¿Qué preocupa a una abultada porción de nuestros figurones políticos? ¿acaso el análisis exhaustivo de un acuerdo de la Alianza del Pacífico (Perú, Chile, México, Colombia) que proclama libertad irrestricta en los cielos y para alegría de una aerolínea sureña?, ¿el no resuelto tema del lote 88 en Camisea donde todo sigue igual a dos años de haberse proclamado su "reivindicación"?, ¿la generación de industrias, la movilización aguda del comercio, interno y externo, para la promoción de empleos, fuentes de trabajo, creación de riqueza?, ¿mejora y cambio radical de los patrones de alimentación del pueblo que enriquece la importación de determinados productos que cuestan caro? ¡Por favor! Nada de eso solivianta o conmueve en el mar de miserias electorales a nuestros fantoches.

Como si nada estuviera ocurriendo en el país, ad portas un fallo fundamental que debe definir nuestros límites marítimos con Chile, inexistentes hasta hoy, los figurones políticos, están angustiados por asegurar su participación en la torta electoral ¡del 2016! Rara forma de ver las cosas, porque entre este año y el otro, hay dos que reclaman definiciones, actitudes, posturas y valentías de que algunos son huérfanos totales.

A diestra y siniestra la angurria por la banalidad del puesto edilicio o congresal o burocrático en el Estado, es el mismo. El oropel, la fanfarria, los recursos seguros cada fin de mes, las ventajas colaterales que brinda poseer un puestito, conmueven y escarapelan los apetitos de estos electoreros. La reflexión sobre el destino histórico del Perú es tan solo pretexto de discurso plazoletero o conferencia de paporreta, nunca sentimiento profundo o sincera protesta por el porvenir de una nación con 30 millones de habitantes.

Años atrás, cuando fuimos jóvenes de edad, que juvenilia hoy nos arropa en su encanto revolucionario, creímos en la democracia electoral con campañas, urnas, discursos y eclosiones populares de abajo a arriba. Con el paso del tiempo, severo juez inapelable, los parlamentarios engordaron, arribaron las queridas o los favoritos y ¡los únicos postergados fueron los representantes del Perú profundo que veían, cada semana o cada mes o cada año, olvidados sus reclamos, frustradas sus esperanzas, reavivadas sus iras!

Y desde la Asamblea Constituyente de 1978-79 los gobiernos se han sucedido y hemos pasado por etapas denominadas democráticas con autocracias largas y entreguistas y hoy Perú contempla cómo debaten astutos reeleccionistas de vientre orondo y siempre ambiciosos e improvisados a quienes queda muy ancha la responsabilidad de caminar con prudencia desde el mando presidencial.

Escribí meses atrás:

"La Lucha Nacional de resistencia involucra a todos los peruanos contra cualquier clase de invasión, posee las características de una prioridad permanente de Estado y quien ponga en duda la misma o sabotee estos esfuerzos o conspire con silencio cómplice o se haga de la vista gorda, representa a la quintacolumna traidora.*

Las vanguardias políticas tienen que aprehender la fragilidad de los sistemas electorales que se caracterizan por millones de personas que escogen al mal menor o a quienes, una vez encaramados en los puestos administrativos, practican las antípodas de lo que fueron sus mensajes de campaña. No suele ser raro, por lo menos en Perú, que se haga exactamente todo lo contrario de lo que se ofreció. La pendularidad, de un extremo a otro, signa el desequilibrio del aparato político-social de nuestra historia.

Y si el Estado Resistente no acelera de modo adecuado la construcción de los parapetos de defensa cuidando todos sus flancos, las agrupaciones políticas, con sentido de horizonte y aprendizaje profundo de la historia y sus enseñanzas, no tienen otra fórmula de legitimación que su alineamiento en la Lucha Nacional de resistencia, preparando cuadros, organizando comités, diseñando ataques, persuadiendo a las poblaciones, enhebrando una fina y ordenada cuanto que discreta telaraña de opciones multidisciplinarias". La Lucha Nacional de resistencia http://www.voltairenet.org/La-Lucha-Nacional-de-resistencia?var_mode=calcul

Es hora de ser más exigentes con nuestras figuras públicas, demandarles seriedad y pensamiento sólo y por el Perú. No estamos para repartirnos migajas electorales que perpetúan imposturas y falsificaciones de un sistema que una vez pasadas las elecciones, se olvidan todas las promesas "porque así es la política". Reza el dicho, mal de muchos, consuelo de tontos.

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Miserias electorales
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