El nuevo presidente francés, Francois Hollande, presentó su visión de las relaciones internacionales y de la política exterior de su país ante la 20ª Conferencia de los Embajadores de Francia [1]. Fue un discurso muy esperado ya que Hollande nunca había abordado esos temas. Su experiencia se limita, en efecto, a la dirección del Partido Socialista y a los temas de política interna.

De forma enteramente inesperada, Hollande presentó a los embajadores una síntesis de dos corrientes dominantes en el seno de su partido. Están, por un lado, los oportunistas pro-estadounidenses reunidos alrededor del ex ministro de Relaciones Exteriores Hubert Vedrine. Del otro lado están los ideólogos completamente atlantistas y totalmente sionistas, agrupados alrededor del actual ministro francés de Finanzas, Pierre Moscovici.

Como estos dos grupos no comparten las mismas convicciones, la síntesis se reduce a unos pocos puntos de consenso: la lógica de los bloques desapareció con la URSS; el mundo se ha vuelto inestable y necesita reglas que se elaborarían en el seno de las instituciones internacionales; las primaveras árabes (en plural) confirman que el sentido de la Historia está orientado hacia la propagación del modelo político occidental. Por consiguiente, la influencia francesa puede desarrollarse de dos maneras. Primeramente, en cualquier circunstancia, Francia jugaría el papel de mediador y París puede utilizar su margen de maniobra para animar las instituciones internacionales, a pesar de que rusos y chinos se niegan a seguir las reglas del juego que impone Estados Unidos. En segundo lugar, París puede contar con la lengua francesa para garantizarse una zona de influencia natural que abarcaría a los países que utilizan ese idioma.

Aunque el mandato del presidente Hollande acaba de comenzar, su política exterior ya es obsoleta porque no tiene en cuenta la decadencia de Estados Unidos, ni tampoco el creciente poderío de Rusia y China, ni la reorganización de las relaciones internacionales, y sólo prevé algunos ajustes con China, Japón y Turquía. La política exterior de Hollande parte del principio que las instituciones internacionales nacidas de la correlación de fuerzas que existía al término de la Segunda Guerra Mundial van a sobrevivir y que van a adaptarse espontáneamente a la nueva situación. Y, finalmente, Francia espera ejercer cierta influencia, basándose en la francofonía (o sea, en el uso de su idioma), sin tener que dotarse de una fuerza militar significativa. En un esfuerzo por ahorrar fondos, París incluso piensa compartir sus gastos militares con el Reino Unido.

Siguiendo esa misma lógica, el presidente francés ha reorganizado las embajadas de forma tal que estas tengan objetivos económicos que cumplir. Hollande comparte así las responsabilidades exteriores entre las dos corrientes del Partido Socialista, una de las cuales reside en el ministerio de Relaciones Exteriores y la otra en el ministerio de Economía, lo cual no es precisamente una garantía de coherencia.

En su discurso de investidura como presidente, Francois Hollande se refirió a Jules Ferry (1832-1893), figura histórica del socialismo francés. La obra de Jules Ferry no fue otra cosa que un intento de la burguesía por rehuir sus responsabilidades históricas (la liberación de la Alsacia-Mosela, en aquel entonces ocupada y anexada por los alemanes) lanzándose a una expansión colonial disfrazada de buenos sentimientos. Hoy en día, el presidente Hollande está siguiendo ese modelo, lo cual no es sorpresa para nadie. Después de justificar las razones que lo llevan a no tratar de hacer algo por liberar a Francia del tutelaje estadounidense, Hollande dio conocer sus ambiciones hacia Mali y Siria.

Precisando que los viejos tiempos del imperialismo francés en África han quedado atrás, Hollande anunció que París ha solicitado un mandato de la CEDEAO (Comunidad Económica de Estados de África Occidental) para intervenir militarmente en Mali. Pero esa cobertura jurídica no convence a nadie ya que el actual presidente de la CEDEAO no es otro que Alassane Ouattara, quien llegó el año pasado a la presidencia de Costa de Marfil con ayuda… del ejército francés. No parece, sin embargo, que Hollande haya preparado seriamente su proyecto de intervención, ni tampoco que haya evaluado la repercusión interna que tendría ese proyecto en la propia Francia, donde viven 80 000 ciudadanos de Mali.

Presionado por la oposición francesa para que emprenda alguna iniciativa sobre Siria, Francois Hollande anunció que París reconocerá un gobierno provisional sirio, que su gobierno está tratando de presentar el caso de Bachar al-Assad ante la Corte Penal Internacional y que Francia está preparando la reconstrucción de Siria. En cuanto a la opción militar, Francia la ha descartado definitivamente porque… Siria tiene el doble de aviones que la fuerza aérea francesa y resulta que los pilotos sirios están incluso mejor entrenados que sus colegas galos, como señalara recientemente el general Jean Fleury, ex jefe del Estado Mayor de la fuerza aérea francesa.

La iniciativa de Francois Hollande no se coordinó con el amo. Ese mismo día, la portavoz del Departamento de Estado, Victoria Nuland, barrió de un golpe todas las proposiciones del presidente de Francia. Estados Unidos no piensa permitir que París prepare por sí solo un gobierno provisional seleccionado entre los miembros del Consejo Nacional Sirio (simple marioneta de Francia y Qatar). Washington exigió la participación del Consejo Nacional de Coordinación (independiente), del Consejo Nacional para la Revolución Siria (creado por Arabia Saudita) y del Ejército Sirio Libre (organizado por Turquía por cuenta de la OTAN).

En cuanto a la administración de Siria para el periodo “post-Bachar”, Washington tampoco piensa dejarla en manos de los franceses. Sobre todo teniendo en cuenta que Francois Hollande habló de «los» territorios sirios, refiriéndose así a los tres Estados confesionales (alauita, druso y cristiano) que la propia Francia habia creado en Siria en tiempos del mandato francés aprobado por la SDN (la Sociedad de Naciones, ancestro de la ONU). Aquellos tres Estados estaban representados por las tres estrellas que aparecían en la bandera siria de la época del mandato francés… la misma que hoy nos presentan como la bandera de la «revolución». Pero el proyecto del estado mayor estadounidense prevé para Siria una division diferente, en el marco del «rediseño del Medio Oriente ampliado».

En definitiva, al igual que en Libia, los sueños franceses no significarán gran cosa ante los proyectos ya trazados desde hace mucho por los estrategas estadounidenses. Francia sigue careciendo de una verdadera estrategia diplomática.

[1La Conferencia de los Embajadores reúne anualmente en París a todos los embajadores de Francia. Nota del Traductor.