Quisiera ser zahorí para leer, escrutar y poder radiografiar las rabietas biliosas que habrían vivido al enterarse que el doctor William Paco Castillo Dávila acometía asuntos novedosos que su contendor no se atrevió, pues Nakazaki Servigón sus razones tendría.

Su urticante oposición manifiesta debe haber sido mayúscula, para conformar un trío, agenciarse de papeles impresos e ir juntos a platicar con quien ávido los esperaba.

En los registros formales, y de los otros, de DIROES se ven hasta tres personajes que visitan, con inusitada premura, al contrito reo, al día siguiente que el nuevo abogado hizo su presentación en un canal de televisión el domingo 11 de agosto último. Nakazaki jugaba el rol de enjuiciar el escrito presentado ante el Poder Judicial el viernes 9, firmado por Fujimori y autorizado por el nuevo letrado, sin que aquél lo haya podido leer, revisar y tal vez apostillar. ¡Ah, ya tengo el documento en mi poder: GOD, o sea Yo, tributo gracias al otro God en inglés!

No creo que esté fuera de lugar informar que hasta el médico-congresista Alejandro Aurelio Aguinaga Recuenco integró el trío opositor. No entiende derecho pero sabe denostar y hasta casi es mi paisano. Por su calidad de médico estoy convencido que no ata ni desata en materia de ejecución de una pena, que es tema de derecho penitenciario, sin embargo, también fue a disuadir en compañía de Keiko y Nakazaki, pues el reo no les había consultado su nueva estrategia, ni lo suponían que ya se había emancipado de su yugo.

A todas luces, buscaban desbarrancar ipso facto al nuevo abogado que algún explosivo debe traer bajo el brazo, porque William Paco tonto no es y por lo que se sabe, por su actuación como vocal superior de Lima nunca fiscal alguno lo denunció penalmente. Incluso un Fiscal Supremo de Control Interno del Ministerio Público aprobó lo decidido por estadios fiscales inferiores.

¿Le place al trío visitante el debut y despedida abogadil si algo no va con ellos? ¿Cuál fue la urgencia de visitar al padre-cliente-paciente, en tropel debidamente convocado, el lunes inmediato sobre algo televisivo del domingo? ¿Fue una movida de Nakazaki contra un colega que no contó con su aquiescencia?

¿Qué decidirá el aún poderoso Alberto Fujimori, archideprimido, acongojado, sin atisbos de arrepentimiento, ante arremetida tan inusual y supersónica contra su nuevo letrado?

Pronto lo sabremos, si a nuestras fuentes confidenciales no se le chorrea el envalentonamiento demostrado, siguen convencidos, sin paga alguna, que yo practico lo puramente académico y además florea y fructifica el coraje necesario de por medio.

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