La reunión de los «Amigos de Siria» realizada en Doha (Qatar) el sábado 22 de junio de 2013 se terminó en un fracaso. Francia, el Reino Unido y Estados Unidos habían anunciado en el G8 celebrado en Lough Erne sus intenciones de oficializar la entrega de armas al Ejército Sirio Libre, que incluso había dado a conocer –el 14 de junio– la lista de armas y municiones que necesita.

El encuentro no sólo se limitó a la presencia de únicamente 11 de los 121 países «Amigos de Siria» sino que estos 11 participantes ni siquiera lograron responsabilizarse con la entrega oficial de armas a los Contras, que además constituye una violación de las resoluciones de la ONU.

El presidente francés, Francois Hollande, había llegado a Doha en la tarde del sábado. Hollande no participó personalmente en la conferencia de «Amigos de Siria», organizada a nivel de ministros de Relaciones Exteriores, pero se mantuvo constamente informado sobre su desarrollo a través del emir de Qatar.

El día anterior, el presidente de la Comisión investigadora para Siria del Alto Comisariado de los Derechos Humanos, Paulo Pinheiro, había señalado que los dirigentes de los países que decidiesen autorizar oficialmente el envío de armas a los «rebeldes» podían ser considerados personalmente responsables por los crímenes que fuesen perpetrados con ese armamento [1].

Según el ministro francés de Relaciones Exteriores, Laurent Fabius, 2 países se opusieron formalmente a las entregas oficiales de armas. Según su homólogo británico William Hague, el Reino Unido fue uno de ellos, lo cual representaría un cambio en la posición de Londres.

En un intento por salvar las apariencias, Fabius anunció el envío de dosis de un antídoto para prestar ayuda a 1 000 personas afectadas por gas sarín ya que Francia, el Reino Unido y Estados Unidos sostienen que el gobierno sirio utiliza ese tipo de gas.

Pero las «pruebas» transmitidas a Rusia y a la ONU fueron acogidas con escepticismo ya que no cumplen las normas internacionales y en el G8 se decidió solicitar la creación de una comisión investigadora de la ONU.

En el comunicado final, los 11 países presentes en la reunión de Doha denuncian lo que presentan como una internacionalización de la crisis siria por parte de Irán y del Hezbollah libanés y afirman que estuvieron de acuerdo en «intensificar su apoyo» a los «rebeldes». El ministro qatarí de Relaciones Exteriores precisó que ese apoyo tiene que ver con… «decisiones secretas».