Después de haber dado 6 meses de plazo a 8 millones de trabajadores inmigrantes para regularizar su situación, el Reino de Arabia Saudita ha decidido expulsar a todos los que no han tenido tiempo de llenar las condiciones administrativas, o sea 4 millones de personas, principalmente de raza negra provenientes de África, así como indios y yemenitas.

En una sola semana cientos de miles de trabajadores inmigrantes se han visto así obligados a salir del país. Varios motines estallaron en el barrio pobre de Riad, con un saldo de 2 muertos y 68 heridos de gravedad. La policía arrestó a 561 extranjeros mientras que grupos de sauditas armados de bates de baseball procedían al linchamiento de inmigrantes etíopes.

Ante tal situación, el domingo 10 de noviembre de 2013 cientos de trabajadores inmigrantes prefirieron presentarse a la policía por miedo a ser asesinados. Además de una fuerte multa, los trabajadores en situación irregular se arriesgan a una condena de 2 años de cárcel.

Para reducir la tensión, el ministro saudita del Trabajo anunció que su administración aceptará los expedientes atrasados, pero para la mayoría de los inmigrantes resulta simplemente imposible reunir toda la documentación que se les exige.

La economía de Arabia Saudita se halla completamente paralizada por la expulsión masiva de trabajadores inmigrantes. Pero el gobierno estima que la medida acabará liberando empleos para los sauditas, aunque es poco probable que los súbditos del rey Abdallah acepten trabajar en la recogida de basura o en la construcción de carreteras.

Inquieta por la seguridad de sus propios ciudadanos, Etiopía anunció su intención de facilitar el regreso de 200 000 mujeres que trabajaban en Arabia Saudita como sirvientas o mucamas.

La ONU ha señalado por su parte que Yemen, país ya muy inestable, no podrá absorber el brusco regreso de 400 000 personas expulsadas de Arabia Saudita.