Conforme a lo prometido, sigo informando a nuestros lectores sobre el desarrollo y avance de los trabajos del 9/11 Consensus Panel, en el que yo mismo figuro como miembro. Aprovecho por demás la ocasión para señalar la incorporación de dos nuevos miembros: Jonathan Cole, ingeniero civil, y Daniel Ganser, historiador, director del SIPER (Swiss Institute for Peace and Energy Research) y también profesor de la universidad de Saint-Gall y en la universidad de Basilea.

El Panel se interesó esta vez por el extraordinario y extremadamente singular caso de las llamadas telefónicas realizadas desde 3 de los 4 aviones secuestrados en aquella trágica mañana. El meticuloso análisis de todas esas llamadas telefónicas permitió al Panel identificar no menos de 32 contradicciones, algunas de ellas imposibles de resolver, entre el relato proporcionado por las autoridades (que no han parado de contradecirse) y las pruebas documentales disponibles.

Comencemos por recordar que durante 3 años, desde 2001 hasta 2004, las historias sobre las llamadas realizadas desde los aviones a través de teléfonos celulares han predominado en los recuentos publicados por los medios de prensa de Estados Unidos y del mundo entero. Han alimentado miles de artículos, libros y relatos. Esas llamadas son parte integrante de la historia del 11 de septiembre y nunca han sido verdaderamente cuestionadas. Incluso se hizo una película, sobre el vuelo UA 93, enteramente basada en algunas de esas llamadas telefónicas. Tanto el FBI como el tristemente célebre Informe de la Comisión sobre el 11/9, presentado en 2004, afirman oficialmente que se hicieron llamadas con teléfonos celulares desde 3 de los 4 aviones secuestrados. Dado que la credibilidad del Informe de la Comisión sobre el 11/9 se basa parcialmente en esos relatos, es evidente que si tales llamadas telefónicas dejan de ser creíbles el informe también deja de serlo. Así que el 9/11 Consensus Panel se dio precisamente a la tarea de verificar esa parte de la historia.

No alcanzaría el espacio aquí para retomar todos los detalles de las llamadas (Todd Beamer desde el vuelo UA 93; Barbara Olson desde el AA 77; Peter Hanson desde el UA 175; Jeremy Glick y Mark Bingham desde el UA 93; Renee May, aeromoza del vuelo AA 77; Brian Sweeney desde el UA 175; Thomas E. Burnett y sus 4 llamadas desde el vuelo UA 93; Sandra Bradshaw, aeromoza del vuelo UA 93; Elizabeth Wainio y Mario Britton desde el UA 93), un total de 35 llamadas telefónicas. Sólo me detendré aquí en dos protagonistas de esas llamadas telefónicas. Los lectores deseosos verificar las fuentes de nuestras conclusiones pueden hacerlo consultando el sitio web consensus911.org.

El primero es Todd Beamer, quien –según la historia contada por los medios de prensa– lanzó la famosa frase «Let’s Roll!», grito de guerra que supuestamente dio inicio a la rebelión de los pasajeros del vuelo UA 93. Según Lisa Jefferson, la operadora telefónica que recibió la llamada, Beamer le pareció asombrosamente sereno, dadas las circunstancias. Tanto que la señora Jefferson declaró al FBI que pensó por un momento que se trataba de una llamada falsa (crank call), sobre todo por el carácter tan «metódico y racional» de su interlocutor en una situación en la que se hallaba «a punto de morir». La llamada duró unos 13 minutos, algo relativamente singular ya que en aquellas condiciones excepcionales y dado el enorme número de llamadas recibidas en las centrales [aquella mañana] las comunicaciones eran a menudo cortadas. Pero lo más extraño –también según el testimonio de Lisa Jefferson al FBI– es que la línea telefónica se mantuvo conectada durante 15 minutos después de haberse estrellado el avión. Hay que agregar que Beamer se mantuvo hablando por teléfono por no menos de 13 minutos con 2 operadoras diferentes y cuando Jefferson le propuso comunicarlo con su mujer –Lisa, embarazada de su tercer hijo que debía nacer en enero– [Beamer] le contestó: «No, no. No quiero preocuparla sin razón.» Y después agregó: «Sólo quiero hablar con alguien para que sepa lo que está pasando aquí», como si no tuviese ningún amigo o pariente con quien hablar.

La otra operadora, Phyllis Johnson, no parece haber sido interrogada por el FBI y no existe finalmente ningún elemento que permita comprobar con certeza que la persona que habló con las dos operadoras era realmente Todd Beamer. La llamada no fue grabada, ni por las dos operadoras ni por el AOSC (Airphone Operations Surveillance Center). ¿Qué se puede deducir de todo esto? Las interrogantes son innumerables. Pero agregaré ahora otra más, que me parece más decisiva aún que todas las mencionadas hasta este momento. El 29 de septiembre de 2001, Verizon (el operador telefónico del teléfono celular de Beamer) entregó al FBI la lista detallada de las llamadas, que demuestra que desde ese teléfono se hicieron 18 llamadas después (así mismo, después) del estrellamiento del vuelo UA 93, o sea después de las 10:03 horas de la mañana del 11 de septiembre de 2001. ¿Qué podemos deducir de ello? La hipótesis más plausible es aquel teléfono celular no estaba a bordo del vuelo UA 93 con Todd Beamer… o que el avión que se estrelló en Pennsylvania no era el vuelo UA 93.

Ante toda esta serie de preguntas sin respuestas, el FBI no tuvo más remedio que recurrir (basándose ya únicamente en la fe del juramento) a una nueva versión. Lo cual sucedió en 2006, durante el juicio contra Zacarias Mussawi. El FBI dijo entonces que ninguna de las llamadas, con excepción de 2, habían sido realizadas con teléfonos celulares y que las 2 únicas llamadas realizadas con ese tipo de aparatos se habían producido simultáneamente, a las 9 horas 58 minutos, desde el vuelo UA 93, realizadas por 2 miembros de la tripulación, E. Felt y Cee Cee Lyle. Las 2 llamadas fueron [según el FBI] realizadas desde los baños del avión en momentos en que este volaba a 5 000 pies de altitud (unos 1 500 metros), o sea desde una altura relativamente compatible con las posibilidades técnicas de las comunicaciones telefónicas celulares en 2001.

Pero hay otro problema. Esas 2 llamadas tampoco pueden haberse realizado con teléfonos celulares. A pesar del profundo examen al que fue sometida la lista de llamadas de los celulares de todos los pasajeros y miembros de la tripulación de ese vuelo, no se encontró el menor indicio de una llamada realizada a la 9 horas y 58 minutos, ni ninguna especificación de la duración de tales llamadas, ni por lo tanto ninguna huella de los números supuestamente llamados.

Conclusión: Todas las historias que mencionan llamadas realizadas con teléfonos celulares desde los aviones son falsas. Esas llamadas nunca existieron.

Pero veamos las llamadas telefónicas más sensaciones (en el sentido de que causaron sensación en el mundo entero, provocando así gran emoción): las llamadas de Bárbara Olson, célebre presentadora de la CNN, que se hallaba a bordo del vuelo AA 77. Según el testimonio de su marido, Theodore Olson (no olvidemos que este último era entonces secretario de Justicia de Estados Unidos), Bárbara lo llamó 2 veces, casi una hora antes de que el avión se estrellara contra el Pentágono. CNN fue el primer medio en anunciarlo. Ted Olson fue muy claro: su mujer lo había llamado a través de su teléfono celular…

Hay que señalar que las llamadas de Bárbara Olson son las únicas que hacen referencia al armamento de los terroristas (cortapapeles) y que las revelaciones de Ted Olson fueron por lo tanto cruciales en la reconstrucción de los hechos. Incluso puede decirse que ese relato constituye uno de los pilares de la versión oficial. El problema es que, posteriormente, Ted Olson cambió de versión varias veces. La versión del FBI señala, sin embargo, que la primera llamada duró «alrededor de un minuto». En el Larry King Show, Olson declara también que la segunda llamada había durado «dos, tres, quizás cuatro minutos».

Hay al menos 4 problemas que ponen en duda lo que cuenta Ted Olson. El primero viene del propio FBI, que declaró firmemente en 2004: «Todas las llamadas [realizadas] desde el vuelo AA 77 se hicieron a través del sistema telefónico del avión.» Entonces, ¿mintió Olson?

Desgraciadamente, el FBI también mintió. En 2006, un agente de American Airlines declaró (en el juicio contra Mussawi) «que ningún Boeing 757 disponía de teléfonos de asiento, incluso desde mucho antes del 11 de septiembre de 2001. Los pasajeros del vuelo AA 77 utilizaron sus teléfonos celulares.» Otro elemento viene a confirmar esa declaración. Se trata del manual de mantenimiento del Boeing 757, con fecha del 28 de enero de 2001: «El sistema telefónico para pasajeros fue desactivado en aplicación de la directiva Eco FO878.» Otros elementos confirman igualmente que no había en los aviones teléfonos para uso de los pasajeros.

Por muy asombroso que pueda parecer, el hecho es que no existe ningún elemento objetivo que permita demostrar la existencia de alguna llamada de Bárbara Olson aquella mañana. No existe del lado del operador telefónico, como tampoco existe del lado del propio Departamento de Justicia (donde se hallaba su marido), ni tampoco en los datos sobre el movimiento del teléfono celular de la periodista. Pero este enredo no para ahí. Un informe del FBI (hecho público durante el juicio contra Mussawi, en 2006) destruye definitivamente la historia de Tel Olson. Según ese informe, hubo una sola llamada (y no 2) proveniente de Bárbara y esa llamada duró… «0 segundos». En otras palabras, no se estableció la comunicación. Así que Bárbara no pudo describir nada.

Y todavía no hemos mencionado lo inverosímil de toda la historia, en la que 60 pasajeros, entre los que se hallaba uno llamado Charles Burlingame, levantador de pesas y ex boxeador, son rechazados hacia la cola del avión por dos secuestradores más bien enclenques (al menos según el relato de Ted Olson, quien a su vez decía lo que le había dicho su mujer) mientras que los otros dos secuestradores se mantenían encerrados en la cabina de pilotaje.

Conclusión: ¿Mintió Ted Olson? No se puede descartar que le hayan llegado llamadas provenientes de su mujer. Pero lo que consta en las actas judiciales hace pensar que tales llamadas no podían venir del vuelo AA 77.

Y, por lo tanto, toda reconstrucción está falseada. Alguien la inventó. Si realmente existieron tales llamadas telefónicas, el hecho es que no fueron realizadas desde los aviones. Y si no se hicieron desde los aviones, ¿quién las hizo? ¿Y con qué objetivo?

Cuando reclamamos que se haga una verdadera investigación, en la que se llame a declarar bajo juramento a todos los protagonistas aún vivos, estamos reclamando algo simplemente lógico y evidente. Pero lo evidente nunca se tiene en cuenta cuando se habla del 11 de septiembre. Así que tendremos que proseguir nuestra propia investigación.

Fuente
Megachip-Globalist (Italia)

Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión al francés de Christophe