Precipicios fiscales, deudas soberanas, medidas de austeridad… son los fantasmas que atormentan por estos días los tradicionales motores de la economía mundial, encabezados por Estados Unidos y Europa.

Y aunque no son desestimables los impactos de esta situación en las naciones latinoamericanas, una perspectiva distinta y favorable se perfila con la utilización del Sistema Único de Compensación Regional (Sucre).

Este es un mecanismo que sirve para la canalización de pagos internacionales resultantes de las operaciones de comercio recíproco entre los países miembros del ALBA, y se basa en la utilización de una moneda virtual “sucre”, para el registro de las operaciones exclusivamente entre los bancos centrales.

En tanto, la liquidación local (pagos a exportadores y cobros a importadores) se efectúa con las respectivas monedas locales de sus integrantes, precisa el sitio web oficial del sistema.

De esta manera, sus usuarios evitan la movilidad innecesaria de dólares, permitiéndole mayor independencia en las operaciones económicas, sobre todo, a aquellas medianas y pequeñas empresas que no tienen una moneda dura con la cual actuar.

Con notable crecimiento en sus operaciones durante el año en curso -285 por ciento con respecto a 2011- el Sucre ha suscitado el interés y análisis en países como Rusia, Belarús y China, para establecer un intercambio compensado en sus monedas nacionales.

Recientes declaraciones de directivos del ALBA subrayan que en 2012 el intercambio comercial entre sus Estados miembros se estima en unos 700 millones de dólares, sobre la base de dos mil 135 operaciones ejecutadas a través de este sistema de compensación.

En 2011 hubo 431 operaciones, por un monto de 216 millones de Sucres (245 millones de dólares), de acuerdo con cifras ofrecidas en octubre último por Eudomar Tovar, presidente del Directorio Ejecutivo de su Consejo Monetario.

Actualmente más de 150 empresas de la región operan con esta moneda de compensación, de las cuales el 90 por ciento pertenece al sector privado, seis por ciento al sector público y el resto son pequeñas y medianas empresas.

Sobre la significativa presencia del sector no estatal, Rodolfo Sanz, secretario ejecutivo del organismo regional, considera que al contrario de lo que muchos piensan, esa participación ha posibilitado ampliar los mercados en los que puede actuar el Sucre.

Sustentado en el intercambio, la cooperación y complementariedad, este nuevo esquema económico ha permitido el intercambio de productos de primera necesidad como alimentos, vehículos, medicina, textiles, aceites, caucho, y en especial petróleo.

Así lo demuestran las ventas de Petrocaribe en los últimos años, valoradas en unos 12 millones de dólares, y que han desplazado el dominio de la multinacional angloholandesa Shell en la distribución del llamado oro negro en los países del Caribe, según la Agencia Venezolana de Noticias.

Durante la XII Cumbre del ALBA prevista para el primer semestre de 2013, los representantes de las naciones miembros discutirán nuevas estrategias en aras de avanzar en la creación de zonas económicas y sobre todo, productivas.

De posicionarse este sistema de compensación, Latinoamérica y el Caribe podrán contar con un mecanismo generador de confiabilidad y seguridad financiera frente a las arenas movedizas de la economía occidental, al tiempo que toman distancia del predominio del dólar norteamericano como divisa de intercambio comercial.

El mecanismo de integración lo forman Bolivia, Nicaragua, la Mancomunidad de Dominica, Antigua y Barbuda, Ecuador, San Vicente y Las Granadinas, Venezuela y Cuba, hasta ahora.

Creado en noviembre de 2008, el Sucre se basa en la utilización de una moneda para el registro de las operaciones exclusivamente entre los bancos centrales de las naciones del ALBA, y está regido por el Consejo Monetario Regional.

Agencia Cubana de Noticias