Cuando don José supo que sobre el rancho El Molino iba a construirse un teatro cayó enfermo. Fue internado ya en dos ocasiones. Asegura que la pena lo dejó en cama. “Desde ese tiempo hasta ahorita he estado bien malo. No puedo ni caminar. Me enfermé de tristeza”, afirma el hombre de 70 años.

Nacido en el rancho, don José guarda en la memoria el registro de entierros, estructuras y figurillas prehispánicas. Es un mapa detallado. Cuarenta años como parte de la plantilla de trabajadores de las 27 hectáreas que conformaban el Rancho San José le permitieron ser testigo de lo que los vecinos aseguran que hay debajo de la tierra.

“Arábamos y salían molcajetes, metates, sellos, vasijas. Una cosa preciosa. Yo no sé quién estuviera habitando el pueblo de Chimalhuacán, pero eran puras gentes grandotas porque los esqueletos estaban grandotes. Un día me encontré un entierro. Me impresionó. Volví a dejar la calavera en su lugar para que descansara.”

Como don José, los académicos, investigadores, vecinos y la sociedad en su conjunto carecen de información fidedigna sobre la civilización que habitó la ciudad antigua de Chimalhuacán.

La posibilidad de su exploración fue anulada por el gobierno municipal, el gobierno estatal y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) con un estudio de salvamento arqueológico omiso, como lo califica el grupo de arqueólogos que revisaron ese documento –del que Contralínea posee copia– y que por seguridad pidieron el anonimato.

Don José supo de la obra porque el predio comenzó a ser visitado por ingenieros. “Yo vivo aquí y pues uno pregunta…”. Aunque enfermó con la noticia, la comunidad no tenía objeciones al proyecto. Las autoridades ofrecían embellecer y construir en beneficio de la sociedad juegos para los niños, una biblioteca, un auditorio.

La alerta se encendió en los ocho barrios del municipio mexiquense en marzo de 2012, luego de que la empresa CIMA, SA de CV, cavara un boquete para cimentar un teatro con capacidad para 1 mil 700 espectadores y dispersara la tierra extraída en ocho predios baldíos de Chimalhuacán.

Los vecinos hallaron entre la tierra toda clase de figuras prehispánicas y dieron aviso al INAH-Estado de México el 15 de marzo de 2012 (Contralínea 298).

Como resultado de las denuncias de los vecinos, el Instituto comisionó a Raúl García Chávez y a las arqueólogas Martha Patricia Hernández y Beatriz Zúñiga Bárcenas para hacer la inspección arqueológica. El primer día de abril se presentaron en la zona.

La existencia de vestigios arqueológicos en el área ya excavada fue confirmada por el INAH, tal y como consta en el informe que se derivó de la inspección y que fue reservado por el Instituto hasta 2014.

La resolución apela al artículo 14 fracción VI de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental, que dicta: “…se considerará como información reservada la que contenga las opiniones, recomendaciones o puntos de vista que formen parte del proceso deliberativo de los servidores públicos, hasta en tanto no sea adoptada la decisión definitiva, la cual deberá estar documentada”.

Con base en una nueva solicitud de información, el Instituto entregó a este semanario en enero de 2013, copia del Informe técnico parcial del registro estratigráfico en las excavaciones por la construcción del centro cultural Chimalhuacán, en Chimalhuacán, Estado de México.

“La capa IV contiene materiales cerámicos de las fases Formativo Terminal; Epiclásico; Posclásico Temprano; Posclásico Medio; Posclásico Tardío”, revela el Informe técnico parcial del registro estratigráfico, elaborado por Raúl García Chávez y Rosalba Aguilera Muñoz.

Sin embargo, además de los hallazgos en los baldíos, en El Molino presuntamente había estructuras prehispánicas que quedaron en el centro de la obra y que ya no se pueden apreciar. La comunidad fue testigo directo de ello y las fotografías que lograron obtener son la única prueba de su existencia.

“¡Son zonas habitacionales!”, exclaman sin dudar los arqueólogos, con la mirada clavada en las fotografías.

De las zonas habitacionales no hay registro en el documento: “una seria omisión”, dice a Contralínea Felipe Echenique March, historiador y secretario general del Sindicato de Investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Pese a la omisión, el 31 de octubre de 2012 Constantino Acosta Dávila, delegado del Centro INAH-Estado de México emitió el oficio 401.B(4)77.2012/1702, en el que da a conocer a Rosalba Pineda Ramírez, entonces presidenta municipal de Chimalhuacán, que se libera el polígono 2 y envía croquis de referencia.

Ochenta páginas bastaron para liberar la poligonal 2 del predio. Una superficie de 6 mil 821 metros cuadrados donde CIMA, SA de CV, excavó para la cimentación del teatro sin la supervisión ni el permiso del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

“Dentro del Polígono 2 se han realizado tanto el registro estratigráfico como las calas estratigráficas, no encontrándose ningún monumento inmueble, prehispánico o histórico, por lo que es factible su liberación”, consigna el escrito.

El grupo de arqueólogos adscritos al INAH no ven objeción al reporte de Raúl García. Salvo minucias, como números romanos sustituidos con arábigos, escalas erróneas, claros agujeros en el área analizada. “El documento está bien elaborado, cumple con los protocolos, hay concordancia”. Sin embargo, la omisión les parece intencional, “amañada”. “Un crimen perfecto”, remata uno de los especialistas consultados.

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Fuente
Contralínea (México)

Parte I: Chimalhuacán, el “crimen perfecto”

Parte II: El Molino, una depredación arqueológica gradual

Parte III: INAH intervino “tarde” en Chimalhuacán