Autor: Guillermo Fabela Quiñones *

Sección: Opinión

3 JULIO 2011

Es muy difícil comprender a la diputada Peredo, pues no hay una vinculación entre su cambio de partido y el país que necesitamos. Desde luego, el Panal no es una alternativa que permita lograr un nuevo país, verdaderamente democrático y con una justicia social donde no tengan cabida la pobreza extrema y la marginación. Es obvio que lo creó la maestra Gordillo con la única finalidad de tener una plataforma política desde la cual presionar con más posibilidades de éxito al presidente en turno. Y vaya que lo ha logrado, sobre todo con los dos panistas que llegaron a Los Pinos.

El país que necesitamos no es el que la diputada Peredo tiene en mente, personificado en la organización mafiosa que dirige la profesora Gordillo. El Panal dista mucho de ser un partido político digno de ese nombre; existe sólo porque la maestra tiene detrás de ella una organización sindical que la respalda y convalida su añejo corporativismo. Sus objetivos no tienen nada que ver con el país que necesitamos, pues obedecen al interés prioritario de darle a la líder magisterial una plataforma desde la cual pueda ofrecer sus servicios a la oligarquía y a la burocracia dorada.

La diputada Peredo no es más que una oportunista que ha hecho de la militancia política un modus vivendi cínico que le permite un muy buen nivel de vida. ¿Cómo explicarse que el Panal esté “dirigido” por alguien como Jorge Kahwagi, un mimado de la fortuna que de política sabe tanto como yo de física cuántica? ¿No es grotesco que la hija de la profesora Gordillo, Mónica Arriola, vaya a ser la próxima dirigente nacional del Panal? ¿Qué mejoría puede hallar la diputada Peredo en un partido que sólo existe para hacer más canalla la vida política nacional?

En los hechos ha quedado muy claro el papel que juega el Panal en el sistema político: servir de bisagra al grupo en el poder para abrir o cerrar votaciones; en otras palabras, para complicar aún más el paso de las clases mayoritarias hacia estadios de progreso que nos merecemos los mexicanos, pero que la oligarquía nos niega firmemente. Según Arriola Gordillo, el Panal “es un instituto político aliancista con un proyecto determinado a favor de la sociedad”. En efecto, nació para apuntalar alianzas en la cúpula del poder, no para servir a las clases mayoritarias.

En una democracia verdadera, un “partido” como éste no tendría ninguna posibilidad de existir. Sería una de tantas organizaciones gremiales que existen para favorecer a sus agremiados, pero sin ninguna posibilidad de influir en el rumbo del Estado como lo ha venido haciendo la maestra Gordillo, con absoluta desfachatez desde que el Partido Acción Nacional (PAN) llegó a Los Pinos. El país que necesitamos no se parece en nada al de la dirigente del sindicato magisterial. El de ella es un país canalla, donde sólo una minoría privilegiada es beneficiaria de las riquezas nacionales, en el que pueden existir organizaciones verticales de corte fascista como la que ella comanda.

Así que las argumentaciones de la diputada Peredo para justificar su paso del PT al Panal (con un intervalo como independiente), salen sobrando. Lo hace con una finalidad oportunista que le habrá de redituar más beneficios personales, simple y sencillamente. Ella es el tipo de “político” que necesita la oligarquía para seguir usufructuando las mieles del poder, sin escrúpulos, sin ideología (si la tiene no la usa), sin un compromiso, por elemental que sea, con el país. Es del corte de los Chuchos, quienes disfrazados de políticos de “izquierda” han hecho una labor de esquiroles muy fructífera para la oligarquía.

Ni que decir tiene que este tipo de “políticos” seguirán existiendo mientras haya condiciones que les permitan ofertar sus servicios. Cambiar esta realidad adversa sólo será factible en la medida que la ciudadanía vaya saliendo del estado de inconciencia en que la mantiene la televisión, principalmente. Claro que esto no se va a dar de manera espontánea, sino con base en un firme trabajo de las organizaciones progresistas, tal como lo está haciendo en estos momentos el Movimiento de Regeneración Nacional, con un firme compromiso social y objetivos políticos muy precisos: despertar la conciencia del pueblo para que sean los propios ciudadanos quienes impulsen los cambios estructurales que requiere el país, sin tener que recurrir a la violencia. Se trata nada más que de orientar la fuerza de la sociedad hacia la transformación de un sistema político caduco, antidemocrático e injusto, y darle la viabilidad progresista que ahora se le niega y obstruye.

*Periodista

Fuente: Contralínea 240 / 03 de julio de 2011