El incremento en las importaciones de alimentos básicos, la privatización de las semillas y la comercialización de granos en manos de trasnacionales provocan que la soberanía alimentaria de México se vea minada año tras año. Detrás de estos factores se encuentran compañías multinacionales que hacen del mercado mexicano un negocio rentable. En los tiempos independentistas de América Latina, el pensador cubano José Martí citaba: “los dueños de los alimentos se convertirán en los dueños del mundo”.

Reportes oficiales de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y del Banco de México revelan que entre las empresas que tienen en sus manos al agro mexicano se encuentran Monsanto, Cargill, Gamesa, Bimbo, Bayer, PHI México, Dow Agroscience, Syngenta Agro y Bunge, entre otras. En tanto que el principal proveedor de alimentos para este país es Estados Unidos.

Víctor Suárez Carrera, ingeniero agrónomo especialista en economía agrícola por la Universidad Autónoma Chapingo, indica que en el país “difícilmente podrán formularse auténticas políticas públicas, a menos de que se eliminen los rasgos autocráticos de sus sistema político que implica el bloqueo sistemático a la conformación del interés ciudadano en decisiones tan vitales y tan elementales para el desarrollo nacional”.

El también autor del libro Políticas públicas para la agricultura mexicana asegura que “el propósito esencial de una política agrícola exitosa es proveer de medidas de estabilidad en el sector agrícola e incrementar las oportunidades para los agricultores y así, obtener una ganancia razonable y justa en el mercado”.

Importación, a la alza

La apertura del mercado nacional y la importación de alimentos son dos de los factores que identifica Suárez Carrera como parte de las principales causas del déficit agroalimentario en México.

El estudio Impacto de la crisis en el sector agropecuario en México, de Saúl Basurto y Roberto Escalante (profesores de la División de Estudios de Posgrado en la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México), indica que “el sector agropecuario mexicano se ha rezagado en el ámbito de importancia de la economía de ese país”.

Para los especialistas, “los efectos de la crisis por la que atraviesa la economía global se han manifestado en el comportamiento de la balanza comercial agropecuaria y agroalimentaria, lo que aumenta los riesgos de una posible inseguridad alimentaria”. Esta última se ve reflejada en el incremento en la importación de productos alimenticios.

Cifras correspondientes al periodo enero-diciembre de 2011 –contenidas en el Boletín de importaciones del sector agroalimentario de la Sagarpa– indican que las importaciones del sector agroalimentario ascendieron a 27 mil 60 millones de dólares. De éstas, 13 mil 141 millones de dólares corresponden a compras agropecuarias y pesqueras. Y los otros 13 mil 919 millones de dólares, a productos agroindustriales.

Hasta diciembre de 2011, la Subsecretaría de Fomento a los Agronegocios de la dependencia tiene registrado que el origen de las importaciones agroalimentarias se concentran en más del 78 por ciento en las compras provenientes de la región del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Estados Unidos y Canadá).

La institución que encabeza el exagroempresario Francisco Mayorga Castañeda informa que, del total de las adquisiciones, Estados Unidos fue el que más vendió a México, con cifras de 19 mil 613 millones de pesos, es decir, “el 72.5 por ciento del total importado del mundo”.

Destaca que en este periodo el incremento en las compras provenientes de Sudáfrica, por más de 310 millones de dólares, corresponden en su mayoría a maíz blanco. “Otros países que participaron con ventas significativas a nuestro país en 2011 son Chile, Guatemala, China y Nueva Zelanda”.

Los productos con mayor participación en las importaciones agroalimentarias fueron maíz, semilla de nabo, carne de porcino, carne de ave, desperdicios de la industria alimentaria, soya, carne de bovino, lactosa, leche concentrada y trigo.

Trasnacionales operan mercado mexicano

Otro de los factores que explica que México esté perdiendo su soberanía alimentaria es la operación del mercado nacional en manos extranjeras. Ésta se da a través de la entrega de “apoyos” a compañías encargadas de la comercialización de granos básicos.

El Programa de Prevención y Manejo de Riesgos, operado por Apoyos y Servicios a la Comercialización Agropecuaria, enlista entre sus beneficiarios a Cargill, Gamesa, Bimbo, Bunge, Sukarne, Maizoro, Bachoco, entre otras. Muestra de ello, son los 386 millones 884 mil 829 pesos entregados.
Bachoco obtuvo 120 millones 803 mil 870; Cargill, 111 millones 665 mil 351; Gamesa, 102 millones 526 mil; Minsa, 42 millones 765 mil 525, y Sabritas, 9 millones 124 mil 80 pesos en subsidios al maíz y trigo.

Laura Juárez Sánchez, investigadora de la Universidad Obrera de México, asegura en su tesis La soberanía alimentaria en manos de los monopolios que, “a casi tres décadas de neoliberalismo económico, un reducido número de corporaciones concentran el poder de la cadena alimentaria de México y su esfera de influencia incluye las principales ramas del sector”.

La investigadora asegura que alrededor del 60 por ciento del mercado interno de granos está en manos de unas cuantas corporaciones: Maseca, Cargill, Archer Daniel’s Midland, Bimbo, Minsa, Molinos de México, Gamesa Altex, Bachoco, Lala y Malta de México, “las cuales tienen el control de la compra de las cosechas internas, la importación, el transporte, el almacenamiento, la distribución y la industrialización”.

“El desmantelamiento del sistema alimentario y la intervención discrecional de las políticas públicas en beneficio de unas cuantas corporaciones significó para el país la pérdida de la soberanía alimentaria”, asegura la investigadora.

La privatización de las semillas

Además de los recursos millonarios otorgados a trasnacionales, el Estado mexicano está en ciernes de abrir los campos para la siembra de organismos genéticamente modificados, con el pretexto de incrementar la producción interna. No obstante, instituciones internacionales y organizaciones sociales demuestran que éste no es un mecanismo efectivo.

La Declaración final del Foro Mundial sobre Soberanía Alimentaria de la FAO [Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación] indica al respecto que “la monopolización por unas cuantas empresas trasnacionales de las tecnologías de creación de organismos genéticamente modificados representa una grave amenaza a la soberanía alimentaria de los pueblos.

“Al mismo tiempo, en virtud de que se desconocen los efectos de los organismos genéticamente modificados sobre la salud y el medio ambiente, demandamos la prohibición de la experimentación a cielo abierto, producción y comercialización hasta que se pueda conocer con seguridad su naturaleza e impactos, aplicando estrictamente el principio de precaución [que] es la no privatización de las semillas.”

Sin embargo, México se ha convertido en un paraíso para esta industria, que de 2009 a 2012 ha autorizado la siembra experimental de 1 millón de hectáreas en todo el territorio nacional.

Cifras de la Dirección de Bioseguridad para Organismos Genéticamente Modificados indican que de 2009 a agosto de este año se han autorizado experimentos y siembra de maíz, algodón, soya y trigo transgénicos en 1 millón 415 mil 580 hectáreas.

Las principales interesadas son las trasnacionales Monsanto, Singenta, Dow Agroscience, Syngenta Agro, Bayer y PHI México.

Datos del organismo dependiente de la Sagarpa indican que los órganos genéticamente modificados de maíz ya se siembran en alguna de sus fases (experimental o piloto) en diversos estados de la República.

Entre los listados se encuentran Tamaulipas, Sonora, Nayarit, Morelos, Chiapas, Yucatán, Campeche, Quintana Roo, San Luis Potosí, Veracruz, Sinaloa, Coahuila, Durango, Baja California, Chihuahua, Jalisco, Baja California Sur y Aguascalientes.

Para el gobierno federal, la siembra de maíz transgénico “es una herramienta que México tiene que experimentar”, indica Enrique Sánchez Cruz, titular del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria. La “justificación”, según el gobierno, es garantizar el abasto de alimentos (Contralínea 229).

Fuente
Contralínea (México)