Al inicio del año, el Movimiento Regeneración Nacional Morena solicitó su registro como partido político. Era lo esperado. Según Martí Batres, contarán con más de 1 millón de afiliados, lo que hará que cumplan sobradamente con los requisitos que exige el Instituto Federal Electoral (IFE). El exdiputado dijo que asisten a dicho organismo, no obstante su incredulidad en el mismo, porque es la única manera de participar en elecciones.

Bienvenida su incursión en los comicios, aunque en el Partido de la Revolución Democrática les parezca que únicamente se trata de los “radicales” de izquierda, expresión no afortunada, porque es importante ser radical en momentos donde todos quieren ir al centro [político]. Y si bien las cuentas de los afiliados pueden ser alegres, ya que anteriormente se vio que no hay una fuerza tan grande, seguramente no les faltarán adherentes para cubrir los más de 200 mil ciudadanos que se necesitan para obtener su inscripción, así como efectuar las asambleas en varias entidades. Adelante, pues, los morenos.

En el acto no apareció, por cierto, Leonardo Valdés, presidente del IFE. Trascendió que no estuvo por “asuntos personales”, o porque no llegó Andrés Manuel López Obrador. Cualquiera de las dos cuestiones es una falta de respeto a los que fueron a dicha institución y, asimismo, a los contribuyentes y ciudadanos.

Quien gana 4 millones de pesos al año no puede darse el lujo de menospreciar o despreciar a quien se le antoja. Leonardo quiere, incluso, que se le reelija próximamente. Inconcebible en una autoridad que hace lo que le viene en gana y envía mensajes cifrados a través de los medios en lugar de asumir su responsabilidad.

En el Partido Acción Nacional (PAN), luego de la derrota y el descenso al tercer lugar de las preferencias, hubo una reafiliación o depuración, según versiones. El hecho es que de 1 millón 850 mil personas entre militantes y adherentes, quedaron únicamente 367 mil. Es decir, cerca del 80 por ciento está fuera. Algo seguramente esperable por casi todos, pues ya sabemos que las derrotas no tienen padre, y cuando, además, no hay posibilidades de conseguir chamba y prebendas, es mayor la distancia que existe entre los elogiadores de moda y los que en realidad se la juegan por una organización.

Entre los políticos que se fueron tenemos a Vicente Fox y los exgobernadores Patricio Patrón Laviada y Héctor Ortiz. Entre algunos famosos que tampoco permanecieron se encuentra Patylu –la mujer de César Nava– y Carlos Hermosillo.

Para Gustavo Madero no hay gran preocupación, ya que insistió en que el blanquiazul era un partido de personas convencidas y no de masas. Brillante teoría, acertada cuando las luchas de derechistas y comunistas eran ilegales contra el Partido Revolucionario Institucional, no ahora que existe una participación de muchas corrientes sin que haya mayores dificultades para que se expresen. Bueno, hasta los anarquistas, tan denostados el 1 de diciembre, pueden dar la cara y refutar las conspiraciones de las cuales se les quiso hacer partícipes.

No, en realidad hay un desaliento terrible con un partido que no supo llevar a cabo la democratización del país (Fox mediante) y luego fue utilizado para una guerra sin sentido y para encumbrar a un grupo menor y ambicioso (Felipe Calderón y sus vasallos).

Martha Sahagún, quien había renunciado al panismo 6 años atrás, dijo que Vicente no hizo su refrendo al albiazul “por convicción propia” (sic ajeno). Es decir, ni siquiera lo meditó con la almohada ni le pidió consejo a su señora, que ha resultado una buena negociante (algo en lo que destacó en su anterior matrimonio, desde que puso una farmacia). Extrañamente, en la conferencia apareció su hijo Manuel Bribiesca, quien se enriqueció durante el foxismo mediante varios contratos y quien, en Estados Unidos, es acusado de participar en un fraude contra la empresa North Star Gas.

¡Qué bonita familia!, hubiera expresado el fallecido cómico Pompín Iglesias.

Diego Fernández de Cevallos y César Nava tampoco acudieron a reiterar su pertenecía al PAN. Lejos de apercibirlos, Gustavo Madero los exculpó y dijo que estaban todavía en las filas de su organización, aunque ambos, igual que varios más, ven con desdén a quien Felipe Calderón no pudo bajar del caballo. Se dice que el ahora expresidente de México ya prepara una ofensiva desde Estados Unidos contra el nieto de Panchito I Madero.

La crisis es seria, ya que el partido que llegó hace 12 años a Los Pinos perdió en los últimos tiempos ocho gubernaturas, 24 senadurías, 78 diputaciones y muchas alcaldías, regidurías y diputaciones locales. Y este año puede salir derrotado en Baja California, un bastión que ostenta desde los tiempos de Carlos Salinas (1989).

Un grupo de notables blanquiazules dio a conocer un documento en donde se dice que en estos 12 años sus líderes no menguaron los poderes como el del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación o el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana y auspiciaron al duopolio televisivo. Hay que recordar nomás el asalto al canal 40 por parte de Tv Azteca y su apropiación, hasta ahora, de Salinas Pliego.

Además, los destacados azules dicen que los gobiernos estatales privilegiaron negocios personales y patrocinaron intereses privados. Amén de que los legisladores, sobre todo los nuevos, son soberbios y poco profesionales.

La lista puede seguir, pero no vale la pena. Simplemente al ver las actitudes de personajes como Emilio González en Jalisco y los mandatarios de Guanajuato, Juan Manuel Oliva y Juan Carlos Romero Hicks, más Ernesto Cordero y sus 6 mil pesos para “vivir mejor”, nos daremos cuenta que el panismo no es ni la sombra de lo que prefiguraron Manuel Gómez Morín y sus compañeros, ni siquiera lo que le preocupaba a Carlos Castillo Pereza, sino más bien una agrupación de cuates con ansias de ascender a como dé lugar.

Fuente
Contralínea (México)