El Occidente hipócrita está ahora tremendamente preocupado. Después de machacarnos durante más de 2 años la cantinela de la existencia de una «oposición moderada» en Siria y de negar obstinadamente la presencia allí de grupos extremistas-takfiristas, ahora nos advierte sobre el fortalecimiento de al-Qaeda, movimiento al que el propio Occidente proporcionó –a través de las petromonarquías retrógradas del Golfo y de varios países europeos– el armamento y el entorno político que favorecieron su expansión.

Cualquier experto estará de acuerdo en reconocer que el debilitamiento del poder central en cualquier país es la condición ideal para el surgimiento, la instalación y desarrollo de algo como al-Qaeda. Y eso es lo que los occidentales han estado favoreciendo en Siria a lo largo de los 2 últimos años. Pero sus planes no han llegado a concretarse porque el Estado sirio y su ejército han demostrado una capacidad de resistencia con la que ellos no contaron.

Se ha derrumbado el llamado Ejército Sirio Libre (ESL), que no es otra cosa que la mentira tras la cual se escondía Occidente para justificar su guerra de destrucción contra el Estado sirio. Ese ejército de mercenarios, de bandidos y de traidores a su propia patria prácticamente ha dejado de existir. El jefe de su Consejo Militar, el general desertor Selim Idriss, huyó de Siria a Doha pasando por Turquía el domingo 8 de diciembre, según el Wall Street Journal. Su segundo, el general Mustafa al-Cheikh, se refugió en Suecia, donde solicitó asilo político. Por su parte, el fundador del ESL, el coronel Riad al-Assad, huyó a Holanda.

Otro jefe del ESL, el coronel desertor Ammar al-Wawi, fue arrestado con sus guardaespaldas por miembros del Emirato Islámico en Irak y el Levante (EIIL, vinculado a al-Qaeda) cuando regresaba a Siria desde Turquía.

Selim Idriss huyó después de entregar a los extremistas prosauditas del Frente Islámico –una coalición de 7 grupos extremistas conformada por iniciativa de Bandar Ben Sultán, el jefe de los servicios de inteligencia de Arabia Saudita– los depósitos de armas del ESL, cerca del punto de paso de Bab al-Hawa, así como sus propias oficinas.

El derrumbe del ESL ha sido reconocido en Occidente, tanto por la prensa como por los responsables y los expertos. Los reveses del ESL plantean un «gran problema y reflejan la peligrosidad de la situación así como su carácter imprevisible», ha confesado el secretario de Defensa de Estados Unidos Chuck Hagel.

«Es evidente que el estado mayor del ESL está cada vez más débil y que ha perdido poder», afirma por su parte Aron Lund, experto en la rebelión siria basado en Suecia. Lund precisó que «el ESL ha perdido importantes grupos y combatientes con la creación del Frente Islámico». Estima además que la pérdida del importante paso de Bab al-Hawa significa que es posible que Selim Idriss «ya no regrese a Siria».

El diario francés Le Figaro escribe que, al apoderarse de las armas que los occidentales habían entregado a los «rebeldes moderados», sus rivales salafistas pisaron una línea roja. El diario habla de un «minigolpe de Estado contra el estado mayor del ESL» y revela que los extremistas se apoderaron de «varias docenas de cohetes antitanques y antiaéreos».

Todos esos sucesos se acompañan de declaraciones de expertos occidentales sobre la implantación de al-Qaeda en Siria, hecho que anteriormente se negaban a reconocer.

«Los grupos afiliados a al-Qaeda han creado en Siria una alianza que cuenta por lo menos con 45 000 combatientes, o sea el doble que los combatientes talibanes en Afganistán», afirmó en un coloquio organizado en Jamestown el australiano David Kilcullen, especialista en movimientos insurreccionales que trabajó como consejero del mando estadounidense en Irak. «Al-Qaeda está fortaleciéndose en todos los frentes. Su dirección se ha visto debilitada pero no eliminada», subrayó.

La presencia en las filas de los islamistas radicales de cientos de individuos provenientes de Europa y de otros países occidentales, países a los que algunos de ellos volverán con la experiencia adquirida en Siria, está despertando gran inquietud. «Con el entrenamiento que están adquiriendo en Siria hay fuertes posibilidades de que, en los dos próximos años, estén capacitados para realizar la última voluntad de Osama ben Laden, que era montar en Europa un ataque como el de Bombay», agrega Bruce Offman.

«La expansión de al-Qaeda que estamos viendo en el mundo árabe es verdaderamente fenomenal, superior a lo que ya vimos durante el primer decenio de su existencia», explica Bruce Riedel, prominente ex miembro de la CIA, que hoy pertenece a la Brookings Institution.

Al ser interrogada a principios de diciembre, la senadora Diane Feinstein, presidenta de la comisión de inteligencia del Senado estadounidense, decía: «El terrorismo está en alza a nivel mundial. Las estadísticas lo demuestran. Está aumentando el número de víctimas. Hay más grupos, todavía más radicales. Hay más yihadistas decididos a matar para alcanzar sus objetivos.»

Esa confesión es un reconocimiento tardío de todo lo que decía el gobierno sirio, cuando declaraba –al principio de los incidentes que se producían en el país– que estaba enfrentando una verdadera guerra en la que participaban terroristas provenientes de 80 países.

Al cabo de 2 años y medio negándose a hacerlo, los occidentales aceptan por fin mirar la verdad frente a frente. Y hasta comienzan a resignarse a la victoria del Estado sirio, bajo la dirección de su presidente y miembro de la Resistencia Bachar al-Assad. El ex director de la CIA Michael Hayden incluso estimó el jueves, en Washington, que «la victoria de Assad en Siria pudiera ser el mejor de tres muy horribles escenarios», en ninguno de los cuales se prevé la victoria de la rebelión. «La narración, la historia dominante de lo que está pasando en este momento en Siria es la toma de control por los fundamentalistas sunnitas de una parte significativa de la geografía del Medio Oriente», dijo Hayden antes de agregar: «Eso significa la explosión del Estado sirio y del Levante que hoy conocemos.»

Pero, al igual los demás planes y deseos de Estados Unidos, este también está condenado al fracaso. La guerra en Siria se terminará con la victoria del Estado, la derrota de los terroristas y la reunificación del país… bajo el estandarte de Bachar al-Assad.

Declaraciones y posicionamientos

Serguei Lavrov, ministro ruso de Relaciones Exteriores
«Han transcurrido 18 meses desde la adopción del Comunicado de Ginebra y menos de un año desde que se formuló la iniciativa sobre la convocación de la conferencia y un creciente número de nuestros interlocutores –incluyendo a los occidentales– nos afirman que no consideran que el régimen de Bachar al-Assad sea la principal amenaza sino la conquista de Siria y de otras grandes regiones del norte de África y del Medio Oriente por los yihadistas y el establecimiento de bases de la internacional terrorista en esas regiones.
Nosotros ponemos constantemente ese problema a la cabeza de nuestras preocupaciones y mencionamos todo lo que hay que hacer para instaurar un gobierno de alianza entre el gobierno y la oposición patriótica contra los terroristas que han llegado a Siria del mundo entero.
»

Ali Abdel Karim Ali, embajador de Siria en Líbano
«El señor (Wallid) Joumblatt contribuyó a la campaña contra Siria deformando las realidades y protegiendo a los elementos armados. Los rumores de que las puertas de Damasco están abiertas para su hijo Taymour no son más que chismes de los periódicos.»

Antoine Chedid, embajador del Líbano en Estados Unidos
«El impacto de la crisis de los refugiados sirios sobre el Líbano va en aumento, como lo demuestran las siguientes cifras: una mañana el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados registró 763 000 refugiados, cifra que durante la tarde del mismo día subió a 769 000, y eso sin contar las llegadas ilegales, lo cual ha llevado el total de ese flujo a 1,3 millones, o sea un 30% de la población libanesa. Es como si 93,5 millones de personas llegaran al mismo tiempo a Estados Unidos. Hay refugiados en 1 650 localidades [libanesas], lo cual crea en todas partes tensiones sociales y en materia de seguridad.
Hay que garantizar fondos para registrar y regularizar la presencia de nuevos refugiados, garantizar en Siria zonas seguras para los que huyen de las zonas de conflicto, sabiendo que Siria es 18 veces más grande que el Líbano. No queremos cerrar nuestra fronteras pero vamos a alcanzar un nivel de saturación que es para nosotros físicamente imposible de sobrepasar.
»

Fuente
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