Desde el comienzo de los incidentes en Siria hemos estado oyendo dos versiones de los hechos: según los occidentales y sus aliados en la región del Golfo, el régimen reprime de forma sangrienta una revolución popular, mientras que Siria y sus aliados del BRICS denuncian que el país está siendo blanco de ataques perpetrados por grupos armados provenientes del exterior.

Para comprobar la realidad de los hechos, la Liga Árabe creó una Misión de Observadores integrada por personalidades nombradas por cada uno de los países miembros, con excepción del Líbano, que no quiso participar. Esta diversidad de expertos garantiza la imposibilidad de una manipulación del resultado mientras que la cantidad (son más de 160 personas) y la duración de la misión (1 mes) proporciona un panorama de la situación mucho más amplio que todos los anteriores. Hasta este momento, ningún otro organismo puede vanagloriarse de haber realizado una investigación tan amplia y rigurosa como esta ni puede, por consiguiente, pretender que conoce mejor la situación existente en Siria.

El Comité Ministerial de la Liga Árabe, comité que está a cargo del seguimiento del Plan Árabe y que se compone de 5 de los 22 Estados miembros de la Liga (Argelia, Egipto, Omán, Qatar y Sudán), ya dio su aval al informe de la misión a través de un votación cuyo resultado fue de 4 votos a favor, 1 en contra (el de Qatar) y decidió prolongar por un mes la misión de los observadores.

El problema es que el informe confirma la versión del gobierno sirio y contradice la que han tratado de imponer los países occidentales y las monarquías del Golfo. El informe de los observadores testifica que no ha existido represión letal contra pacíficos manifestantes y que Damasco ha respetado escrupulosamente todos los compromisos. Señala también, como elemento fundamental, que Siria enfrenta un intento de desestabilización por parte de grupos armados, responsables de cientos de muertos entre la población civil y de varios miles de muertos entre los miembros del ejército, grupos que han perpetrado cientos de acciones de sabotaje y actos de terrorismo.

Qatar está tratando ahora por todos los medios de impedir la publicación de dicho informe, que ha resultado ser una verdadera bomba y que pone en entredicho las verdaderas intenciones de Qatar y la veracidad de su dispositivo de prensa.

Qatar ocupa actualmente la presidencia de la Liga Árabe, no porque sea su turno sino porque compró el turno de la Autoridad Palestina.

Así que la presidencia de la Liga Árabe no sólo ha decidido no publicar el informe de los observadores de la Liga Árabe, no traducirlo y no poner le texto original –en árabe– en el sitio web oficial de la Liga Árabe.

El emirato wahabita reinante en Qatar se ha dado cuenta del peligro que corre. Si el público occidental llegara a tener acceso al informe, sería a Qatar y sus aliados a quienes habría que cuestionar y pedir cuentas en materia de democracia y por su implicación en la muerte de civiles inocentes.