Respondiendo a la llamada del colectivo «Siria es mi país» más de un millón de personas manifestaron el 12 de octubre 2011 en la plaza de las Siete Fuentes y en los barrios alrededor de Damasco, capital de Siria.

Los participantes gritaban su apoyo al presidente Bashar al-Assad y oponerse de esta manera a la agresión extranjera occidental contra el país. La gente de la calle también quería agradecer a China y Rusia para salvar al país de la destrucción oponiéndose con su derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU a cualquier posible autorización a una agresión militar de la OTAN.

De acuerdo con los gobiernos occidentales y los medios de comunicación comerciales, el gobierno sirio reprime actualmente una revolución popular. Los enfrentamientos han matado ya a más de 3,000 civiles. De acuerdo con el gobierno sirio y sus medios de comunicación, los grupos armados extranjeros, con el apoyo exterior por parte de Occidente y dentro de los extremistas islámicos están tratando de desestabilizar el país.

Los enfrentamientos han matado ya a más de 700 civiles y 800 militares y policías sirios.
El 4 de octubre, Alemania, Francia, Portugal y el Reino Unido fracasaron en la ONU donde buscaban aprobar una resolución por el Consejo de Seguridad de la ONU para legalizar dentro de treinta días para emprender una guerra y agresión contra Siria bajo la cobertura de «ayuda humanitaria».
China y Rusia han denunciado el apetito (de rapiña) de Occidente después de su intervención militar en Libia.