Los medios de difusión y los gobiernos de los países miembros de la OTAN y del Consejo de Cooperación del Golfo han modificado su descripción de la guerra contra Siria, principalmente después de la crisis de las armas químicas y de la convocación de la conferencia Ginebra 2.

  Si bien la forma en que presentan el gobierno del presidente sirio Bachar al-Assad sigue siendo negativa, los mencionados medios y gobiernos muestran ahora un poco más de respeto: evitan las consignas absolutas como «¡Bachar tiene que irse!» y empiezan a referirse al presidente de la República Árabe Siria llamándolo por su apellido (Assad o al-Assad) y no de la forma irrespetuosa en que antes lo hacían al llamarlo «Bachar».

  Esos mismos medios y gobiernos reconocen ahora el fracaso de su sueño de «revolución» en Siria. Sin embargo, en lugar de reconocer también que nunca existió en Siria tal revolución contra el poder central sino una agresión de sus fuerzas especiales contra ese país, prefieren hablar ahora de una «segunda revolución siria» al referirse a lo que está sucediendo en el terreno, donde la población se ha unido al Estado sirio en la lucha contra la yihadistas extranjeros.

  En 2011, los medios de difusión y los gobiernos de la OTAN y del Consejo de Cooperación del Golfo aseguraban que el Ejército Sirio Libre (ESL) se componía de «desertores» provenientes del ejército regular sirio (el Ejército Árabe Sirio). En 2012, los expertos reconocían que los únicos combatientes verdaderamente eficaces del ESL eran los yihadistas de al-Qaeda. Más tarde, en diciembre de 2012, Washington incluyó el Frente al-Nusra en su lista de organizaciones terroristas para obligar a sus miembros a retirarse del ESL. Pero, después de la convocación de Ginebra 2, se plantea la cuestión de la representatividad de los combatientes. En este momento, el ESL cuenta con el apoyo de los occidentales –a quienes designa por lo tanto como «rebeldes»– mientras que los hombres de al-Qaeda tienen el respaldo de Arabia Saudita, Qatar y Turquía –así que Occidente los denomina «yihadistas». Lo que falta ahora es hacerle creer a la opinión pública que los «rebeldes» son más numerosos que los «yihadistas» y que además están rechazándolos. Así que se recurre para ello a una nueva maniobra: los hombres del Emirato Islámico en Irak y el Levante (EIIL) están replegándose hacia Irak, donde se han apoderado de Faluya, dejándole el campo libre al fantasmagórico ESL.