2-7-2013

De diestra a siniestra pasando por un centro igual de flojo e ignaro, nuestros clubes electorales exhiben una portentosa desatención y desapego a los grandes temas de la Nación. Parecen creer que el contencioso en La Haya es asunto de Cancillería y del gobierno y que a ellos no toca en modo alguno. Es lógico y coherente que cuando llegan a la administración estatal su bandera es el desconocimiento y su estandarte la improvisación.

Más aún en torno al asunto de soberanía aérea con tercera, cuarta y quinta libertades tratado en la Alianza del Pacífico y a la que se impulsa como irrestrictas, los clubes electorales, poseen, también aquí, la más aberrante orfandad intelectual. Es obvio que de ese modo ni siquiera entienden los necesarios e irrenunciables conceptos de reciprocidad que Perú debe reivindicar antes de firmar cualquier trato, so riesgo de entreguismos cuestionables.

Y no hablemos del Mar de Grau al que no comprenden, los susodichos como nuestra 4ta y más grande región plena en recursos pesqueros, mineros y geopolíticos.

Esa es la explicación que puede darse al por qué los clubes electorales son capaces de montar protestas epidérmicas y obviar, suicidamente, los grandes temas que ponen en tela de juicio al Perú mismo como nación en el contexto sudamericano y mundial.

A pocos días del veredicto en la Corte Internacional de Justicia de La Haya sobre el contencioso marítimo que Perú planteó a Chile, aparecen expresiones oficiosas de todo calibre y rango: desde periodísticas hasta la de intelectuales a la carta que antes han escrito contra Perú y que se fueron a Berlín para, con pares chilenos, dar su versión sobre el asunto. Parecieran gemir: "no se olviden de nosotros".

Los empresarios o líderes de opinión también han puesto en el refrigerador su beligerancia y combatividad para sacar adelante el país. La adormidera pareciera constituirla un dejar pasar, dejar hacer, prescindiendo del grave riesgo que entraña la invasión foránea en caso se encrespen en pocos años, los ánimos. Y no sería sino la tercera vez: 1836-39, 1879-1883. Más cerca en los años: es importante recordar la enorme desinformación que existió entre Perú y Ecuador desde 1941 y el conflicto de entonces y que culminó en otra guerra, Cenepa 1995 y en un acuerdo que zanjó el asunto entrambas naciones.

Tirios y troyanos viven en la neumática de un asentimiento muelle y no ven el fenómeno de La Haya y que debe ser abordado con exégesis rigurosa y pensando en cerrar definitivamente 1879 cuya impronta aún persiste en sus recuerdos desgraciados de invasión, crímenes y abusos de quienes los perpetraron.

Perú no tiene que dar respuesta a ningún otro país. Perú tiene que darse su propia respuesta. Antes he aventurado la siguiente definición:

"Perú no está compelido a dar respuesta a ninguna otra nación. Tiene sí que construir la unidad nacional en torno a intereses soberanos comunes y en la procura de un desarrollo enérgico, científico, con justicia social y reparto democrático de la riqueza, para sus 30 millones de habitantes. PERU TIENE QUE RESPONDERSE A SI MISMO y esa circunstancia está pendiente desde 1879, año de la aciaga fractura que representó la guerra de rapiña que nos planteó Chile.

Las circunstancias de librar batalla jurídica, al margen del resultado en La Haya, plantean el dulce y fragoroso reto de comprender que ¡por fin! hay una posibilidad de sintonizar al cuerpo social peruano en torno a intereses comunes, imprescindibles y unificadores. Por tanto Perú, su Estado y cualquier gobierno, tienen que responder a su colectivo ciudadano que son todos los peruanos e ingresar con moderna estampa al reto contemporáneo de la paz y la complementariedad con los otros Estados latinoamericanos.

Al hombre y a la mujer comunes ¡nadie los toma en cuenta! Los sucesivos gobiernos, una vez apoltronados en la silla administrativa de Palacio, prescinden del ciudadano y hacen, no pocas veces, papelones entreguistas, vergonzosas claudicaciones e impresentables desempeños a todo nivel. La Cancillería parece olvidar que será la ciudadanía, con o sin uniforme, la que afronte y sufrague cualquier dinámica, en los diferentes campos de batalla y que por tanto, merece ser parte opinante y militante de cualquier esfuerzo.

Son pocas o mínimas las opciones que quedan para la generación que desde hace más de 35 años está en política. Sin líderes o pensadores de creación intelectual notable, huérfana de paradigmas, carente de cualquier visión nacional homogénea e integral del Perú, no es necesario exagerar en la necesidad histórica de asumir el liderazgo, teniendo como plataforma el reto de La Haya, pero recordando que la gran fractura nacional viene desde 1879, para reconstruir la Patria. Acaso sea magnífica ocasión para redimirse de la mediocridad intrascendente y nadería que ha caracterizado a esta generación. Al reto hay que dar una réplica, no está demás decir que para contribuir con su grano de arena, Perú, su propia Respuesta ensaya su aporte." Perú, su propia Respuesta http://perusupropiarespuesta.com/peru-su-propia-respuesta/

En castellano simple: el estudiante tiene que opinar sobre su futuro y participación, escolares y universitarios; el empleado y funcionario, reflexionar sobre a quiénes sirve y para qué en términos de país y horizonte; el diplomático pelear en su profesionalismo pleno de peruanidad y los gobernantes conducir al Perú hacia nuevos y mejores destinos. Cerrar 1879 requiere construir la complementariedad con el resto de países latinoamericanos sin mengua de nuestra auto-estima y con reivindicación absoluta de nuestra soberanía en mar, tierra y aire.

¿Tan difícil entender esto?

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