Quizá yo, Guillermo Olivera Díaz, sea el que más ha escrito oponiéndome al indulto de Fujimori, porque repruebo su tozuda ilicitud en el ejercicio del poder; hasta advertí denunciar penalmente al presidente Humala si otorgaba tal beneficio; sigo siendo hipercrítico de sus hijos, ayunos de méritos, que una, Keiko, no merece ser candidata a la presidencia y el otro, Kenyi, congresista.

Pueden constatar todo lo que argumenté contra el indulto en la Red Voltaire, en la web nacional Punto de Vista y Propuesta o escribiendo mi nombre en Google.

Sin embargo, llevar a cabo un procedimiento de antejuicio en el Congreso de la República sin la calificación jurídica de lesa humanidad, ni siquiera la mención de la denominación, tan igual como en el proceso de extradición que Chile no atisbó la figura en ninguna línea; asimismo, en la denuncia fiscal, el auto de inicio de proceso, dictamen fiscal e informe de juez finales de instrucción, la acusación sustancial, el auto superior de enjuiciamiento, el entero juicio oral y sin el correlato de la defensa al no tener al frente una tesis para oponer la antítesis, no me parece un disparate, como acabo de escuchar en varios noticieros, a quienes parece lo jurídico no les interesa como a mí, en total independencia de mis intereses personales.

Que el calificativo de lesa humanidad sólo aparezca en la sentencia final, a deshora, como cuña, al concluir el proceso sin los presupuestos necesarios, a sugerencia del vocal San Martín Castro, para mí, es algo que no resiste a la crítica, carece de asidero procesal y podría ser motejado más bien de disparate.

Si en el antejuicio, en la denuncia fiscal, en el auto de apertura de instrucción, en los informes finales, en la acusación sustancial, en el auto superior de enjuiciamiento, en el decurso total del juicio oral, no aparece la figura de lesa humanidad, ¿de qué cargos, que esa figura encierra, se puede defender el acusado?

Formulo esta declaración en defensa de la juridicidad, pese a que soy crítico del proceder del fujimorismo de ayer y de hoy, y que fui su agraviado el 3-10-1997 cuando asaltaron mi oficina de abogado y se llevaron solamente el disco duro de mi computadora. ¡Denuncié el caso y jamás fui atendido, ni siquiera citado!

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