Al señor Calderón hay que aguantarlo un año más, porque en nuestras instituciones no existe la revocación de mandato ni adelanto de elecciones para que el mal gobernante ahueque el ala; y la sociedad civil, como los árabes y otros pueblos, no ha decidido ejercer lo de que “El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno” (Artículo 39 de la Constitución). Así que se mantendrá, contra viento y marea hasta final de este 2012. Por lo pronto se opuso a esa partida, que le parece mucho dinero, porque subestima estas desgracias que han castigado a no menos de 20 entidades del norte al centro del país. El mayor problema es la falta de agua. Le siguen las heladas y las inundaciones.

Los reporteros Armando Estrop (Reforma) Ángeles Cruz Martínez (La Jornada) nos informaron que vetó y devolvió el fondo citado con sus impugnaciones (24 de diciembre de 2011). Aunque la Comisión Permanente está en funciones, los legisladores conocerán las “observaciones” de Calderón hasta marzo que reanuden sesiones. En una verdad a medias, dicen que Calderón ya está atendiendo esos problemas, pero se necesita ese fondo para solucionarlos de inmediato. Miles de reses han muerto. Arrasadas por heladas, miles de hectáreas de cultivos. Y las inundaciones en el sur del país (Tabasco, Estado de México, Puebla, Veracruz), arrojan daños irreversibles que no se atienden al regatear el fondo y darlo con intereses electorales.

Etiquetados esos 10 mil millones para entregarse a los damnificados por las inundaciones, heladas y sequías, Calderón no quiere cumplir con lo que le ordena la mayoría de los diputados federales del Partido del Trabajo, Verde Ecologista, PRI y Movimiento Ciudadano, con la oposición del Partudo Acción Nacional. Y no le importa atender los asuntos de la economía social (sin cumplir con la Ley General de Economía Social ni ha ordenado crear el Instituto Nacional de Economía Social), ya que los pobres y los que padecen desgracias naturales lo tienen despreocupado. Sólo le importan los empresarios, banqueros y los poderes fácticos de la televisión, a pesar de los 50 millones de pobres, el desempleo y la falta de gasto social. Así que los que se mueren de sed, heladas e inundaciones tendrán que esperar a que los legisladores desechen las impugnaciones.