empresa de pelear por la justicia social seducidos por tu prédica, y en los momentos inevitables de la desilusión bastó volver los ojos hacia ti y nutrirnos de ese coraje envidiable que tenías para vencer las frustraciones y decepciones humanas que nos asaltan en el menor descuido.

Tú nos enseñaste a combatir la fatiga de la lucha que provoca en muchos la pérdida de la fe y se les abre el camino fácil y tentador de la apostasía y la traición. Es por lo cual perseveramos en cuidar tu pensamiento con esa terquedad que nos da el conocimiento y el convencimiento que no equivocamos el camino. Sólo esto bastaría para expresarte nuestra gratitud eterna, pero, nos diste además una doctrina que cual faro de luz inagotable nos señaló el camino a seguir en la interpretación de nuestra realidad peculiar e intransferible, sentencia que solías repetirnos en tu pedagogía reiterativa. Y sobre todo, por su insospechada vigencia que no puede ostentar ninguna otra opción política en la actualidad.

Quiero decirte, también y con mucho orgullo y satisfacción que son muchos más los que siguen tu predicamento y que a pesar de todo nos mantenemos incólumes en la defensa cerrada del ideario y filosofía que nos legaste. Que estamos dispuestos al sacrificio que la providencia nos requiera, que seguimos prefiriendo la pobreza a la ostentación de una fortuna mal habida, condición sine qua non para redimir a un pueblo con hambre y sed de justicia, libertad y cultura, tal como tú lo soñabas.

Sé que eres polvo en viaje a las estrellas, como reza la hermosa frase que escuchaste directamente de labios de tu compañero y hermano de lucha Manuel Seoane Corrales cuando se instituyera el Día Aprista de la Fraternidad el 22 de febrero de 1946. Pero, los compañeros que se agrupan en el movimiento “Al rescate del Aprismo” me encargaron rendirte homenaje al cumplirse 32 años de tu partida con el mismo cariño de siempre y con el mismo sentimiento de dolor que llevamos desde ese momento inevitable, ya que el tiempo nos ha hecho sentir con más fuerza tu ausencia. No pretendo reeditar la calidad del mensaje del Cachorro, lejos estoy de de tamaña fatuidad y vanidad.

Tú nos enseñaste el valor que tiene la gratitud, y es en nombre de ella que te escribo estas líneas en primera persona pidiéndote disculpas por si lo juzgas como un atrevimiento de mi parte, pero estoy seguro que nuestro afecto, que es sincero, borrará cualquier ápice de duda.

¡Cómo no ser grato contigo! si les diste sentido a nuestras vidas, tu ejemplo fue bandera de batalla que transformó nuestras existencias y las hizo útiles en una sociedad que siempre pretendió hundirnos en el océano del individualismo e indiferencia frente a los problemas todavía no resueltos de nuestro país y continente que nos enseñaste a amar sin caer en los falsos nacionalismos y patriotería que es muy común en nuestro medio.

Como te informaba líneas arriba, somos cientos de miles apristas verdaderos que en “El rescate del Aprismo” seguimos trabajando sin descanso como el mejor homenaje que te mereces no sólo en la teoría sino también en la práctica. Este empeño no va a cejar hasta que el último miserable traidor haya abandonado o sea expulsado de nuestras filas. Cuando ese día llegue volverán a flamear las banderas auténticas del aprismo, tu nombre será exaltado como corresponde a tu señera figura y los jóvenes podrán diferenciar tu liderazgo y rechazarán el de los alanistas podridos que de Palacio de Gobierno se han ido a refugiar en una zona exclusiva de los ricos de Lima.

Recordado Jefe, yo sé que no te gustan las malas noticias, nos regañabas cuando te llevábamos una de ellas; pero no podía ser deshonesto y dejar de informarte lo que los felones han hecho con la esperanza de los marginados que siempre fue el partido aprista. Hoy te traigo una buena noticia, con unción y devoción hemos renovado nuestro juramento que cumpliremos:”Contigo hasta la muerte” por que sólo ella impedirá que hagamos carne nuestra palabra y bajo tu advocación expulsemos a los mercaderes del templo y volvamos a restituir la casa del pueblo para el pueblo y no para los sinvergüenzas entreguistas

Gracias c. Víctor Raúl, una vez más, por darnos una doctrina y una fe de la cual nos sentimos orgullosos de profesarla, que ni lo más duro del combate nos hará abjurar de ella y que la defenderemos como te lo prometí en mis palabras de despedida a nombre de la juventud, en la casona de San Marcos tu alma mater testigo de tus luchas juveniles, y como en aquella oportunidad y con el mismo dolor puro transformado en amor que sentimos cuando sobre nuestros hombros cargamos el féretro que contenía tus restos por las calles de Lima y Trujillo tu ultima morada; hoy te decimos tus verdaderos discípulos que con la misma rebeldía y juventud eterna que nos insuflaste, que nada ni nadie impedirá que rescatemos el aprismo de la ignominia de los farsantes y tartufos claudicantes. Y cuando la muerte toque a nuestras puertas, nos prepararemos sin misas ni extremaunciones de por medio, para reencontrarnos y decirte con alegría: ¡Cumplimos maestro!

¡Hasta siempre compañero e inolvidable jefe, maestro y guía, Víctor Raúl Haya de la Torre!