Llegó la Caravana del Hambre integrada por campesinos, pequeños ganaderos, agricultores, y ciudadanos a quienes afecta la pobreza y saben del hambre de los rarámuris, para presentar peticiones. No les harán caso. El Congreso General obligó al calderonismo a destinar una partida miserable para paliar esas catástrofes, que tardíamente y a cuentagotas, entregaron a una minoría que perdió cosechas, ganado, aves, por falta de agua y heladas que arrasaron tierras en Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, Durango, Colima y Sinaloa, por citar algunos estados. Los 100 mil indígenas de la Sierra Tarahumara, con todo y la ayuda de última hora, están marcados por la anemia, la desnutrición y las enfermedades irreversibles.

Los del Partido Acción Nacional (PAN) insisten en prohibir las manifestaciones, porque interrumpen la libre circulación de peatones y transporte; pero son incapaces de solucionar lo que las origina. No se quieren ensuciar las manos… que tienen llenas de corrupción, porque esos funcionarios de derecha, religiosos, robaron en 12 años lo que priístas en 54 (de Miguel Alemán a Ernesto Zedillo). Como los desgobernadores no atienden las protestas y peticiones de sus gobernados, éstos se organizan y marchan al Distrito Federal, en donde el calderonismo, a veces, recibe a una comisión a través de funcionarios menores, los engaña y los hace regresar sin respuestas. A la mayoría ni caso les hace.

Portavoces de la Caravana del Hambre denunciaron que los gobiernos municipales, de las entidades y el federal pusieron oídos sordos hace dos años a la alerta de escasez de agua en las presas, que hoy afectó las cosechas hasta para el autoconsumo, sobre todo cuando para satisfacer el consumo nacional, se importan granos. El campo con su potencial agrícola ganadero y avícola, fue abandonado durante los dos sexenios panistas como nunca antes. Dejando todo al libre mercado del neoliberalismo económico, donde los empresarios, banqueros y financieros han ganado a lo bestia con el empobrecimiento masivo. Y, ahora, con el hambre y las consecuencias de la sequía agravada con heladas. Las manifestaciones para nada sirven. Los gobernantes, en particular Calderón y su PAN, que van de salida y tendrán que huir del país, se burlan de las peticiones sociales y amenazan con represiones si éstas se salen del cauce donde van y vienen en un círculo vicioso sin soluciones.