Mientras el estado mayor estadounidense se plantea una acción de cambio de régimen con uso de la fuerza contra Siria, con el pretexto de castigar a ese país por un ataque químico que la administración Obama atribuye al gobierno de Bachar al-Assad, la Rand Corporation estudia las consecuencias de las diferentes opciones.

  Destruir o inmovilizar en tierra la aviación siria no modificaría fundamentalmente la situación en el terreno ni permitiría una victoria de la oposición.
  Destruir la defensa antimisiles de Siria cae dentro de lo posible pero sólo tendría sentido si las fuerzas armadas de Estados Unidos emprendieran entonces una guerra clásica con despliegue de fuerzas terrestres.
  Crear zonas protegidas dentro del territorio sirio para que sirvan de refugio a la oposición resulta factible. Esa opción significaría de hecho desmembrar el país.
  Derrocar el régimen exige obligatoriamente cierto nivel de respaldo con fuerzas terrestres y resultaría tan provechoso para la oposición democrática como para los yihadistas, con un alto riesgo de abrir paso a un muy largo periodo de inestabilidad política.
  Destruir las armas químicas sirias exige a la vez una operación aérea y el respaldo de fuerzas terrestres. Existe además un alto riesgo de dispersión de gases de combate hacia la atmósfera, además de que será imposible destruir todas las armas químicas.

Para decirlo en pocas palabras: los bombardeos aéreos son el camino fácil para Estados Unidos, pero no bastan para garantizar el éxito sino más bien todo lo contrario.

Airpower Options for Syria. Assessing Objectives and Missions for Aerial Intervention, por Karl P. Mueller, Jeffrey Martini y Thomas Hamilton, Rand Corporation, 30 de agosto de 2013.