Obama subrayó la continuidad de su política a partir de la de su predecesor al celebrar con él décimo aniversario de los ataques del 11 de Septiembre y de la globalización imperial.

Parte 1: «11/S: Preguntas que esperan respuestas (I)», Red Voltaire, 11 de septiembre de 2011.

Después de usar durante años la muy fascista «estrategia de la tensión» en Europa occidental, en el Medio Oriente, en África y América Latina, los neo-conservadores que dirigían la administración Bush la víspera del 11 de septiembre de 2001, estaban seguros de que el último acto planeado para destruir los edificios del «World Trade Center» de Nueva York, bombardear el Pentágono, además de destruir un objetivo aún desconocido con el vuelo United Flight 93 —avión que fue derribado por cazas interceptores de la Fuerza Aérea de EE.UU. sobre Pennsylvania—traería consigo el cambio previsto por ellos.

Lo que provocó la conspiración neo-conservadora, a través de sus medios de propaganda como Fox News [canal de televisión] y The Washington Post [diario], después de su esperado «Nuevo Pearl Harbor», fue lo que llaman en ingles «New Normal» o nuevo estatus normal de los Estados Unidos, la imposición de-facto de una dictadura secreta y fascista que cambió la Constitución de ese país y el estado de derecho, el comienzo de un «choque de civilizaciones», el enfrentamiento final entre el Islam y el Judeo-Cristianismo. El «Armagedón» geo-socio-político ansiado por filósofos neo-fascistas como los profesores Samuel Huntington y Bernard Lewis constituiría la batalla final que atestiguaría la caída de los gobiernos y regímenes islámicos desde Marruecos hasta Indonesia, y el triunfo de la «civilización occidental».
En realidad, la «civilización occidental» es el código para designar los dos pilares gemelos que son el militarismo y el sionismo apoyados por el capitalismo.

La «estrategia de la tensión» utilizada por las redes secretas de la OTANen Europa desde los años 60 hasta el presente es definida por el profesor suizo de historia contemporánea Daniele Ganser como el método mediante el cual «las potencias mundiales dividen, manipulan y controlan la opinión pública a través del miedo, la propaganda, la desinformación, la guerra sicológica, con agentes provocadores y las operaciones terroristas encubiertas» para conseguir sus objetivos finales.

Los ataques encubiertos del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Virginia lograron preparar la escena para llevar a cabo los planes de desinformación, guerra sicológica y una campaña propagandística que, diez años después del 11 de septiembre son definidos por los medios corporativos como sucesos que «cambiaron el mundo». Incluso la fecha, 11 de septiembre, fue escogida como elemento de guerra sicológica; recordemos que 911 es el número de urgencia que se utiliza en los EE.UU. para pedir ayuda de las fuerzas del orden y otras instancias que brindan servicios de emergencia.

El «Tele-screen» [en la novela] de George Orwell, que es el medio por el cual «Big Brother» consigue mantener el control de la opinión pública al exagerar amenazas no existentes contra la seguridad ciudadana, se convirtió en una realidad minutos después de los ataques del 11 de septiembre cuando los canales informativos, que parecían todos estar pre-programados para el suceso de terror, comenzaron a inculcar el miedo en las mentes de los estadounidenses y de los pobladores del mundo. Meses después de los acontecimientos, cualquier persona que cuestionara la versión oficial era calificado como un «teórico conspirador» desleal [enfermo conspiracionista paranoico].

Sin embargo, existían fehacientemente miles de elementos —y que fueron utilizados y presentados— por quienes cuestionaron la versión oficial del 11 de septiembre, que excluían las explicaciones dudosas del informe de la Comisión oficial y otros documentos del gobierno, incluyendo los del Comité de Inteligencia del Senado de los EE.UU. y del Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST).

Los canales corporativos de noticias, encabezados por Fox News, crearon increíbles amenazas después del 11 de septiembre, incluyendo bombas que podía explotar dentro de animales como las vacas, hombres ranas que se aproximaban a las costas norteamericanas, miembros de Al Qaeda que podía atacar centros comerciales en los Estados Unidos, y terroristas árabes que se infiltraban en rutas utilizadas por el tráfico automóvil desde México. Todas estas historias de terror no tenían sentido ni fundamento alguno.

Después de los ataques, mediante el correo postal, con Ántrax contra el Congreso y los medios, que conllevó a la aprobación inmediata por los parlamentarios del inconstitucional «Acta Patriótica», el fallido intento de un terrorista por derribar un avión que volaba de Paris a Miami, después de otro nigeriano que venía desde Ámsterdam hacia Detroit y que trató de detonar material explosivo dentro de su ropa interior, se condicionó al público para que aceptara cualquier cosa como amenaza potencial a la seguridad.

Nada se mencionó sobre el papel de Israel en los ataques con Ántrax y de los dos atentados fallidos. Los únicos arrestados por sospecha de haber estado involucrados en el 11 de septiembre fueron cinco empleados de Weehawken, la empresa de Nueva Jersey conocida como «Urban Moving Systems». Los agentes del FBI que visitaron los almacenes de la compañía en Weehawken no solamente encontraron materiales para construir explosivos, sino también trazas de Ántrax. Dominick Suter, propietario de la firma, apareció más tarde en una base de dato de contra-inteligencia conjunta del FBI y la CIA como agente del Mossad. Asimismo algunos de los israelíes «sospechosos» arrestados también aparecieron en la misma base de datos.

Los cinco israelíes arrestados fueron vistos mientras celebraban y filmaban los ataques contra las Torres Gemelas, minutos después del impacto del primer avión, desde un sitio ubicado en el Parque Liberty State, del otro lado del Río Hudson en la parte baja de Manhattan. Fue precisamente una compañía israelí de seguridad aérea, la ICTS International, repleta en su administración de ex agentes del Mossad y Shin Bet, la que coordinó las seguridad en los aeropuertos Charles de Gaulle de París y Schipol International de Amsterdam, donde Richard Reid, el terrorista que trató de tumbar el avión y Umar Farouk Abdulmutallab, el de la bomba en la ropa interior, trataron de llevar a cabo sus inexpertos atentados contra los vuelos 63 de la American Airlines y el 253 de la Northwest Airlines respectivamente. La ICTS también compartía responsabilidades de seguridad aérea en el aeropuerto Logan de Boston el 11 de septiembre de 2001, este fue el aeropuerto donde el vuelo número 11 de America Airlines fue supuestamente secuestrado por Mohammed Atta y conducido contra la Torre norte del «World Trade Center».

El concepto de «choque de civilizaciones» fue auspiciado por los neo-conservadores pero no incluyó mención alguna por parte de los medios corporativos manipulados [por los sionistas] sobre los múltiples vínculos de Israel con los ataques del 11 de septiembre. La existencia de diecinueve secuestradores árabes, 16 de ellos sauditas, fue lo que decía la versión oficial, sin que pudiera existir nada fuera de los límites de esta historia. Incluso, las declaraciones hechas por Benjamín Netanyahu y de Ehud Barak a la televisión de EE.UU. sobre que el 11 de septiembre beneficiaba a Israel fueron ignoradas por los medios. Aquellos que fueron lo suficientemente valientes al señalar los vínculos de Israel con el 11 de septiembre fueron intimidados al ser tildados de «antisemitas».

Algunos medios corporativos que informaron sobre actividades sospechosas de inteligencia israelíes en los meses anteriores al 11 de septiembre fueron atacados en el Internet. Una serie de cuatro capítulos sobre la actividad israelí que lanzó la Fox News desapareció de repente del sitio web. Temas similares, como el que sigue más abajo, también se evaporó como si fuera éter:

«10-2-2001—Quince personas fueron arrestadas en Dallas bajo sospecha de realizar monitoreos de edificios federales. 11 News informó sobre personas que decían ser «estudiantes israelíes en artes» podrían estar tratando de infiltrarse en edificios federales y de defensa, e incluso de realizar algún tipo de vigilancia. En Dallas, los autoproclamados llamados aparecieron a principios de este años en los edificios del FBI, de la Agencia Anti-Drogas y en el Edificio Federal Earle Cabel, donde los custodios vieron un estudiante merodeando por los pasillos con un plano del lugar en su poder».

Osama bin Laden, acusado como autor de los ataques del 11 de septiembre, era un personaje que no estaba en los castings de Hollywood. Bin Laden inicialmente negó que tuviera que ver con los ataques. En una entrevista publicada el 28 de septiembre de 2001 por el periódico paquistaní Ummar Karachi, Bin Laden dijo: «Ya he dicho que no estoy involucrado en los ataques del 11 de septiembre en los EE.UU. Como musulmán, hago lo mejor por no decir mentiras. No tenía conocimiento sobre esos ataques, tampoco considero la muerte de mujeres y niños inocentes y otros seres humanos como un acto razonable». Incluso el director del FBI, Robert Mueller afirmó que «el FBI no tiene evidencia firme que vincule a Bin Laden con el 11 de septiembre».

Fueron pocos medios de prensa que infromaron sobre los históricos vínculos de Bin Laden con los servicios de inteligencia de EE.UU.; relaciones que se mantuvieron hasta después del ataque en 1993 contra el «World Trade Center».

De acuerdo con documentos clasificados de la inteligencia francesa, Al Qaeda y Bin Laden estuvieron bajo el control operativo de los EE.UU. y de los «servicios secretos» británicos hasta 1995, dos años completos después del ataque con bomba contra el «World Trade Center». En 1996, el Departamento de Estado de los EE.UU. continuó rechazando acusar a Al Qaeda como una organización terrorista. Las viejas relaciones de Bin Laden con la CIA pudieron haber sellado su destino. Como sucedió con otros que trabajaron para la CIA y después fueron desechados como pura basura, incluyendo a Manuel Noriega (Panamá), Saddam Hussein (Irak) y Muammar Gaddafi (Libia), Osama bin Laden pudo haber sido utilizado como señuelo por los que perpetraron los ataques del 11 de septiembre, precisamente los que buscaban culpar a los árabes y musulmanes como parte de sus «importantes esquemas» del Proyecto para un Nuevo Siglo Americano que deseaba un «nuevo Pearl Harbor», los que ansiaban «el choque de las civilizaciones» entre el Judeo-Cristianismo y el Islam, y también los que buscaban un estrategia de tensiones continuada para lograr sus objetivos. La estrategia de la tensión no terminaría con los ataques del 11 de septiembre, y más, se repetiría en años siguientes en Madrid, Londres, Bali, Beslan, Yakarta, Estambul, Casablanca, Mumbai y Oslo…

Los verdaderos arquitectos del 11 de septiembre aún están sueltos y continúan con su campaña de la estrategia de la tensión. El 11 de septiembre de 2011, muchos de los verdaderos ejecutores han estado reunidos en el sitio conocido como «Ground Zero» de Nueva York, para honrar públicamente [e hipócritamente] a aquellos que murieron en los ataques hace diez años, pero seguro que celebrarían en privado sus logros y conquistas en esta década transcurrida.

Los medios de prensa corporativos y comerciales continuarán propagando el mito del 11 de septiembre, y esperan que el público continúe aceptando la versión oficial de los hechos.

Fuente: Strategic Culture Foundation (Rusia).
Traducción Red Voltaire / LC & SC Asociados.