24. julio, 2013 Alvise Calderón Berra Entrevista,

El sacerdote Alejandro Solalinde, fundador del albergue Hermanos en el Camino, en Ciudad Ixtepec, Oaxaca, no tiene dudas: Estados Unidos ha fracasado en contener la migración y el muro que pretende construir en su frontera con México ya es tardío. Los migrantes ya están ahí.

—Aunque todo el mundo esté preocupado por el famoso muro, a mí me da risa porque sé que es tarde, es un muro tardío. Históricamente hablando ya no es tiempo de muros; es tarde para contener la entrada de migrantes a Estados Unidos porque ya están allí y se están multiplicando de lo lindo. No me preocupa porque no son los latinoamericanos los que se están multiplicando; la principal amenaza ante la xenofobia de Estados Unidos son los chinos, los rusos, los hindúes y los orientales, en general. Ellos quizás van a configurar minorías más grandes antes que los latinos. Tampoco me preocupa porque ya hay mucha corrupción en Estados Unidos: los migrantes van a pasar por donde digan los cárteles y no los soldaditos. Lo que sí me preocupa es que la presencia de soldados vaya a ocasionar atropellos a los derechos humanos. También me preocupa el fortalecimiento de los cárteles y me entristece mucho la posición de miedo de Estados Unidos; el miedo ante sus hermanos, sobre todo.

—¿Menciona que serán los cárteles aquellos que diseñarán las vías de tránsito para los migrantes?

—No, no las van diseñar, ¡ya las tienen! Ellos controlan la frontera; no el gobierno estadunidense ni el de México; eso lo sabe todo el mundo. Al decir cárteles, hablo de toda esa delincuencia organizada en torno a ellos: entre políticos, funcionarios, personas del Ejército y no pocas corporaciones. Muchos están en las nóminas de los cárteles, y las noticias, de uno y otro [país], siempre lo han demostrado. Nada nuevo va a ocurrir bajo el sol.

—¿En qué modo se vinculan los cárteles con el Ejército?

—Hay una vinculación muy estrecha. A lo largo de mi vida pude comprobar que la mayoría de los operativos contra la migración no estaban aislados de las acciones de la delincuencia organizada. Un ejemplo clarísimo: hubo un asalto con arma de fuego, después otro con arma blanca, luego un primer operativo de migración y después un segundo operativo. Esos cuatro eventos no fallaban, ¿quién los ponía de acuerdo? Dejó de haber operativos de migración por la denuncia que hicimos, por las fotografías evidentes que Irineo Mújica exhibió a nivel mundial, y al detenerse los operativos automáticamente se detuvieron los asaltos. En Veracruz y Chahuite [Oaxaca], el esquema era el de operativos seguidos de secuestros y viceversa: siempre iban de la mano. Esas tácticas me llevaron a comprobar que el gobierno de México sólo trataba de cumplir fielmente las ordenanzas de seguridad estadunidenses y que lo hizo a la mexicana, a la malagueña, sin respetar los derechos humanos, actuando maquiavélicamente, valiéndose de cualquier forma con tal de contener el flujo migratorio. No lo hizo muy bien; es suficiente ver toda la ruta forense y todo el territorio mexicano sembrado de cadáveres. El gobierno no ha entendido bien las órdenes de su jefe. Su jefe le dice lo que tiene que hacer primero; atropellar los derechos humanos es de su cosecha.

—¿Cuál será el papel de México si Estados Unidos logra contener la migración hacia su país?

—México ha servido por mucho tiempo de patio trasero de Estados Unidos y de hacer imposible la llegada de los migrantes. Si de verdad va a haber un poco de contención, entonces México tendrá que aprender a asimilar el flujo migratorio que Estados Unidos no desea. Va a tener que aprender a convivir con ellos y a crear los medios para todos los migrantes que vengan aquí. Eso tenemos que aceptarlo todos los mexicanos ya, porque está conteniendo el agua, el agua se va a represar aquí, no allá, aquí se va a represar. Por otro lado, las rutas van a ser más peligrosas para los migrantes, pero nadie los va a detener. Me queda claro que nadie va a detener a los migrantes. No hay poder humano, ni [Barack] Obama, ni nadie puede detener el flujo migratorio. Ya lo dije: los hombres más poderosos y famosos van a acabar, Obama va a pasar, los migrantes van a seguir pasando, Obama va a envejecer y va comprobar en los últimos momentos de su vida cómo nunca logró parar la migración; pero él ya va acabar (ya habrá acabado).

—¿Veía en el expresidente Felipe Calderón una convicción real de cambiar las cosas? Javier Sicilia lo definió como un personaje frío. ¿Qué piensa usted?

—No. Yo lo mencioné como una persona arrogante, una persona soberbia, que nunca escuchó realmente a la gente porque además nunca fue de base. Él nunca fue de gente de bases. Él gobernó mediáticamente; una persona con mucho miedo, siempre rodeada de un aparato exagerado de seguridad; pero además él gobernó mediáticamente. Nunca fue de masa, nunca fue de gente, nunca fue de procesos inductivos, él fue así. Él volaba de un lugar a otro y allí las fuerzas de seguridad lo apoyaban. Yo lo vi en el alcázar de Chapultepec, allí era su lugar favorito porque todo estaba coordinado, porque estaba muy estudiado, porque era un lugar donde él dominaba. Inteligente sí fue, porque no era tonto para haber llegado a ese lugar. Pero no supo aprovechar, fue una persona que se coronó con un grupito de amigos, ése fue su gobierno. Por eso yo siempre al Partido Acción Nacional [PAN] lo vi débil, era como él; yo pensaba que veía a un PAN inflado y que si tenía la oportunidad le enviaría una carta, misma que llamé Carta por México, enviada en agosto de 2010, unos días antes de la masacre de los 72 migrantes en San Fernando [Tamaulipas] . Le mandé la carta a él y a la Presidencia de la República y le dije muchas cosas, y entre las cosas que le dije, fue que el PAN estaba liquidado. Yo así se lo dije cuando él estaba en el poder. Si usted revisa esa carta verá que no me equivocaba, el PAN estaba liquidado. Y ahorita estamos viendo estas contiendas entre ellos por la rebatinga del poder y el dinero. Cuando un partido de principios, como era supuestamente, de cristianos, con fe, se va a la rebatinga como cualquier otro y se vuelve a la rapiña como cualquiera tras el poder y el dinero, lo que queda es la decadencia. Así ha sido el PAN. Quién sabe hasta cuándo toque fondo y quién sabe si se vuelva a levantar. Quién sabe si vuelva surgir una generación; pero Calderón para mí fue el neoliberal más fallido.

—¿Cuándo usted se reunió con Calderón en el alcázar de Chapultepec observaba en su mirada una preocupación por el tema?

—Él no acostumbraba a hablar [y ver] a los ojos [a su interlocutor]; él no me veía a los ojos, él volvía la mirada para otro lado, a mí no me miraba.

—Durante la gestión de Vicente Fox migraron cerca de 4 millones de mexicanos a Estados Unidos, ¿qué opina de la política migratoria del expresidente panista?

—Fox es una persona con cabeza de cascarón. Creo que ha sido el presidente más tonto que hemos tenido. Él tuvo una oportunidad de oro que ningún otro había tenido, una oportunidad histórica de lograr un cambio, una transición real a un Estado moderno; pero no tuvo la capacidad para hacerlo y fue la desgracia más grande que pudo haber tenido México. En esa migración veo un Estado fallido, incapaz de dar una respuesta a los migrantes. No hay que olvidar que el sistema corrupto ya estaba desde antes de él, pero durante el panismo creció.

—¿Cuáles eran las motivaciones de fondo en la política migratoria del foxismo?

—Las mismas que las de Calderón: el neoliberalismo, nada más que el dinero. ¿Qué otra cosa hicieron si no dinero? Donde hay más rapacidad y más opacidad, contrariamente a la institución que él mismo creó [el Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos], es en él precisamente y en su familia.

—¿Existen pactos por debajo de la mesa entre México y Estados Unidos?

—Por supuesto que sí. Hay una connivencia y los intereses son los mismos: los intereses capitalistas. Lo de impulsar las privatizaciones en México es ofrecer el país, venderlo y privatizar lo poco que queda, sobre todo los energéticos.

—¿Qué ocurrirá con los mexicanos deportados que vuelvan al país después de haber pasado la mayor parte de su vida en el país vecino?

—Van a estar desamparados, van a formar parte de la sociedad más pobre de México porque el Estado mexicano no ha sabido negociar dignamente con Estados Unidos para defender a sus connacionales. El gobierno de México no entiende que ese coloso que tenemos arriba ya no es tan fuerte, que está dando signos de grandes debilidades y que puede colapsar en cualquier momento. México no está haciendo lo suyo para defender a sus connacionales, no le importan. Si de verdad le importaran haría gestiones en defensa de los derechos humanos de los migrantes y crearía infraestructuras para su regreso, muchos están regresando de forma voluntaria y todos son su responsabilidad. No tenemos que esperar al futuro para saber lo que el gobierno de Peña Nieto va a ser por los deportados: ya lo estamos viendo, sobre todo en Tijuana [Baja California], allí los migrantes son desechos. Para Estados Unidos no son personas, son basura; los están deportando y en Tijuana nadie los atiende. Han caído en el alcoholismo, la droga, el abandono y el olvido, pero son seres humanos. ¿Qué está haciendo Peña Nieto por ellos? Nada. Igualmente va a ser cuando sigan sacando más mexicanos: se van a lavar las manos. Pero sí hay que procurar exponer bien a México, exhibir al país como un lugar moderno con reformas estructurales hechas ad hoc para el capitalismo, mostrando a México como un paraíso de inversión, un paraíso fiscal. Invitando a todo aquel que no sea el pueblo.

—¿Por qué el caso de los migrantes en Tijuana es tan grave?

—En varias partes de la frontera, pero sobre todo en Tijuana, se vive la situación más dramática. Los migrantes son como los homeless [indigentes] en los Ángeles [California, Estados Unidos]. Ni el Arzobispado de Tijuana está completamente preparado para atender las necesidades de los migrantes que vuelven. Gracias a Dios hay muchas organizaciones católicas por parte de la Arquidiócesis que están haciendo lo imposible por ayudar, aún sin recursos, tarea que le correspondería al gobierno; pero ellos no lo sienten, no les duele y no les importa.

—Por último, ¿piensa que el papa Francisco es el papa de los pobres?

—Pienso que por ser jesuita es muy posible que sí. Es un papa que simpatiza con la pobreza y la austeridad de la Iglesia, pero es un hombre de casi 77 años, está enfermo y tiene un solo pulmón. Es demasiado mayor. No va a poder hacer los cambios, pero va a marcar el rumbo. El paquetote le va a quedar al que venga después de él, que tendrá que hacer todos los cambios estructurales drásticos en la Iglesia para adaptar la institución eclesiástica al Evangelio. La Iglesia es muy lenta para cambiar, pero el papa ya está proponiendo cosas, aunque para todo el rezago que tiene la Iglesia está siendo muy lento y no va a ser suficiente. La Iglesia tiene que dejar de ser un Estado para convertirse solamente en la Santa Sede. El papa tiene que renunciar a ser jefe de Estado y convertirse solamente en el primer misionero evangelizador del mundo. Tiene que ser un jefe de misión a nivel mundial, escuchar a la gente y viajar a los continentes.

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Fuente: Contralínea 344 / julio 2013