El cinco de setiembre dejó de existir el embajador Félix Calderón Urtecho, un diplomático como pocos, un hombre como muchos.

Dignificó su carrera profesional y le dio brillo a sus investigaciones, quedan para las bibliotecas y los amantes de las investigaciones modernas: La usurpación de Guayaquil; La fanfarronada del Congreso de Panamá y Descodificando la creación de Bolivia, La guerra de límites contra el Perú. Todos estos textos pertenecen a la serie Las veleidades autocráticas de Simón Bolívar.

Calderón ha tenido la sagacidad del investigador, y la valentía del hombre amante de la verdad de publicar textos en momentos históricos que sus proposiciones estaban en contra de la corriente mayoritaria.

Así, cuando publicó La negociación del Protocolo de 1942: Mitos y Realidades lo hizo cuando estábamos en plena post guerra del Cenepa y durante las conversaciones que dieron lugar a los Acuerdos de 1998. Lo mismo ocurrió cuando publicó El Tratado de 1929: La Otra Historia, texto que interpreto como la respuesta a Conrado Ríos Gallardo quien escribió la postura de su país en 1959: Chile-Perú: Los Pactos de 1929, acabando con el silencio peruano por setenta años de no conocer desde su óptica la culminación de una de las negociaciones limítrofes más difíciles de su historia. Y publicó su libro, antes de la culminación de las llamadas “conversaciones informales” cuyo fruto fue la denominada Acta de Ejecución de 1999.

Cuando el chavismo está en plena efervescencia, cuando Bolívar es inventado como adalid de la libertad peruana, el embajador Calderón nos hace ver la realidad descubriendo la personalidad de Bolívar con respecto al Perú, con crudeza nos demuestra al calculador y sagaz “Libertador”, sus verdaderas intenciones contra nuestro país, su deseo de convertirlo en tres repúblicas: de cómo se nos usurpa Guayaquil, territorio que por el “uti possidetis” era peruano; nos demuestra también que la idea de la gran confederación americana fue de Francisco de Miranda y Bolívar solo fue incoherente y oportunista; del mismo modo así como se nos cercenó Guayaquil estudió con gran erudición de cómo perdimos el territorio de Atacama, que por Real Orden de 1807, aquel territorio pertenecía al virreinato del Perú y determinó por un decreto, otorgarle una salida al mar a Bolivia por dicho territorio.

Siguiendo su corriente, la cual el mismo Calderón debió aclarar, Herbert Morote también escribe un texto sobre Bolívar titulado: Bolívar, Libertador y Enemigo Nº1 del Perú. Porque eso fue Calderón, una escuela que debe ser continuada bajo las normas simples de establecer la verdad histórica, para conocernos más y no inventar falsos héroes y menos aplaudir a los que claudicaron, y hoy son puestos en pedestales inmerecidos.

Los que conocimos a este hombre sencillo, y erudito lamentamos su partida, pero ese legado, esa escuela que nos deja se consolidará con el tiempo porque los que amamos la investigación, los que creemos que no deben existir ídolos de barro, extrañaremos a este peruano valiente que ha tenido siempre la herramienta de su sapiencia al servicio del Perú.

Félix Calderón Urtecho es el que ha descubierto en sus textos a Bolívar, y nos lo ha demostrado como lo que era, y por eso como homenaje a ese legado que no debe culminar con su vida, éste será continuado por sus discípulos.

Gracias embajador Calderón!!!

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