Contrariamente a lo que se afirma en las interpretaciones apresuradas divulgadas a través de ciertos medios de difusión, el papa Francisco no ha condenado los proyectos de liberalización de la droga.

En un encuentro con personas narcodependientes en un hospital de Río de Janeiro, el papa declaró: «No es la liberalización del consumo de drogas, como se está discutiendo en varias partes de América Latina, lo que podrá reducir la propagación y la influencia de la dependencia química.»

Lo que sucede es que los proyectos de liberalización de la droga no buscan resolver el problema de la adicción sino contrarrestar o eliminar el poder concentrado en manos de las organizaciones criminales que controlan el tráfico. En numerosos países, como en el caso de varias naciones de Latinoamérica, las mafias han logrado corromper profundamente las sociedades, a las que incluso imponen un clima de terror, razón por la cual el presidente uruguayo José Mujica propone actualmente una política de liberalización.

La intervención del papa no fue una condena contra esa iniciativa sino una forma de subrayar que esa política no resolverá el problema que la droga representa en términos de salud pública.

El papa Francisco I se encuentra actualmente en la ciudad brasileña de Río de Janeiro, en ocasión de las Jornadas Mundiales de la Juventud.