Autor: Álvaro Cepeda Neri *
Sección: Conjeturas

2 mayo 2012

De los cuatro candidatos enfrascados en la competencia por el cargo presidencial, se puede decir que mientras agarran vuelo, como que andan más en los dimes y diretes que en hacer honor al significado de la democracia; y que para obtener el sufragio del pueblo o sociedad, han de presentar programas y planes con los cuales darán respuestas legales y legítimas a lo que asumen como obligaciones.

Al concluir los ciudadanos que al menos desde hace 24 años (cuatro sexenios para medirlo por periodos presidenciales) los gobiernos federales han ido resolviendo menos problemas generales, entonces cunde el desánimo. Hay un desencanto en ir a votar manifestándose en el “abstencionismo”, que en nuestra democracia ha ido de más a menos, ya que en cuanto los postulados asumen sus cargos, sólo se dedican a gozar de las mieles del poder y dejan de lado sus compromisos, ofertas y que han sido electos para cumplir con sus obligaciones del buen gobernar. Y sabemos los electores, que en la administración pública de todos los niveles, habrá saqueo como manda la corrupción.

Está bien que los aspirantes se digan unos a otros lo que saben de sus abusos, su falta de honradez, de sus incumplimientos; muchas de esas cosas tienen interés e influyen para votar o no votar y para hacerlo por fulano o cambiar a zutano. Pero las campañas ante los ciudadanos y la población en general (ante los que todavía no tienen el derecho ni la obligación de concurrir a las urnas), deben consistir en presentar críticas ante lo hecho por los adversarios y ofrecer nuevas opciones. Sacarse los trapitos al sol es parte del espectáculo político electoral para que la sociedad sepa cómo los candidatos y sus partidos han escondido sus pifias.

Pero que también presenten programas con medios y fines que convenzan a los votantes. No únicamente dimes y diretes. Se requieren propuestas si bien generales, que aterricen en soluciones individuales. Cumplir las leyes que tienen su origen en la constitucionalidad. Los candidatos y sus partidos tienen la oportunidad de rescatar credibilidad y confianza si actúan comprometiéndose con sus planes y programas. La nación está en una crisis de inseguridad por la violencia sangrienta; inseguridad por desempleo; inseguridad por el alza de los precios; inseguridad por la reducción educativa; inseguridad por la falta de atención a los problemas de salud… Y los candidatos y sus partidos no dan muestras de cómo solucionar con seguridad. Y esto genera desprecio al ejercicio electoral. Nuestro Estado de partidos vive un descrédito en los casi 80 millones de ciudadanos convocados a votar.

*Periodista