“Un digno expresidente”, es el refrito de Krauze que apareció, primero en el periódico Reforma (18 de marzo de 2012) y hace unos días en el diario El País (27 de marzo de 2012). Obviamente para un doble cobro, y donde practica el elogio como le gusta (ahora ya sin estar detrás de Octavio Paz, Daniel Cosío Villegas, entre otros), para poner por las nubes la gestión presidencial de Zedillo (quien tiene una demanda por genocidio en la Tribunal Federal de Distrito del Distrito de Connecticut, Estados Unidos, de la cual conoce judicialmente el juez Alvan W Thompson y en la que le exigen 50 millones de dólares como sanción al abuso del poder). Ya que el militarismo de Calderón se origina en el militarismo de Zedillo, que tiene al país al borde del golpe militar que acaricia para suspender las elecciones y como Pilatos lavarse las manos y no entregar el Poder Ejecutivo a los partidos Revolución Democrática ni al Revolucionario Institucional.

Dice Krauze como conclusión de su artículo “biográfico”: “A diferencia de algunos de sus antecesores, Ernesto Zedillo puede caminar tranquilamente por las calles de México. No robó, no abusó, no mató. Honró, como pocos, la Presidencia de México”. Pero el expresidente permitió la impunidad en las matanzas de El Charco, Ayutla de los Libres, y Aguas Blancas, Coyuca de Benítez, región de la Costa Grande (ambos en Guerrero) y Acteal, municipio de Chenalhó, Chiapas, y no fue un “demócrata liberal”. No se fue al exilio (Krauze dice exilio voluntario) así nada más: las privatizaciones a favor de empresarios estadunidenses se lo llevaron de asesor, le dieron una plaza universitaria para impulsar las represiones antiglobalizadoras y un cargo efímero en la Organización de las Naciones Unidas para darle protección. ¿Camina por las calles tranquilamente? No es verdad. Anda escoltado por soldados y un coronel vestidos de civiles. Politiquillos de derecha, Krauze se vuelca meloso por Zedillo porque lo admira; pero fue un presidente que abusó del poder y favoreció a empresarios y ricos. Y como ya son amigos, el intelectual orgánico sale en su defensa no gratuita y la hace de su abogadete sin admitir que sea llevado a juicio, para escucharlo y o vencerlo conforme a las pruebas de la demanda y las que él tenga para su descargo.