20-1-2014

El próximo 27 la Corte Internacional de Justicia pronunciará su fallo en torno al contencioso a que Perú llevó a Chile. De inmediato, y todos lo saben, ese veredicto se convertirá en ley en ambos países. Las excusas y dilaciones, ya enunciadas en mil fórmulas más o menos desvergonzadas, revelan que, por lo menos, hay un país que NO quiere comprender que el asunto es de inmediato. O, como dicen en Chile: ¡al tiro!

Las contorsiones verborrágicas de que se hacen gala allá y aquí también, en todos los niveles, no hacen más que confundir a los pueblos. Es hora de cumplir un fallo o veredicto y hay que hacerlo como lo exige la decencia que se ha venido pregonando en forma de respeto e ipso facto.

Los circunloquios sobran y sólo afean el panorama y, hasta se podría recurrir al recuerdo histórico y comparativo del comportamiento de ambos Estados, uno de ellos con pasajes muy oscuros, elusivos, siniestros como lo ocurrido con la "paz" firmada por el traidor Miguel Iglesias en Ancón, en 1883, ratificada por un Congreso Constituyente "ad hoc" en 1884, y recién cumplida en significativa parte, muchos y largos años después, en 1929 con el Tratado de Lima y su Protocolo Complementario del 3 de junio.

Pero ¿qué hacen nuestros "especialistas, internacionalistas, tratadistas y demás istas" que son los escogidos y publicables? Cada quién pugna por parecer más sabio que el anterior, enredando las cosas, preñando la discusión de términos jurídicos, barnizando lo que es un asunto claro y concreto: se cumple y de inmediato el fallo de La Haya y ¡sanseacabó! Quien no lo haga discurre por los inconfundibles atajos del irrespeto a la ley internacional emanada por una Corte de esa categoría.

¿Se están preparando, si así fuera el caso, los equipos diplomáticos y periodísticos, en todos los escalafones, capaces de denunciar, la inconducta y el desmán contra La Haya, en todos los foros mundiales, comenzando con Naciones Unidas?

De eso no hablan, para no "provocar", los intelectuales de quiosco habitantes de burbujas académicas o que viven en nubes creadas por ellos mismos y que se emocionan con sus ensayos, tesis, propuestas y estudios. Una lástima que el 95% de toda esa manada NO aporte nada al Perú aparte de garrulería en forma de literatura política a veces con muy serios baches reñidos con la historia.

La patética carencia de líderes, de esa que habla con mucha razón José Matos Mar en reciente entrevista, impide que una gran corriente nacional, de abajo a arriba, con el pueblo alerta y capaz de comprender qué más hay detrás del fallo de La Haya y en el tema de la difícil vecindad con Chile, abra las compuertas a la producción de la Propia Respuesta que el Perú tiene que darse.

El veredicto de La Haya puede tener muchas virtudes, acaso algunas favorables al Perú. Sostengo, con humildad y reflexión simple, que trascendiendo el ámbito internacional, hay latente la germinación de una Propia Respuesta, aquella que coloque los ladrillos príncipes del conjuro de 1879. Y hablaremos de igual a igual, cotejando nuestras fortalezas y nuestras debilidades, sin duda que un requisito esencial e infaltable lo constituirá el cumplimiento de lo que dictamine la Corte Internacional.

La autoestima no se edifica por los buenos deseos u oraciones con golpe de pecho: se demuestra en el conocimiento exhaustivo de qué ocurrió, sus causas y cómo solucionamos fracturas espirituales de hondo arraigo como 1879. Los escogidos y publicables prefieren el discutible camino del artilugio y la logorrea que maldecía González Prada.

En el diario chileno La Tercera, en extenso artículo, se da cuenta de cómo la presencia masiva de ciudadanos peruanos en la capital sureña, empieza a ejercer alguna influencia que va desde la ingesta hasta la pronunciación del castellano o el respeto a las autoridades escolares. El testimonio es austral y perfila un hecho de lo más interesante y de facto: una integración in situ Chile. con bemoles de diversa índole, pero el fenómeno ya es materia de estudio.

Cuando el festival oprobioso de las vanidades, so pretexto de una ilustración fantasma, vocifera y desbarra, entonces los que menos luces tienen sufren las consecuencias a través de la confusión adrede. Si se pudiera poner bozal a tanto lenguaraz, acaso se ganara en claridad del panorama. Los escogidos y los publicables, en la prensa, en la diplomacia en el gobierno, en todas partes, debieran empezar a pensar que su reinado es muy frágil y los difunden porque convienen al sistema. Hay que preguntarse si ese status quo promueve la liberación nacional o el engrilletamiento definitivo con oropeles "intelectuales".

El 27 de enero fallará la Corte en La Haya y Chile y Perú sólo tienen que cumplir y de inmediato. El resto es pura farsa. Así de simple.

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