Fotos: José Luis Santillán

San Martín Peras, Oaxaca. Desvencijada y oxidada, una cama de hospital ha sido abandonada a las afueras de la casa de salud. Ésta fue pintada de un amarillo intenso, hace unos meses, para justificar el gasto de la agencia municipal. Adentro se oye el eco de las paredes húmedas, que guardan frío.

Cuando las personas de aquí se enferman deben pedir apoyo en el pueblo vecino para su traslado, pero ahora les dicen que ya no pueden ayudarlos porque no pertenecen a esa comunidad.

Una ambulancia cobraba de 200 a 500 pesos, “¡muy caro!”, comenta Francisco. Ahora hay que ir hasta Juxtlahuaca. La gente se enferma y padece cotidianamente de dolores de cabeza, gripe y no hay un profesional que atienda los partos.

 ¿Y si no hay para pagar?

 Se tiene que pagar, no lo hacen gratis. Hay que buscar cómo. Si alguien tiene ganado se vende el ganado.

Él trabaja la milpa, pero no da suficiente para mantener a sus cuatro hijos. “Me siento mal aquí. Soy gente pobre, he andado por donde quiera, en México, Culiacán, Tijuana, donde quiera que salga trabajo. En Culiacán corté tomate, chiles. Trabajo desde los 16 años”, relata. Ahora tiene 40.

Hace unos meses, cuando estaba en Culiacán, Sinaloa, en el corte de tomate, bebió agua “sucia” y cayó enfermo. Fue al doctor y se ha ido reponiendo, aunque las molestias persisten en el estómago y la cabeza.

Recuerda con nostalgia su infancia y sus días de trabajo en Nueva York, Estados Unidos. Tenía 32 años cuando trabajó en una tienda y aprendió a hablar inglés. “Si te vas allá tienes que chambear mucho, estar más listo, más vivo; el trabajo es duro, pero hay”, dice.

En la clínica quedaron bultos de cemento, el armazón de un catre, estantes para colocar los medicamentos. De las ventanas, con los vidrios rotos, se aprecian el monte y la nada…

Talamontes minan riqueza mixteca

Las maderas de este lugar se han vuelto un atractivo desmedido. Cuando cae la noche, algunos aprovechan la oscuridad para llevarse los árboles que cercan la agencia de Santiago Petlacala. Hay violencia en la zona, comenta Emiliano González Flores, comisariado de Bienes Comunales.

El hombre mixteco trata de explicar en su precario español lo que pasa en el lugar. La primera palabra que suelta para exponer la situación es “pobre”. “Vivimos sin apoyo ni nada”, dice. A la comunidad indígena no habían llegado los recursos públicos del ramo 28 ni 33, 2 meses antes de terminar el año fiscal 2012.

Señala que las agencias vecinas padecen la misma situación: “no hay drenaje, agua potable, casa de salud, no hay nada. El presidente [municipal] dice que no nos va a dar nada. Estábamos esperando 19 mil 500 pesos para este año y no llegaron”, se lamenta.

El comisariado de Bienes Comunales acusa: “Ya fueron cortados unos 2 mil árboles y nosotros no sabemos dónde está la oficina a dónde nos podemos ir a quejar. Vamos a hacer un oficio para que se enteren. Además, ya hubo tres asesinatos en la zona de la tala. Es gente muy brava y el gobierno no nos hace caso”.

Fuente
Contralínea (México)

Este trabajo se compone de 3 partes:

Parte 1: San Martín Peras, migrar para subsistir
Parte 2: Analfabetismo en San Martín Peras, 50 por ciento
Parte 3: San Martín Peras, abandono y abuso